_ ¡Dije que yo me hago cargo! - escuchó una voz gruesa cuando sus sentidos le permitieron entender lo que ahí sucedía. Alguien más había llegado y parecía tener autoridad sobre todos ellos, incluyendo a aquél joven prepotente.
_ ¡Ni siquiera sabes de lo que se trata! - gritó Jorge colérico.
_ ¡Claro que lo sé! - respondió el hombre. _ ¡probablemente sea un espía!
_ ¡No probablemente! -lo miró frustrado. _ es un espía, ¿qué más pruebas quieres? Tenemos que obligarlo a que hable.
_ ¡Te dije que yo me haré cargo! - insistió el hombre.
_ ¿Cómo? ¿le vas a sacar la verdad con puras palabras? - se burló.
_ ¡Ese es asunto mío! - intentó sacarlos de nuevo del lugar. _ ¡retira de una vez a tu gente!
_ ¡Antes lo mato! - apunto su arma hacia él. _ ¡tu eres capaz de dejar que se te escape!
_ ¿Con que palabras quieres que te diga, que yo me hago cargo? ¡maldición! - explotó. _ ¡sal de aquí y llévate a tus hombres!
_ ¡Jamás lograrás sacarle nada! - lo miró con reproche. _ ¡Te conozco!
_ ¡Si no va a hablar entonces me deshago de él y punto! - gritó una vez más. _ ahora ¡largo de aquí! - lo empujó hacia la salida. _ mi padre te está buscando, más vale que te encuentre pronto.
Los echó fuera a pesar de sus protestas. Luego centro su atención en aquel hombre, ya lo habían golpeado, no parecía ser de los que resistían mucho, parecía ser un intelectual, más que cualquier cosa. Miró a su alrededor, sabía que su hermano no se iría, no sin antes asegurarse de que haría lo que tenía que hacer. Sacó su arma y se acercó a él.
_ ¿Cuál es tu nombre? - preguntó.
_ James. - contestó.
_ Si no has hablado con mi hermano, menos lo harás conmigo. - dijo. _ así que nos vamos a ahorrar tiempo. ¿estás listo para morir? - preguntó apuntando su arma hacia su cabeza.
_ No me importa. - dijo.
_ ¿De verdad no te importa? - lo miró con sorna. _pensé que buscabas algo.
_ Soy un simple turista que tuvo la mala suerte de encontrarse con ustedes. - dijo.
_Así que un simple turista. - lo miró pensativo. ¿de verdad esperas que me crea esa tontería? ¿Porque no me dices de una vez que se te perdió?
Sus palabras le dijeron que ese hombre sabía lo que buscaba y con rapidez sacó sus conclusiones, ellos la tenían, seguramente eran hermanos, por el gran parecido que había entre ambos, y aunque el más chico era alto y delgado, con cara de bravucón y aires de grandeza, este se veía más centrado, era más alto y más fornido, le calculaba unos veintinueve o treinta años. Si no se equivocaba, creía que el teléfono de dónde Olivia se había comunicado era de ese hombre, por las llamadas y mensajes cruzados que había leído en él y dónde se comunicaba con un tal Jorge, casualmente el nombre que el otro hombre le dió.
Las cosas no se veían nada bien, si ellos la habían secuestrado, claro que no se la entregarían, por el contrario, se desharían de quién intentara rescatarla, así que por ningún motivo podía descubrir sus intenciones, pero no tenía idea de que decir para defenderse.
_ Ya pusiste muy nerviosa a toda la gente. - dijo. _ me digas que buscas o no, no te puedo dejar ir.
James miró como le ordenaba a otro hombre que se acercara, de entre sus ropas saco algo, pensó que se trataba de algún arma punzo cortante y que su fin sería ese, pero cuando estuvo a su vista se dio cuenta de que era una jeringa. Sintió ansiedad por no saber que sustancia le inyectarían, intentó resistirse, pero de inmediato dos hombres más se acercaron y lo inmovilizaron.
_ Veo que eres valiente. - dijo el hombre. _ por cierto me llamo Leonardo Elizalde, y lamento decirte que llegaste tarde, tu dama, se hubiera sentido muy halagada de haber sabido que llegaste hasta aquí para rescatarla.
Estás palabras lo abatieron, eso quería decir que había fallado, le había fallado, cuando ella confío en él, en ese momento dejo de luchar, dejaría que viniera lo que viniera, no tenía caso, ni siquiera se dio cuenta de lo que esos hombres hacían con él, solo había sentido el pinchazo de la aguja, volvió en si cuando los hombres lo soltaron y se alejaron de nuevo.
Luego miró a Leonardo posicionarse frente a él, levantar su arma y jalar del gatillo, escuchó el ruido ensordecedor de la detonación, luego otra y cayó por los suelos.
*****
Jorge decidió esperar afuera a su hermano, no confiaba en que hiciera, su trabajo, era de todos sabido que aunque dirigía el rancho con mano dura, no era un matón, aunque ya llevaba algunas muertes en su haber, si él no se atrevía, él le echaría la mano, no era en lo único en lo que lo ayudaba, recientemente había tenido que conseguirle una esposa, porque su padre estaba desesperado por casarlo y el parecía no tener prisa, sin embargo gracias a su intervención su hermano era ya un hombre casado.Una detonación lo saco de sus pensamientos, luego otra, estuvo tentado a entrar, pero espero, hasta que lo vio salir.
_ Ve y compruébalo. - dijo.
El no perdió tiempo y entró al lugar, en el piso se hallaba tirado el cuerpo del forastero, dos manchas de sangre empezaban a formarse en el lugar de los disparos, no necesitaba más, una sonrisa se dibujó en su joven rostro y salió del lugar.
_ Ahora si puedes largarte. - dijo su hermano molesto y dile a mi padre que ya está resuelto el problema.
_ Tenlo por seguro que lo haré. - dio la orden a sus hombres. Ellos obedecieron de inmediato. _ Después de esto mi padre te va a adorar. - dijo sonriéndole de nuevo, luego dio la media vuelta y se marchó.
Todos ahí sabían que si a alguno de sus hijos prefería Emiliano Elizalde ese era Leo, era el mayor de los cuatro que había tenido y era el único de su primera esposa, a la única que había amado y respetado de verdad. Los dos de en medio eran de su segunda esposa con la cual ya no vivía, ellos estaban muertos debido a su estilo de vida y el más pequeño Jorge, era de su última mujer, con la cual no estaba casado, pero como si lo estuviera, se creía la dueña del universo, tan altiva y prepotente, siempre buscando que su hijo fuera el favorito de su padre, aunque sin resultados. También era de todos sabido que ese hombre no respetaba a su mujer, la tenía de adorno, mientras se le veía constantemente con jovencitas que podrían ser sus hijas, y ella se lo pasaba porque no podía perder lo que con él tenía. Su única debilidad eran sus hijos, sobre todo Leonardo.
Leonardo salió al exterior con la mayoría de sus hombres, solo dos habían quedado al interior vigilando
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AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomantikÉl fue el hijo más deseado del mundo, pero también el más odiado, su padre, un importante diplomático de Estados Unidos, que viajó por varios países del mundo, amaba a su esposa y esperaba con alegría el nacimiento de su primogénito. Después de vari...