CAPÍTULO 18 ¿LIBRES?

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_ Aquí termina el territorio de mi jefe. - había dicho horas antes, Oscar, el hombre que iba al mando de la gente que los guío y cuidó hasta ahí. _ No es conveniente que vayas armado, pero necesitas defenderte, así que toma esto. - le entregó una pistola. _ es tu decisión llevarla contigo o dejarla, si te llegas a encontrar con alguien y te la encuentran estás perdido, pero como te dije si necesitas defenderte o defenderla, te puede salvar la vida.

Él la había tomado, al menos tendría una oportunidad si alguien los atacaba.
Luego se habían despedido, y esos hombres que los habían acompañado, se habían retirado.

Ahora miraba aterrado como de la nada empezaban a salir varios hombres de entre el bosque, apuntando sus armas hacía ellos.

Su mente ya estaba trabajando a mil por hora viendo las posibilidades que tenían, cuando también de la nada vio aparecer a Oscar, quien antes de darse a conocer ante sus enemigos, le indico a señas que huyeran.

En cuanto se iniciaron los primeros disparos, el empujó a Olivia hacia el interior del bosque, cubriéndola con su cuerpo, le dijo que corriera, mientras él se volvía y accionaba su arma en varias ocasiones, antes de volverse para seguir a Olivia, vio cómo, cuando menos tres hombres caían a consecuencia de sus balas, en un momento alcanzó a Olivia y la obligó a correr más de prisa, no supo cuánto tiempo corrieron, pero le pareció una eternidad. Se detuvo cuando se dio cuenta de que ella no podía más, se reprochó a sí mismo, por forzarla tanto, pero se sintió orgulloso de ella, no se había quejado, no lloraba, ni protestaba, aun cuando su hermoso rostro le decía que estaba asustada y exhausta

En un impulso la abrazó.

_ ¿Estás bien? - preguntó con la respiración aún agitada.

Ella solo asintió. Fue entonces que la sintió estremecerse por el llanto. El no dijo nada solo la consoló en silencio.

_ ¿Crees que estén muertos? - levantó su rostro lloroso.

_ Espero que no. - dijo. De verdad lo esperaba. _ ellos están acostumbrados a esto. - intentó tranquilizarla.

_ Todo es mi culpa. - dijo entre sollozos. _ es por mí.

_ Tú no pediste ser secuestrada. - tomó su rostro entre sus manos, obligándola a mirarlo. _ en todo caso son ellos los culpables, no Oscar. - aclaró. _ pero si sus jefes.

_ Quiero salir de aquí. - se aferró a él. _ quiero estar en casa. El llanto le impedía hablar con claridad, aun así, él entendió. _ quiero a mis papás, a mi hermano, ¿porque el no vino por mí?

_ Ya te lo dije, estaba fuera, por la premura yo me adelanté, él debe de venir en camino, aunque no tiene idea de, en donde estamos, por eso no ha llegado.

No podía decirle que lo último que él supo antes de salir en su busca, era que él y Roberth se habían accidentado y la verdad no tenía idea de cuáles eran sus condiciones.

_ ¡Gracias! - dijo ella conmovida.

_ ¿Porque? - le sonrió para animarla. _ ¿no recuerdas que ya me las diste?

_ De todas formas. - lo miró cohibida. _ gracias de nuevo por venir por mí, por estar conmigo, por arriesgar tu vida y por aguantar esto por mí. - tocó con suavidad las heridas y moretones en su rostro.

El permaneció inmóvil, acunándola entre sus brazos, si ella supiera lo que su toque producía en él, pero no sé lo diría. Aún no se borraba de su mente la sensación que sintió cuando en aquella cabaña a dónde Leo lo llevó y dónde la tenía a ella, sintió, cuando ella lo abrazó conmocionada porque había ido por ella.

_ Viniste por mí. - le había dicho echándose a sus brazos sin ningún recato. _ pero mira cómo te dejaron. - había tocado su rostro y su pecho ensangrentado con sus delicadas manos. _ son unos salvajes. - se había vuelto furiosa hacia Leo y sus hombres, por un momento había pensado que los golpearía, pero ya no lo supo porque él la detuvo.

_ Estoy bien. - le había dicho jalándola hacia él. _ no los molestes más. - le había susurrado al oído, eso había bastado para que ella se acomodara en su pecho y el la rodeara con sus brazos.

Había deseado tanto hacer eso, quizás desde la primera vez que la conoció, y no se atrevió, primero, porque era la hermanita de su amigo y segundo porque era una jovencita enamorada del amor, que no sabía lo que quería, además, él le llevaba algunos años, sin embargo, entonces lo había hecho y se había sentido mejor de lo que hubiese imaginado. Se sintió como un depravado acosando a una jovencita, pero él momento lo justificaba.

_ Gracias por venir por mí. - le había dicho aún en sus brazos. No se cómo pagarte.

_ Perdóname por no haberme dado cuenta antes. - le confesó. _ cuando me dejaste la nota, no te reconocí, ni me di cuenta de que me pedías auxilio, fue hasta que tú hermano pidió ayuda y que empecé a investigar, que descubrí tu nota. Lamento que haya pasado tanto tiempo y que hayas tenido que pasar por lo que pasaste.

_ No te apures. - se había separado de él. Su cuerpo había protestado, pero no podía retenerla. _ no fue tan malo. - sonrió con timidez.

¿Cómo que no había sido tan malo?, El haber sido secuestrada, el haber sido obligada a casarse con un desconocido, el haber sido su mujer por varios días, ¿cómo que no había sido tan malo?, Claro, a menos de que se hubiese enamorado de su esposo, Leo Elizalde. Una oleada de celos lo invadió, sobre todo cuando miró hacia donde él se encontraba y se topó con su mirada fría. Lo peor era que no podía odiarlo, porque le debía la vida y también le debía el estar al lado de ella en esos momentos, lo que no sabía era si los dejaría ir o solo se aseguraría de que él no fuera un estorbo para su matrimonio. No lograba comprender con qué fin lo había hecho encontrarse con ella.

Volvió de sus recuerdos, los había mantenido cuatro días más ahí, en aquella cabaña, y sin querer había descubierto el motivo.

Había salido fuera de la cabaña porque quería moverse y respirar aire fresco, le había extrañado que nadie lo detuviera, después de todo era un prisionero. Al dar unos pasos alrededor del lugar, escuchó voces.

_ No entiendo por qué no los dejas ir y ya. - era la voz de Óscar. _ mientras más los retengas, más corres el riesgo de que tú padre se entere de que está vivo, que lo tienes aquí y que piensas dejar ir a la chica.

_ Solo estoy esperando a que él se recupere un poco y agarre fuerzas, solo así tendrán más oportunidad de lograrlo, sería un suicidio para ellos el soltarlos así en medio del bosque.

_ Lo entiendo, pero tú también te estás arriesgando mucho por ellos, tu padre no te perdonaría una traición.

_ Lo sé, pero no me queda de otra, de verdad quiero que los dos sobrevivan y vuelvan a dónde pertenecen.

Ese día James supo que si lograba sobrevivir. Leo tendría un fiel amigo que no escatimaría recursos para tenderle la mano, si algún día él necesitaba ayuda, lo mismo con Óscar, si sobrevivía a ese ataque del que estaba siendo objeto en esos momentos.

AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora