Fue en ese momento, cuando ya estaba frente a sus tres socios que se dio cuenta del error tan grande cometido, cuando punto por punto, le explicaron, por qué no podían entregarle su dinero y de qué forma podría tenerlo. Lo peor fue que no mentían, era verdad y punto por punto lo iba leyendo en los contratos firmados por él mismo.
Punto uno. No se le pagaría a través de ningún medio electrónico, ni institución bancaria, salvo en efectivo.
Punto dos. Él tendría que acudir personalmente al rancho de cada uno de ellos, por vía terrestre, a menos de que los cuatro acordaran un punto en común y que en el mismo contrato se especificaba: El rancho de Santiago Morán. Fuera de esos lugares era imposible hacerlo, aun cuando los cuatro acordaran otro lugar, siempre prevalecería el señalado en esas estúpidas hojas. Así que era en vano que, en ese mismo momento, estuvieran reunidos, porque su dinero no se encontraba ahí.
Punto tres. Para llegar a cada uno de esos puntos, debería de hacerlo por su propia cuenta, sin la ayuda de ninguno de ellos, ni su protección, lo cual ya se había dado cuenta de que era imposible, porque estaban rodeados de delincuentes y de enemigos, era seguro que lo que había sucedido ese día se repitiera y quizás no contaría con tanta suerte.
Último punto. La entrega tenía un límite y para su desgracia ese día era, al día siguiente.
Era una locura y no había más culpable que él, recordó como cada uno de ellos había llamado no una, sino varias veces durante los dos últimos meses recordándole de la entrega de su dinero, obviamente a él nadie le decía que hacer, ni cuando hacerlo, así que no les había hecho caso, entonces se dio cuenta de que ya no le quedaba tiempo, trató de convencerlos de saltarse las reglas, pero ellos se habían mostrado firmes.
_ Hablé personalmente contigo con bastante tiempo de anticipación. - había dicho Simón.
_ Yo también. - asintió Aureliano.
_ También lo hice. - dijo Santiago. - recordarás que después de mi primera llamada, te negaste a contestar las demás.
_ ¡Es estúpido que pierda mi dinero por no estar en un lugar específico! - gritó furioso.
Los tres amigos se miraron, definitivamente ese hombre no aprendía, lo acababan de salvar de la muerte y él solo pensaba en sus ganancias y en culpar a los demás. No había agradecimiento en él, pero si exigencias.
_ Tú estuviste de acuerdo con esas reglas. - intervino Santiago. _ tu firma en esos documentos lo avala, además, te recuerdo que el plazo se vence mañana. Por mi parte tu dinero está listo para ser entregado y mis socios lo tienen también. - los miró. Ellos asintieron. _ así que aún tienes tiempo para llegar.
_ ¿Me ves en condiciones de poder hacerlo? - gritó furioso. _ esa gente se llevó mi camioneta y no sé cómo recuperarla.
Aun cuando está en contra de lo que firmamos, te voy a facilitar en qué transportarte, todos lo pasaremos por alto, solo tengo algo que advertirte. Recuerda que ninguno de nosotros puede ayudarte a partir de este punto. Nosotros nos retiraremos y esperaremos a que llegues a mi rancho, cuando estés dentro de mi territorio estarás a salvo, nadie te molestará, pero para llegar tendrás que cruzar por varios lugares, a los cuales no llega mi influencia. - mintió. Si bien era territorio enemigo, tenía hombres encubiertos por todos lados. _ deberás pasar sin llamar la atención y esperando que te dejen seguir, es cuestión de suerte. Debes tratar a la gente bien, aunque te cueste. - miró el gesto de desagrado de su rostro.
_ ¡Llegaré! -dijo decidido. _ ¡ni crean que les dejaré mi dinero!
_ Escucha esto. - escuchó la voz de Santiago ya exasperada. _ piensa bien que es lo que vas a hacer y cómo hacerlo.
_ ¿Crees que tú puedes darme consejos a mí? - se volvió furioso contra él. - cuando tú vas, yo ya vengo. ¿crees que puedes enseñarme a mí? - dijo con desprecio.
_ No me importa que tanto sepas y si seguirás mis consejos, que veo no son dignos de ti. Pero solo te digo que escojas muy bien el camino por dónde vayas, evita tomar atajos y escoge los caminos más largos, aun haciéndolo llegarás a tiempo. No le digas a la gente que eres extranjero, y no les muestres que eres de dinero y sobre todo respeta a la gente. Después de que nos retiremos estarás solo. Si por algún motivo necesitamos ayudarte, el contrato se cancela y perderás todo, no solo lo que te debemos, si no lo que pusiste como garantía. Ahora que sí leíste el contrato, sabes que es legal y lo perderás todo si incumples con él, al igual que nosotros lo perderemos todo si incumplimos en él, nuestros ranchos están como garantía.
_ ¡No estoy tonto! - gritó. _ ¡y no perderé nada! ¡Llegaré! ¡Lo juro!
_ Quiero que consideres si vale la pena arriesgar tu vida de esa forma. - volvió a hablar Santiago.
_ ¡Lo que quieren es quedarse con mi dinero! - los miró a la defensiva.
Lo que queremos es que no te pase nada. - intentó convencerlo una vez más. _ tienes la opción de regresarte en este momento, no recibes tus ganancias, pero no pierdes todo lo que has puesto como garantía, en cambio si sigues adelante, si lo logras te quedas con tu dinero y tus propiedades, pero él riesgo de no llegar es muy alto y perderías todo, además, puedes perder la vida en el intento, y muerto de que te sirve todo aquello por lo que estás luchando.
_ ¡No lograrás disuadirme! - dijo con molestia. Llegaré.
Ellos no dijeron más, simplemente se marcharon dejándole una de sus camionetas.
Cuando estaban a punto de marcharse, los tres escoltas que le quedaban, les rogaron que los sacaran de ahí, no les importó las estratosféricas cantidades de dinero que él les ofreció, ellos se fueron. No importaba, con ellos o sin ellos seguiría adelante, después de todo, cuando los necesitó, no le habían servido de nada, ahora sería diferente, aunque su estado de salud no era bueno, esos hombres lo habían golpeado, al igual que a sus escoltas, sin embargo, pensó que podía seguir, no podía perder esa cantidad exorbitante de dinero, que aún para él, que estaba acostumbrado a los lujos era mucha.
Así que avanzó, esos hombres estaban locos si pensaban que escogería los caminos más largos, seguramente era una trampa para hacerlo llegar tarde, pero no lo haría, no les daría el gusto de dejarles su dinero.
*****
Santiago miró a sus amigos, mientras escuchaba lo que la persona al otro lado de la línea le decía._ No entiendo que tiene ese hombre en la cabeza. - dijo después de colgar.
_ Tiene las monedas y los billetes tatuados en el cerebro. - dijo Simón. - es lo único en lo que piensa.
_ Debemos de suponer que ya no llegó. ¿Cierto? - los miró Aureliano.
_ Así es. - asintió Santiago. - ¿le era tan difícil seguir mis instrucciones? ¡CARAJO! - dijo con frustración. _ ese hombre merece lo que le suceda.
Los demás guardaron silencio. Entendían el dilema de Santiago. De verdad ese hombre merecía todo lo que le sucediera, sin embargo si lo dejaban a su suerte, quizás algún día James se sintiera culpable, aún cuando él no tenía nada que ver con lo que sucediera a ese hombre testarudo, sin embargo, lo conocían y sabían que se reprendería por no haberle prestado ayuda cuando la necesitó.
Ahora todo dependía de Santiago, de que decisión tomara él, dejarlo a una muerte segura o salvarlo pero dejarlo sin nada de lo que tenía. Ambos serían duros golpes para él. En el fondo se los merecía.
_ ¡Bien! ¡Tenemos cosas que hacer! - se puso de pie Santiago. - la vida sigue y nuestro socio no llegó. Los demás lo siguieron. Santiago ya había tomado su decisión.
NOTA:
Querid@s lector@s. Este debería de ser el final de la historia, más el epílogo. Me apena mucho, porque ya se los había anunciado, pero el epílogo me salió tan largo que decidí convertirlo en capítulos y darle otro final. Ahora sí, ya está terminada. La buena noticia es, que después de este, subiré doble capitulo hasta terminar. En total son 58, un epílogo y un epílogo especial.
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AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceÉl fue el hijo más deseado del mundo, pero también el más odiado, su padre, un importante diplomático de Estados Unidos, que viajó por varios países del mundo, amaba a su esposa y esperaba con alegría el nacimiento de su primogénito. Después de vari...