CAPÍTULO 30 JUNTOS

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Olivia estaba encantada con el departamento de James, era grande y espacioso, se hallaba en el piso veinte de un elegante edificio de apartamentos. Todo el piso era de él, la decoración era también elegante y sobria, ya le daría ella su propio toque, cuando conquistara su corazón y él le propusiera matrimonio.

Por lo pronto el plazo de un día que él le había dado para quedarse ahí, se había extendido y ya eran dos semanas las que hacía, que estaba ahí.

Todo estaba bien, Simón había dado su consentimiento, sus padres habían estado ahí verificando en manos de quién estaba su hija y que tan seguro era, el que no la había pasado nada bien había sido James ante tanto escrutinio, pero últimamente se le veía más relajado.

Ambos se estaban adaptando y habían creado su propia rutina.

Él la dejaba cada mañana en la universidad, ahí se encontraba con su guardaespaldas, luego él se dirigía hacia su trabajo. A mediodía la recogía y ella le preparaba la comida, luego el regresaba al trabajo y ella se quedaba en casa, cuando necesitaba salir por alguna razón, siempre era acompañada por Juan su guardaespaldas, que siempre permanecía cerca de ella, solo se marchaba cuando James ya estaba de vuelta en casa.

Era de noche James había llegado hacía rato y estaba saliendo de darse una ducha, su pelo aún húmedo la invitaba a tocarlo, deseaba tanto un beso de él, pero él parecía verla como si fuera su hermana. Odiaba que lo hiciera, pero aun así se sentía feliz de poder estar a su lado.

Ahora era la envidia de sus compañeras de clase y no solo de la clase, de la universidad entera, de toda aquella mujer que hubiese reparado en su presencia, nadie podía creer que la pueblerina, tuviera esa suerte, y no era un hombre el que estaba a su alrededor, eran tres y los tres parecían modelos de televisión, uno, definitivamente un guapo vaquero, que no les diría que era su hermano, otro, que parecía un escolta como los de las películas, alto, fornido y tremendamente atractivo, y no les diría que en verdad era eso, un escolta y por último, un guapísimo nerd que no tenía nada de nerd, salvo sus lentes, porque vestía a la moda, su cuerpo estaba bien trabajado, su sonrisa y su mirada eran la envidia de cualquiera y era de ella, a él si lo presumía como su novio, aunque él no lo supiera todavía.

_ Te estoy esperando para cenar. - dijo ella sonriente acercándose a él.

No podía quedarse con las ganas, e introdujo sus dedos por entre el húmedo y sedoso cabello de su nuca.

Estaban tan cerca que el olor de su colonia y el olor a limpio llegaron a ella.

Él no se alejó como hacía en otras ocasiones, se quedó estático, su respiración se volvió errática y ella no atinó a hacer nada, cuando él la rodeó con sus fuertes brazos y la besó, un beso tan apasionado que ella perdió la razón, no tenía dudas, él era el amor de su vida y nadie, jamás podría provocar lo que él provocaba en ella. Recordó a Leo Elizalde y aunque era extremadamente atractivo, el sueño de cualquier mujer, jamás había provocado en ella, nada de lo que ahora sentía con el hombre que la tenía aprisionada entre sus brazos.

*****
James no pudo resistir más, eran ya dos semanas de constantes provocaciones y de tener que contenerse, pero había llegado a su límite, no esperaría más, sabía que ya no podría vivir un segundo más sin ella, nada de lo que hiciera tendría sentido, si ella no estaba a su lado.

_ Quiero que vivas conmigo... para siempre. - dijo sofocado por la falta de aire cuando se separó por un momento, pero no le dio tiempo de contestar, tomó sus labios de nuevo. _ te prometo que te haré la mujer más feliz de la tierra. - susurró contra sus labios.

_ Si. - dijo sin vacilar entre jadeos.

_ Entonces ¿te casarás conmigo? - la separó para mirarla a los ojos.

_ ¿Casarnos? - lo miró incrédula.

_ No pensarás que quiero tenerte como mi amante. - observó la sorpresa en el rostro de ella. _ quiero que seas mi esposa, que nos casemos, que tengamos una familia, hijos, quizás una mascota.

_ ¡Si...! ¡si...! ¡si...! - lo abrazó gritando feliz. _ ¡me casaré contigo y haremos todo lo que tú digas, y seremos felices, muy felices! - su alegría se había convertido en llanto

_ ¿Te ofendí? ¿sucede algo? - preguntó intrigado buscando su mirada

_ Es... que... nunca pensé... que esto... sucedería. - dijo entre sollozos. _ y menos tan rápido. Te amo y no quiero separarme de ti. - lo abrazó con fuerza

_ No lo haremos. - correspondió a su abrazo. _ y yo también te amo y mi único fin es hacerte feliz.

_ No te voy a defraudar. - dijo ella aún entre sus brazos.

_ No lo harás amor. - dijo en un susurro depositando un tierno beso sobre su cabeza. _ porque sé que esperar de ti
- sonrió para sí mismo.

Sabía que no la tenía fácil, pero sin ella no viviría feliz, y sin ella su vida no era vida. Ahora lo que tenía que hacer era controlarse, no quería cometer una locura, ahora ella era su prometida, aún tenía que formalizar su relación hablando con sus padres y hermano y darle su anillo de compromiso. Quería respetarla y no sobrepasarse hasta no estar casados, aunque no podía dejar en el olvido que ella ya había sido la mujer de otro hombre y las dudas lo asaltaron, ¿y si él no era suficiente para ella? Si los comparaba ¿podría superar a Leo? Apartó esos pensamientos de su cabeza, aunque Leo fuera bueno, él la amaba y el amor no tenía precio, y al menos tenía esa ventaja sobre él. Aun así, tenía otro problema encima, ella no solo había sido la mujer de Leo, estaba casada con él.

Definitivamente necesitaba reunirse con él y entre más pronto lo hiciera mejor. Por lo pronto agendaría una cita para reunirse con Simón y luego con sus padres, de lo que ahí sucediera dependía lo que hiciera a continuación. Su madre tenía que ser partícipe de su felicidad y esperaba tenerla cuando menos el día de su boda, dudaba mucho que quisiera dejar su país, pero lo intentaría. Le debía tanto que lo único que deseaba era verla feliz.

*****
Roberth dudó en hacer la llamada, sabía lo ocupado que en esos momentos se encontraba Gustavo, pero esta decisión no podía tomarla solo. Miró el teléfono por el cual momentos antes había tenido esa conversación con aquel hombre, un hombre que podría significar mucho para James, o podría destruir su vida, la cual había luchado tanto por reconstruir.

AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora