CAPÍTULO 16 VISITAS

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_ ¡JAMÁS PENSÉ QUE FUERAS TAN IDIOTA! - Leo solo miró el puño de su padre dirigirse hacia su rostro. Esperó el golpe, pero nunca llegó. _ ¡MALDITA SEA COMO PUDISTE PERDERLA! ¡Y ESA BOLA DE INÚTILES! - gritó. ¡PARA QUÉ DEMONIOS LOS QUIERES SI NO TE SIRVEN PARA NADA!

_ Ya te dije que mis hombres no tienen la culpa, ellos no estaban.

_ PEOR AÚN. - volvió a gritar. _ TIENEN ORDENES DE ESTAR CONTIGO, DE DEFENDERTE, DE CUIDARTE.

_ Y también de obedecerme. - lo interrumpió. _ y yo quería estar a solas con mi mujer, ya estaba harto de que todo mundo estuviera escuchando lo que hablo y hago, simplemente quería intimidad.

_ Y MIRA EN QUE VINO A PARAR TU MALDITA INTIMIDAD. - vociferó. Por poco y te matan. - tocó el golpe que tenía en la cabeza, la sangre ya estaba seca. _ y si esos idiotas no hubiesen regresado estarías muerto. - ya no gritaba, estaba consternado porque su hijo preferido pudiera estar muerto en estos momentos.

_ Pero no lo hicieron padre. - dijo. Quizás sea cierto lo que se dice de Santiago Morán, no va por la vida matando gente, solo buscaba a su hombre y de paso rescató a la chica.

_ Esas son tonterías. Santiago Morán no va perder su tiempo buscando a un idiota que se mete al territorio de otra gente provocando conflicto entre grupos, estoy seguro de que no fue él, además, ese hombre por el que se supone que venía está muerto, si es tan listo como dicen ya debería de saber que no lo recuperará con vida. Incluso debería de intuir que no lograría llegar hasta, aquí, después de haber pasado por otros territorios, de hecho, yo no entiendo cómo es que lo logró, como nadie se dio cuenta, cómo nuestros equipos de rastreo no captaron la presencia de ese helicóptero.

_ Hablando de helicóptero. ¿cómo vamos explicar el que ese aparato esté en nuestro poder?

_ ¡No hay que explicar nada! ¿cómo carajos ellos lo van a saber?

_ ¡Tu no entiendes! - dijo exasperado. _ que ellos manejan tecnología mucho más avanzada y sofisticada que nosotros, seguramente tienen forma de rastrearlo hasta aquí, si no ¿cómo te explicas su presencia en nuestro territorio?

_ Ese es puro cuento. Buscaban a la chica y tú te estás creando historias que no son. Mejor vete, enviaré quien te atienda ese golpe y descansa, voy a creer en ti, aunque, conociéndote podría jurar que la dejaste libre y te inventaste esa historia de los hombres de Santiago Morán. No te doy un escarmiento solo porque eres mi hijo, que si no... - le hizo señas para que se retirara.

Leo obedeció de inmediato, pensó que le iría peor, pero su padre realmente lo amaba, de eso no tenía dudas, a nadie le hubiera perdonado esa falta, ni siquiera a Jorge, a quien también amaba, sin embargo, era consciente de que con él era, y siempre sería especial. Su padre idolatraba a su madre y él era lo único que le quedaba de ella, así que lo cuidaba como su más grande tesoro, aunque igual que los demás a veces se llevaba lo suyo, cuando la irá lo cegaba, como ahora que estuvo a punto de pegarle, aunque no lo había hecho

*****
Emiliano Elizalde sudaba copiosamente. Lamentaba tanto no haber prestado oídos a su hijo.

Al parecer ya era demasiado tarde, ni aun viéndolo con sus propios ojos podía creer que tuviera ahí frente a él, a nada más y nada menos que Santiago Morán, a su lado se hallaba su siempre fiel mano derecha Bruno, afuera lo esperaba un contingente de cinco hombres armados y él se preguntaba ¿cómo habían llegado hasta la sala de su casa?, Afuera la vigilancia estaba intacta, ¿cómo es que se habían colado? ¿acaso nadie los vio? Y si los vieron ¿porque carajos nadie los detuvo o al menos lo previnieron? No lo sabía porque no había tenido tiempo de hacer nada, incluso sus escoltas, que esperaban a las puertas de su casa estaban tan sorprendidos como él, no habían podido hacer nada cuando ya estaban sometidos, sin un disparo y sin armar escándalo.

*****
Leo no se sorprendió cuando entro a la sala llamado por su padre y ahí estaba Santiago Morán y su inseparable hombre de confianza, Bruno, al contrario si se sorprendió de no ver ahí también a Simón Mendoza, ahora sabía con certeza que su esposa y su "novio" siempre habían dicho la verdad y él y su familia estaban metidos en un serio problema, sin contar conque, lo que se decía de Santiago era cierto, la prueba era, que con unos cuantos hombres habían logrado entrar a su territorio y a su casa, rompiendo con todos los cercos de protección que su padre tenía, sin disparar una sola bala y sin alboroto alguno, estaba seguro de que aparte de sus escoltas privadas, nadie más estaba enterado de la presencia de esos hombres ahí.

Pero eso no era todo, ahora su gran mentira se vendría abajo, cuando Santiago preguntara por la chica, su padre se daría cuenta de que él le había mentido descaradamente y sabía que las consecuencias ahora sí serían graves. No temía por él, pero su padre sabía cómo castigarlo donde más le dolía y estaba aterrado por ello.

_ Él es mi hijo Leonardo. - lo presentó. Quizás él pueda aclarar sus dudas.

_ Mucho gusto. - extendió su mano y lo saludó. _ es una sorpresa tenerlos por aquí. Espero que su visita sea amistosa.

_ Eso depende por completo de ustedes. - dijo serio. _ no acostumbro a hacer visitas de cortesía.

_ ¿Puedo saber qué es lo que los trae por nuestro territorio?

_ Uno de mis hombres está desaparecido. - dijo sin rodeos.

_ ¿Y qué es lo que les hace suponer que él pueda estar aquí? - dijo Emiliano.

Santiago podía notar su nerviosismo, y su palidez cuando menciono a su hombre desaparecido, en cambio su hijo se veía sereno y nada sorprendido, eso le revelaba algunas cosas.

_ Quizás el saber que uno de mis helicópteros está aquí. - dijo seguro.

Leo vio como su padre iba a negarlo y no podía permitírselo, eso empeoraría las cosas.

_ Padre. - intervino. _ sé que tienes que salir y se te está haciendo tarde, yo me encargo de atender a nuestros invitados.

_ Quiero escuchar lo que tengan que decir. - dijo. _ y sobre todo saber porque se llevaron a tu esposa.

_ Eso es algo entre su hijo y yo. - dijo Santiago comprendiendo el dilema de Leo. _ definitivamente quiero saber en dónde está mi hombre y porque ustedes tienen mi helicóptero, no me interesa quien de ustedes dos resuelva mis dudas, pero lo de su esposa, eso lo trataré solo con su hijo. Al parecer mis hombres ya tuvieron un encuentro con él. - dijo tentativamente, mirando el golpe reciente en su cabeza.

_ Entonces los dejo para que hablen. - dijo molesto. _ Leo podrá contestar a todas sus preguntas.

_ Preferiría que no se alejara de la casa. - se adelantó Santiago. _ mis hombres podrían confundirse y disparar.

_ Supongo que puede arreglar sus asuntos desde su despacho. - pidió Leo.

_ No le veo ningún problema. - dijo. Santiago, sabía que no podía hacer nada, ni alertar a nadie, desde ahí y a cierto radio a la redonda, no había señal, ni forma de comunicarse con nadie.

AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora