CAPÍTULO 25 EN MANOS ENEMIGAS

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_ Ahora me vas a pagar con creces lo que me hiciste. - se acercó a ella con el rostro desfigurado. _ crees que no sé, qué ese idiota te defendería si pudiera. - acarició su rostro con sus sucias y ásperas manos. _ pero no puede. - río a carcajadas. _ porque lo tengo en mis manos y siempre va a hacer lo que yo diga. - se dejó ir contra ella, sofocándola de nuevo, solo que está vez ella ya había cortado sus ataduras y lo dejó acercarse, sintió como empezó a pasar sus manos por su cuerpo y también lo dejó, quería que se relajara y se descuidara, estaba segura de que, ni siquiera se daría cuenta de lo que le sucedería.

Cuando sintió que era el momento, tomó valor y sin vacilar uso todas sus fuerzas para pasar la navaja por el cuello del hombre, supo que había logrado su cometido cuando sintió que aflojaba la presión sobre ella, se llevaba las manos al cuello y de inmediato se teñían de sangre, ni siquiera alcanzó a gritar, ella miró horrorizada como de inmediato un charco de sangre se formaba junto a su cuerpo desvanecido. Ella también estaba a punto de desfallecer de la impresión, pensó en herirlo para poder escapar, nunca se imaginó que podría quitarle la vida, pero lo había hecho, sin proponérselo había cortado su yugular y ahora estaba muerto y ella no sabía qué hacer. Su única opción era esperar a que alguien entrara, quizás de uno en uno podría golpearlos y someterlos, era su única opción, porque aún quedaban tres, sin contar a Samuel, quien quizás ahora que ya no estaba su jefe le ayudaría contra los otros. Pero no lo sabía.

No supo cuánto tiempo permaneció ahí, ni siquiera se había dado la oportunidad de pensar en James, su prioridad era estar atenta a la gente de fuera para ser certera y no fallar cuando entraran, o estaría perdida.

Estaba aterrorizada, pero no podía darse el lujo de ponerse a llorar, tenía que ser fuerte, confiaba en que James hubiese podido salir del río, lo deseaba con toda su alma, aunque en el fondo sabía que era muy difícil, por no decir que imposible.

Sus sentidos se pusieron en alerta, cuando escuchó como la puerta iba a ser abierta. Se preparó para atacar, sin embargo, quien abrió, no entro de inmediato, seguro miró el cuerpo ensangrentado de su jefe y retrocedió para dar la voz de alarma.

Asustada no atinó que hacer, quizás si salía corriendo detrás de él, tuviera una oportunidad de escapar introduciéndose al interior del bosque, estaba a punto de hacerlo, cuando escuchó su nombre, aun así, se quedó estática, no reconocía la voz. Su instinto la hizo ponerse en posición de ataque, levantó el pesado madero que tenía listo para defenderse.

*****
_ Tengo que regresar por ellos. - protestó Oscar ante la orden de su jefe de volver al rancho. _ el lugar en donde se quedaron no es para nada seguro.

_ Te quiero de regreso ya. - ordenó Leo tajante, daba la impresión de que James y Olivia no le importaban, pero no quería arriesgar más a Oscar de lo que ya lo había arriesgado, no se perdonaría si lo perdía en un asunto en el que nada tenía que ver, habían sido su padre y su hermano los orquestadores de todo este lío y de que ellos estuvieran ahora en una situación de riesgo. Daba gracias a Dios de que a pesar de todo Oscar estuviera a salvo y hubiese podido comunicarse con él, sabía que ya estaba en territorio seguro al lado de algunos de sus hombres, así que no, no lo dejaría volver. _ con tu informe, su gente se encargará de ellos.

_ ¿Y si no llegan a tiempo? - insistió.

_ Es algo que a ti ya no te concierne. - se puso duro. _ ya hiciste más de lo que debías, por poco y no la cuentas, así que te quiero de regreso. - escuchó como el aceptaba resignado y colgó, luego marco otro número.

Después de colgar, no se quedó quieto, organizo otro grupo de hombres a la distancia y con gente que estaba más cerca del lugar, ya fuera para que sirvieran de apoyo a la gente de Santiago o que cuidaran de ellos, en lo que Santiago llegaba. Los enviaba consciente de que las cosas se le podían salir de control, ya que estaría invadiendo territorio enemigo y de ser descubiertos o de haber un enfrentamiento, traería graves consecuencias para su padre. Aun así y como había dicho Oscar, no podían dejar a esos chicos a su suerte, sobre todo sabiendo cuan probable era que fueran descubiertos.

*****
Santiago recibió la llamada de Leo Elizalde. Le decía por dónde era que habían visto por última vez a su hombre y a la chica y que era muy probable que aún los encontraran ahí. Le advertía del peligro y le informaba que estaba enviando a un grupo de apoyo.

Mientras él repetía lo que Leo le estaba informando, Bruno ya estaba dando los datos al equipo de Roberth.

Unos minutos más tarde tenían la ubicación exacta, no pudo ser otra porque era la única cabaña que el satélite detectaba a varios kilómetros a la redonda, así que no había margen de error, de inmediato Santiago empezó a organizar a sus hombres, si bien en esas regiones tan apartadas de sus dominios no tenía presencia de su gente, en ese tiempo de búsqueda, había empezado a introducirlos poco a poco, por lo que ya contaba con un sólido grupo de apoyo al que podía recurrir en caso necesario, sin embargo, aun así eran ellos quienes más próximos se hallaban a su lugar de destino.

_ ¡En marcha! - dio la orden a sus hombres. _ es la mejor noticia en tantos días. - se volvió hacia Bruno.

_ Por fin. - dijo él con una sonrisa en sus labios. _ pronto los llevaremos a casa y todo habrá terminado.

_ Es lo que más deseo. - suspiró. _ que todo acabe... Por Simón, por sus padres por James y Olivia y por nuestras familias.

Bruno asintió, ambos estaban melancólicos, ya tenían mucho tiempo fuera y no solo ellos sufrían, sus familias también lo hacían por su larga ausencia y aunque los hijos de Bruno ya eran grandes, los amaba y los extrañaba, así como a su esposa, en cambio los de Santiago aún eran pequeños y no se diga cuánto extrañaba a su querida Lizzy.

AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora