Maratón: 2do. Capítulo de 3
Jackson Miller miró satisfecho a su alrededor, y aunque no le permitieron a su equipo de seguridad pasar, por alguna razón se sentía seguro, y a pesar de sentirse superior a toda esa gente, se sentía como en casa, una sensación extraña y más extraña, porque en esos momentos sentía la presencia de su amada esposa más cerca que nunca, quizás fuera porque en varias ocasiones le había parecido verla a través de James, lo cual era una locura, aunque quizás era eso, lo que lo atraía tanto a ese joven, porque en él, veía ciertos rasgos de ella, en ocasiones, algún gesto, algún ademán, sabía que era imposible, pero eso no quitaba que él se la recordara, incluso el estar ahí, en esa ceremonia. De no haber sucedido lo que sucedió, bien podía haber sido su hijo el que se casara y su esposa Margaret, quien lo acompañara. Todo sería tan distinto.
Un rictus de dolor se dibujó en su rostro, aunque lo deseara, ella no estaba ahí, y nunca lo estaría, y ese maldito bien podía morirse dondequiera que se encontrara, no lo quería y no lo quería ver en su vida, era su culpa que ella no estuviese, él la había asesinado, y pensar hubo un tiempo en el que lo habían esperado con tanta alegría, con tantas expectativas. De haber sabido, él mismo hubiera ocasionado que no naciera, no lo quería, no sin su esposa, él era el que debería de haber muerto, no ella.
Los aplausos lo volvieron a la realidad, James y su hermosa esposa eran el centro de atención. Los miró bailando y sonrió. Que diferente sería todo si en lugar de ese bastardo, James fuera su hijo, era tan fuerte, tenía carácter, era valiente, era exitoso, trabajador, un hombre respetable, ahora formaría su propia familia, le iría bien, y él estaría cerca. Si o si, lograría que lo incluyera en su círculo más cercano de amistades.
No era que lo trataran mal, o que lo ignoraran, pero
Parecía mentira, que en todo el tiempo que llevaba ahí, no había podido acercarse a él, de no ser porque parecería un paranoico, pensaría que se lo estaban impidiendo, pero la realidad era que no, simplemente no se había dado la oportunidad. Sin embargo, el trato hacia él, siempre había sido privilegiado y a pesar de que esa gente no lo conocía, nunca lo habían dejado solo.*****
La música se escuchaba a lo lejos, seguro nadie los echaría de menos, excepto James, pero no se preocuparía porque los conocía y sabría que si estaban reunidos lejos de donde deberían de estar disfrutando de su boda, era por algo importante y deduciría que era a causa de su padre y que era por evitarle a él algún sobresalto, el día más importante de su vida.Los hombres de la sierra estaban reunidos. Durante toda la celebración, uno a uno se habían turnado para distraer a Jackson Miller, a veces solos, a veces acompañados de sus lindas esposas, el caso era, no dejarlo acercarse a su hijo, porque no se lo merecía, aunque no tuviera idea de que se trataba de él.
En estos momentos, quien se hallaba sentado a su lado sacándole conversación era Damián, era con quién más identificado se había sentido, porque era quien se veía más decente, más civilizado, él estába más a su altura y tratándose de negocios él era el más indicado. Aun así, no les había puesto objeción a ninguno de los demás, y era porque cada uno le daba lo que quería, ese hombre egocéntrico y pagado de si mismo, se sentía en las nubes porque todos reconocían que era alguien importante y le daban el trato que creía que merecía y a nadie le importaba el tener que adularlo y hacerle creer que de verdad era superior a ellos, porque a ellos eso no les quitaba el sueño, mientras cumplieran su propósito de mantenerlo fuera del camino de su amigo, no importaba lo que tuvieran que hacer, ya llegaría el momento de bajarlo de su nube y que supiera cuál era su valor real en este mundo y en esta sociedad, al fin y al cabo, ellos no tenían prisa por desenmascararlo.
_ No veo la hora de callar a ese vanidoso. - dijo Aureliano frustrado ante sus amigos.
_ Yo quisiera llevármelos por un buen tiempo a mi rancho, le enseñaría humildad. -dijo Lorenzo. _ ¿no es así Miguel?
Él asintió con una sonrisa.
_ Con gusto te ayudaría. - dijo.
_ No tan de prisa. - los miró Gustavo. _ ya pagará por lo que le hizo a James.
_ Estoy de acuerdo. Intervino Roberth, él solo se está poniendo la cuerda que lo ahorcará, de tener que hacer algo nosotros, será muy poco. El solito lo está haciendo todo. - sonrió a sus amigos.
_ Es un ser despreciable y por lo visto nunca ha sido de otra forma. - concluyó Nicolás, que no perdía de vista a su esposa, a quien podía ver desde su posición, y por lo visto también ella lo tenía localizado, le envío un beso y su hermoso rostro dibujó una sonrisa cuando él se lo devolvió.
_ Quizás cuando vivía su esposa era mejor persona. - sonrió Simón, viendo lo que esos dos hacían. Si él tuviera a la vista a su esposa actuaría igual.
_ Puede ser, pero por mucho que la haya amado, no es pretexto para deshacerse de su hijo y menos odiarlo a tal grado. - dijo Gustavo. _ lo que creo es que quizás no estaba preparado para ser padre y el deseo de tener un hijo era de ella, sin ella todo se le vino abajo y volcó toda su frustración sobre quién tenía a la mano.
_ Pero ¿durarle toda la vida? - protestó Roberth. _ es patético. No estamos hablando de alguien que le hizo daño, era un bebé que apenas si llegaba al mundo, que ni siquiera había tenido la oportunidad de hacer bien o mal.
_ Esa gente no distingue, para ellos no hay diferencia, solo necesitan alguien a quien culpar por sus fracasos y sus miserias. - habló Santiago. _ por eso nunca se arrepienten, porque sería aceptar que los únicos culpables son ellos y eso no está en sus planes. Este hombre necesita un escarmiento y creo que se lo dará el mismo como dijo Roberth. Nosotros por lo pronto lo único que tenemos que hacer es evitar que se acerque a James, lo desea tanto que se ha "rebajado" a mezclarse con nosotros, gente inferior a su categoría. - sonrió.
_ Ese hombre no tiene un pelo de tonto. - los miró Gustavo, les apuesto a que ya intento hacer negocio cuando menos con alguno de ustedes.
_ Estamos de fiesta. - dijo Lorenzo con diversión. _ y nadie trae el trabajo a las fiestas, al menos yo no y ese hombre ya tiene mi palabra de que haremos negocios juntos en el campo de la minería. Es más, ya hubiésemos firmado un contrato, si yo lo trajera conmigo.
_ Por lo pronto ya se dio una vuelta por mi rancho. - dijo Simón. _ y estuvo haciendo preguntas, no le alcanzó el tiempo para ver mucho, pero, ya me insinuó que podemos hacer negocios, por supuesto no lo defraudé y le dije que sí, sin embargo, lo alcancé a escuchar hablando con alguien y le contaba feliz que había encontrado una mina de oro con un montón de rancheros incultos y según él, nos sacaría provecho.
Se miraron unos a otros, unos rieron y otros apenas si sonrieron, pero todos estaban de acuerdo en que eso estaba por verse.
_ También conmigo quiere hacer trato. - dijo Santiago. _ al parecer le interesó mi ganado, por supuesto quiere buena calidad, buen tiempo de entrega, pero eso sí un precio irrisorio, como si yo no supiera de exportaciones, sin embargo, estoy dispuesto a cooperar con él. - dijo con malicia.
_ A ese bastardo le va a pesar habernos conocido. - dijo Gustavo.
_ Y más le va a pesar haberse metido con nuestro amigo James. No tiene idea de lo que le espera si sigue con su plan de aprovecharse de estos "pobres rancheros"
Todos rieron, mientras regresaban a la fiesta.
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AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceÉl fue el hijo más deseado del mundo, pero también el más odiado, su padre, un importante diplomático de Estados Unidos, que viajó por varios países del mundo, amaba a su esposa y esperaba con alegría el nacimiento de su primogénito. Después de vari...