Olivia se despertó de madrugada, como todos los días, cuando Leo salía de la cama para empezar su día. Permaneció estática como lo hacía cada mañana hasta que escuchaba la puerta del dormitorio cerrarse, entonces se permitía respirar tranquila.
Pasaba ya de las dos semanas, que estaba en poder de esa gente, los Elizalde, era un grupo criminal, su líder principal, Emiliano Elizalde y sus dos hijos, Leonardo y Jorge.
Recordó cómo fue Jorge quien la secuestró ayudado por los amigos que un amigo de uno de sus amigos tenía. Luego supo que la habían escogido simplemente porque supieron que provenía de rancho y pensaron que era lo que Jorge necesitaba, así de sencillo. No podía creer que esas cosas sucedieran, pero sucedían y ahora le había tocado a ella.
Recordó cómo empezó a notar que un pequeño grupo de jóvenes siempre estaban cerca de donde ella se encontrara, ya fuera en las instalaciones de la universidad o fuera de ellas. Cuando comprobó que efectivamente estaba siendo vigilada, intentó evadirlos, como nada funcionó, pensó que yendo a una plaza comercial abarrotada de gente los perdería y luego regresaría al rancho de su hermano y se lo contaría, él sabría qué hacer, sin embargo, todo salió mal, a pesar de que ahí inesperadamente se encontró con su eterno amor platónico, aquel joven serio que estuvo en la boda de su hermano. Había escuchado tanto, hablar de él, de sus habilidades con las computadoras, de como era capaz de meterse donde nadie podía hacerlo, y encontrar información, donde nadie lo lograba, era tan eficiente en lo que hacua, que la inspiró para querer estudiar una carrera que tuviera que ver con ello y cuando por fin lo conoció en persona, quedó maravillada con él, era sumamente apuesto, callado y gentil, lo había imaginado como un joven delgado, frágil, algo pálido por pasar la mayor parte de su tiempo tras un computadora, pero se sorprendió, su cuerpo lucía firme y tonificado, su rostro no tenía nada de pálido y mucho menos lucía debilucho y desgarbado como lo imaginaba, y aunque era callado, su saludo era firme, su voz gruesa y varonil, y esos lentes que le daban un aire intelectual, si antes soñaba con él, ahora se había convertido en su obsesión.
Ella se había informado y conocía muchas de sus hazañas cibernéticas, sabía que era el mejor localizando gente y rompiendo cualquier tipo de restricción para colarse hasta en los sitios mejor protegidos del planeta. Se alegró tanto cuando se dio cuenta de que se hallaba en la misma plaza comercial que ella, así que con rapidez y tratando de que los chicos que la vigilaban no se dieran cuenta escribió aquella nota, estaba segura de que él la ayudaría, no le habló directamente para no comprometerlo y no ponerlo en la mira de los jóvenes, pero sabía que el daría la voz de alarma a su hermano y sería él, quien actuara para protegerla.
Después de dejar la nota en uno de los bolsillos de su chaqueta al fingir tropezar con él, salió dispuesta a evadir a sus perseguidores, se sentía más confiada, después de todo la ayuda no tardaría en llegar,, sin embargo, al salir otro grupo de jóvenes ya la esperaba, no los conocía y no eran universitarios. Uno de ellos se acercó y sin darle tiempo a nada le tapó la boca y puso algo en su nariz, de inmediato perdió el sentido.
Cuando despertó, se encontraba ya en ese rancho, aunque de momento no lo supo, hasta después, cuando el padre de esos hombres entro a la habitación en donde la tenían.
_ Así que estás familiarizada con la vida de rancho. - fue lo primero que dijo cuando la vio. _ estoy seguro de que serás una buena esposa para mi hijo. Prepárate porque mañana será la boda. - dio la media vuelta y se dirigió hacia la salida. _ bienvenida a casa y a la familia. - salió con una sonrisa en el rostro.
Esa había sido la primera vez que lo había visto, la segunda fue cuando estaba ante el juez y con él parado a su lado, con una pistola apuntándole discretamente, para que dijera el sí acepto.
La boda había sido a todo lujo, con música en vivo, con muchos invitados, por supuesto ella no conocía a nadie y había tenido que sonreír toda la noche, aunque estuviera tan asustada.
_ ¡Ves a esa chica! - le había dicho Emiliano cuando la había llevado casi a rastras hasta un cuarto solitario cerca de los establos. _ me han llegado rumores de que no quieres casarte con mi hijo. _ mírala bien. - la había tomado del cabello obligándola a ver a la joven. Estaba amarrada a un poste ubicado casi al fondo del lugar y dos hombres con cara de pocos amigos cuidando de ella. _ si tú cometes una tontería, o te rehúsas a cumplir con él, ella pagará las consecuencias. - y a una señal de él, un hombre se acercó a la joven y le propinó una fuerte bofetada, ella se estremeció ante su grito de dolor y luego su llanto.
_ Esta fue una simple bofetada. - se volvió Emiliano hacia ella, y no es nada con lo que mis hombres le harán si tú no cooperas, no tienes idea de lo que son capaces. - sentenció.
Así que ese día se había parado ante el juez y ante los invitados a fingir que estaba de acuerdo con esa boda y que estaba feliz.
Nunca nadie se imaginaría que jamás en su vida había visto al novio, hasta ese momento.
_ Hay demasiado trabajo. - le dijo en una de las pocas ocasiones en las que le dirigió la palabra. _ como para irnos de luna de miel, así que la pospondremos por unos días, no nos podemos escapar de ella, porque mi padre no nos dejaría en paz, pero ya lo haremos. - le había dedicado una sonrisa.
El hombre no era feo, por el contrario, era sumamente atractivo, mucho más que su padre o su hermano o cualquiera de los que se encontraban ahí presentes, pero ella solo tenía ojos para James y solo en él podía pensar en esos momentos, sabía que cuando le dejó la nota, se arriesgaba a que no la viera y por lo visto no la había encontrado. Eran ya dos semanas y las cosas no parecían cambiar para ella.
Recordó el miedo que sintió durante toda la ceremonia, pensando que algo no le fuera a agradar a ese hombre y sus hijos y la chica que tenían prisionera lo fuera a pagar, y
el terror que sintió, cuando los primeros invitados se empezaron a marchar, y después, cuando su ahora esposo la tomó del brazo y le dijo que era hora de retirarse.Cuando iban a medio camino se detuvieron él había mirado a su padre y dejándola ahí se acercó a él, estaban lo suficiente mente retirados como para no poder oír lo que hablaban, pero ambos se gritaban, Leo se veía sumamente furioso. Por lo visto las cosas no le habían ido bien a él, porque se alejó furioso de su padre, la tomó a ella con brusquedad y la condujo hacia una de las lujosas casas que se encontraba dentro del rancho cerca de la casa principal. Después supo que era una de las casas de él.
Sin contemplaciones la llevo hasta una de las habitaciones, la casa parecía estar vacía.
Lo miró cerrar con llave y la angustia se apoderó de ella.
_ ¡Desvístete! - lo escuchó gritarle.
Ella lo miró asustada.
_ ¡Lo haces tú o lo hago yo! - volvió a gritar. Y miro como se acercaba a ella, su rostro aún estaba descompuesto por la furia, pero ella, ¿qué culpa tenía de sus problemas con su padre?
Asustada dio un paso atrás y se topó con un muro, él la arrinconó y con su puño dio contra la pared, logrando que ella soltara un grito de terror, luego lo vio sonreír satisfecho.
_ Te estás tardando. - dijo en voz alta, como si ella estuviera sorda o no entendiera lo que él le decía. Acto seguido vio con horror como tomaba su vestido y lo rasgaba en pedazos.
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AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS No.1️⃣2️⃣//SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceÉl fue el hijo más deseado del mundo, pero también el más odiado, su padre, un importante diplomático de Estados Unidos, que viajó por varios países del mundo, amaba a su esposa y esperaba con alegría el nacimiento de su primogénito. Después de vari...