Prólogo

6.7K 425 33
                                    








El frío viento de invierno azoto la cara de Caroline cuando esta salió de su pequeño apartamento en Dublín. Acostumbrada a este clima, la pelirroja se dispuso a seguir su camino hacia el buzón dónde tomó el correo del día.

—¡Buen día, señorita Caroline!

—¡Buen día, Mason!—Le responde con una sonrisa esta a su pequeño vecino, el cual tenía la costumbre de saludarla todas las mañanas camino a la escuela.

—Hoy el día está hermoso, ¿no crees?— le habla el niño mientras se posiciona al lado de esta.

Caroline mira el cielo, notando que este está de un gris muy pálido y esta hace una mueca antes de mirar al pequeño. Nunca entendió la fascinación de los británicos de decir que el día está hermoso, cuando en realidad este solo está de un gris menos pálido que ayer y así la mayoría del año. Su madre solía decirle que era la manera de encontrar felicidad en los pequeños detalles, haciendo que la pequeña Caroline estuviera todas las mañanas sentada en el patio trasero viendo el cielo, con una pequeña esperanza de que el sol saliera tras el gran cielo gris de todos los días.

—Tienes Razón, Mason—afirma pasando un brazo por los hombros del rubio—es un día hermoso.

Y así siguen su camino, riendo y conversando, hasta que esta tiene que despedirse del pequeño en la entrada de su pequeña escuela. El niño se despide de esta agitando la mano de manera efusiva mientras le regala una sonrisa de pocos dientes, a lo que la pelirroja responde de igual manera mientras espera que el contrario termine de hacer su entrada. Esta suspira continuando su camino y por su mente pasa su hermano. Esta rápidamente ojea el correo y ve que uno de los remitentes es: "Thorne" esta sonríe y espera que la carta contenga fotos nuevas de su sobrino Karl.

—Buen día, Caroline—La saluda su compañera Evangeline cuando esta llega al hospital—, acá está tu café. Debes tomarlo rápido porque necesitamos manos extras el día de hoy, emergencias está a un paciente de explotar.

—Buen día, Evangeline—Le saluda esta rápidamente mientras toma el vaso de café— ¿habrá un día en que vuelva de mi día de descanso y emergencias no este hasta el tope?

—¡Todo es un caos sin ti, Caroline!—escucha esta al fondo, a lo que responde con una risa, mientras se apresura a ponerse su uniforme.

Esta llega rápidamente a la sala de enfermeras donde saluda a un par de colegas para dirigirse a buscar su uniforme. La pelirroja ya experimentada, se cambia en tiempo record mientras le da pequeños al café que le dio Evengeline. Esta termina de guardar sus cosas y mira las cartas que tomo esta mañana, suspira antes de guardarlas para darse un recordatorio mental de leerlas más tarde. Toma todo lo necesario para cumplir con su larga guardia del día y se dirige directamente a emergencia, donde tiene que atender a un pobre adolescente que estaba jugando con la caña de pescar de su padre, haciendo que el anzuelo se quedara enganchado en su mejilla.

—Hay dos maneras de hacer esto, ¿okay?— le empieza a explicar la inglesa al adolescente que la mira con ojos asustados y la boca muy abierta— 1. Te puedo anestesiar, pero tendrás que soportar dos agujas al mismo tiempo y por tu rostro, no creo que quieras eso, ¿no?— el chico niega rápidamente más asustado aún— y 2. Puedo sacar eso de un tirón y será un dolor de una sola vez ¿que dices? Claramente luego te daré calmantes y eso ayudará, creo que no necesitarás sutura.

Esta mira a la madre del chico, la cual está tres veces más asustada que el mismo, la cual sólo ve a su hijo esperando una respuesta. El chico se arma de valentía y sube su mano izquierda mostrando un "dos". Caroline sonríe y calma al chico antes de proceder a desinfectar la zona y empezar con la extracción. Esta empieza a contar hasta tres, antes de sacar el anzuelo de la cara del chico y este suelta un grito, al cual le sigue el grito de la madre del chico. Caroline intenta aguantar una carcajada y se mantiene lo más profesional posible mientras desinfecta y venda al chico.

—¿Café?— Le ofrece nuevamente Evangeline cuando Coraline, después de una larga jornada de 9 horas, vuelve al puesto de la morena.

—Y un cigarrillo, por favor.

—¿Que tal el día de hoy? ¿Sangriento?— A lo que Caroline responde con una risa apagada.

—Para nada, solo un par de raspones—Responde la pelirroja, sabiendo que ella nunca volverá a ver más sangre en toda su vida como lo hizo en la Primera Guerra Mundial— amaría quedarme otro rato contigo, Evangeline, pero mi hermano me envió una carta y estoy muriendo por ver si son fotos de mi sobrino.

—No olvides mostrármelas cuando vuelvas, ese niño es una hermosura—le responde la contraria guiñándole el ojo, gesto el cual copia.

Caroline se dirige a su locker para buscar dicha carta, cuando ya la tiene en sus manos, se dirige al patio trasero del hospital para poder encender su cigarrillo en paz y no molestar a nadie. Al salir al patio, el frío de la tarde la golpea en el rostro y está sonríe un poco, el frío la have volver de golpe a la realidad todo el tiempo. Esta se sienta en unos bancos alejados y enciende su cigarrillo dándole la primera calada de manera profunda, expulsa el humo por la nariz leyendo el nombre del remitente en la carta, haciendo que su ceño se frunza al leer: "Thorne, Ada" Su corazón se acelera un poco, mientras con un poco de desespero logra abrir la carta.

"Querida Caroline

Espero no te asustes cuando veas que soy yo la remitente y no tu tonto hermano.

¿Como estas? espero te encuentres bien. Me dirijo a ti de manera urgente para informarte que Freddie está enfermo y los médicos aún no tienen un diagnóstico completo, sus síntomas no coinciden con ninguna de las enfermedades comunes. El, a pesar de estar en cama, no se siente "demasiado mal" (es así como este me lo describe) pero le gustaría que su hermana Caroline se encontrará aquí para curarlo, ya que ella es la mejor enfermera de todo el Reino Unido (palabras de Freddie, aunque no lo dudo) en fin, esperemos esta carta llegue a ti con prontitud y puedas venir a curar a tu querido hermano.

Con amor, Ada Thorne."

Caroline suspira con pesadez, mientras que con nerviosismo mira la fecha de emisión de la carta "10 de enero, 1922", hace 6 días. Esta no termina de fumar su cigarrillo y lo aplasta contra la hierba húmeda bajo sus pies y se apresura a buscar sus cosas para irse de inmediato. En su camino se tropieza con varios compañeros, cosa que no le podría importar menos en este momento, ya que su hermano; hermano al cual tenía más de 2 años sin ver, estaba enfermo y nadie sabía de que carajos. Tomo todas sus cosas y sin importarle que, salió disparada de la sala de enfermeras, con un millón de cosas en su mente; su hermano, Freddie, Ada, Karl, su antigua vida en Birmingham, el. Absolutamente todo la arrolló sin previo aviso y la pelirroja se sintió pequeña nuevamente, se sintió como la Caroline de 9 años aferrada a la mano de su madre moribunda en la cama de su antiguo hogar, mientras le pedía que no se fuera, se sintió como la Caroline adolescente despidiendo a su hermano en la estación de trenes de Birmingham por la guerra, sin saber si volvería a ver al mismo. Se sintió perdida nuevamente.

—¿A donde vas quería?— le cuestiona de manera preocupada Evangeline— ¿está todo bien?—A lo que Caroline niega con la cabeza.

—Tengo que volver a Londres, me necesitan urgente—Anuncia esta y sin más, sale por la puerta principal del hospital.


















Hola, ¿como están? Yo nerviosa jajajaj. He tenia esta idea por muuucho tiempo en mi cabeza y por fin decidí materializarla, así que espero este prólogo les guste y así con toda esa novela.

Sin mas que decir, disfruten.

M.

𝐂𝐚𝐫𝐨𝐥𝐢𝐧𝐞 || 𝐓𝐡𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐒𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora