Capítulo II

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Tommy Shelby se encuentra viendo lo que solía ser El Garrison, el cual se encuentra degradado a nada. Este escucha como uno de sus policías aliados, Moss, le indica todo lo sucedido.

—Diremos que el gas tuvo algo que ver. Acaba de ser instalado.

Y sin más, este le pasa un fajo de billetes al policía, que lo toma sin decir una palabra, mientras lo guarda en uno de los bolsillos de su uniforme.

—Señorita—Habla Moss cuando a sus espaldas se escuchan pasos sobre vidrios rotos—la estructura aun no ha sido declarada segura.

—Al parecer ni un trago de consuelo podré obtener hoy— pronuncia Caroline posicionándose al lado de Tommy. Esta empieza a recorrer las ruinas del Garrison con su vista, antes de posarla en el policía, el cual de intimida por la pelirrroja y se retira del lugar de manera silenciosa— ¿Así que ahora te encargas del Garrison, Tommy?

—Se encarga Arthur, yo soy el dueño.

La chica rueda los ojos ante la respuesta del contrario y recorre el sitio bajo la atenta mirada de Tommy. Esta se agacha para recoger confeti qué hay en el suelo y lo levanta hacia este con una mirada cuestionante.

—Creo que alguien nos está invitando a una boda—Habla este tomando el confeti que le tiende esta, confeti el cual posteriormente deja caer en los escombros. Tommy se coloca su sombrero de punto y le sigue el paso a Coraline fuera del Garrison.—Puedes tomarte ese trago en el bar irlandés que esta al final de la calle, The Black Lion, en fin ¿eres casi irlandesa ahora, no?

—¿Y por qué sería mitad irlandesa?

—Creí escuchar por ahí que estabas viviendo en Dublin.

—¿Crees haberlo escuchado?—Pregunta esta de manera irónica mientras acepta el cigarrillo que le tiende Thomas—Solo mi hermano sabía dónde estaba, y se que ya no te llevabas con el, Tommy.

—Se te olvida que nuestros hermanos estaban casados ¿no?

—Y bueno, creo que no eres actualmente la persona favorita de Ada, así que no esta en mis opciones para ser tu informante.

Esta toma la caja de fósforos de las manos de Tommy y enciende su propio cigarrillo antes de que el Peaky blinder se ofrezca. La deja de nuevo en su lugar mientras le da una larga calada al cigarrillo.

—¿No me dijiste que no volverías a Birmingham?

—Al parecer estoy atrapada aquí por un tiempo, Tommy. O al menos hasta que consiga como volver a Londres—responde después de contener y dejar salir el humo de manera lenta.

—¿No volverás a Dublín?

Esta suspira antes de responder y baja su mirada notando su vestimenta totalmente negra, recordando lo que vino a hacer en Inglaterra.

—Dejé todo atrás para venir a ver a mi hermano—Le responde casi en su susurro sintiendo como sus ojos se cristalizan.

—Así que te quedarás—Afirma este dando cortos pasos al lado de la pelirroja, notando como sus ojos se cristalizan, pero no comenta nada.

—Así que me quedaré—Afirma de vuelta esta—. Quiero estar cerca de Karl.

El gánster asiente en respuesta y acompaña a Caroline hasta su destino, mientras disfrutan de un cigarrillo y un cómodo silencio. Silencio el cual los hizo darse cuenta que la ausencia del otro en la vida de ambos dejó un espacio vacío en ellos. Vacío que no sabían que existía hasta este momento, momento en el cual este vacío se estaba llenando.

—Uno de mis choferes te puede llevar a Londres—Le ofrece este cuando llegan a la entrada de un pequeño hostel que se encuentra a unas cuadras de la casa de apuesta de los Shelby.—No necesitas pagarme.

—No te molestes, Thomas. Puedo tomar el tren, tal cual lo hice para venir.

—Insisto, no es molestia.

Caroline lo mira desde la cima de las pequeñas escaleras y nota como este la mira con una expresión seria, postura totalmente recta y unos ojos con mil cosas que esconder. Esta lo detalla, intentando buscar una excusa para no aceptar su propuesta y ya no tener nada más que ver con Tommy Shelby. Al final esta suspira derrotada antes de contestar.

—Acepto.

—¿Mañana?—Le pregunta este, mientras en su interior añora que se queda un poco más— ¿Primera hora?

—No me agrada lo de primera hora, dejémoslo mejor para la tarde. Lo que sea que lleve lo antes posible a Londres.

—Mañana a la tarde entonces, ¿Señorita Caroline...?

Caroline lo mira extrañada esperando que termine la frase. Esta ve como Thomas dirige sutilmente su mirada a la alianza de oro que descansa en su dedo anular y le dirige la mirada nuevamente a este. Tommy la mira, por el contrario, esperando que esta termine la frase por el.

—¿Es la mejor manera que tienes de preguntarme si estoy casada, Tommy?—Pregunta está de manera burlona con una ceja elevada. El gánster deja escapar una pequeña sonrisa ladeada, sonrisa que se va de la misma manera en la que aparece. Rápido.

—No soy muy creativo, realmente.

—Por favor, dame nuevas noticias— Le responde esta mirando la alianza con un poco de añoranza en sus ojos.

—Sigues sin responderme—Señala Thomas

—¿Por qué tanta insistencia en saber si estoy casada?—Pregunta está bajando un par de escalones para quedar un poco más cerca de él.—Además, sabías dónde estaba viviendo. Si sabias eso, puedes saber si lo estoy o no.

—Solo quiero saber si debo felicitarte—Le responde este de manera seria. Cuando en el fondo de su ser, espera que este no lo esté. Pero esto nunca lo admitiría en voz alta.—O quizá enviarte un regalo de bodas.

La contraria lo observa y solo quiere meterse en la cabeza de este para saber lo que realmente piensa. Porque lo conoce tan bien como la palma de su mano y sabe que Tommy es un maestro para guardar lo que verdaderamente está siento dentro de si mismo. Aunque esto no siempre fue así, todos saben cómo era el antiguo Tommy Shelby. Era risueño, encantador, tenía un millón de sueños y muchas ganas de lograr estos mismos. Sueños que se vinieron abajo cuando fue reclutado para la guerra en 1914, cuando se anunció que todo aquel que fuera mayor de 18 años tenía que pelear en para servirle al rey. Tommy fue enviado a las trincheras en Francia junto con sus dos hermanos, y aunque todos regresaron. Nunca volvieron a ser los mismos, luego de ver tanta masacre, mísera y dolor durante 4 largos años. Una de las primeras personas que supo que Tommy no era el mismo, fue Caroline. Esta lo supo apenas lo vio a los ojos en esa estación de tren en 1918. Las miradas cálidas, esperanzadoras, cariñosas y sobre todo cargadas de amor que el Shelby le solía dirigir ya no estaban ahí. En cambio, las miradas frías, llenas de dolor, angustia y tristeza fueron las que reemplazaron todo lo anterior. Lo que solía ser Thomas Shelby.

—Buenas tardes, Thomas. Nos vemos mañana, si es que piensas despedirte de mi.

Tommy observa cómo esta desaparece por la puerta del pequeño edificio, dejándolo con más dudas de las que este tenía en un principio.
















Hola, ¿como están? Yo estoy muy feliz por el apoyo que me están dando, en serio no saben la ilusión que me hace. Así que por acá les dejo un capítulo cortito, pero con muuucha interacción entre Tommy y Caroline.

Sin más que decir, muchas gracias por todo. Espero les guste.

Nos leemos pronto.

M.

𝐂𝐚𝐫𝐨𝐥𝐢𝐧𝐞 || 𝐓𝐡𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐒𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora