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—¿Pidió hablar con Michael?
Un incrédulo John Shelby se paseaba por su sala, mientras que Arthur intentaba calmarlo. Caroline se encoge de hombros, no queriendo conversar. Desde lo sucedido en la cena con Grace, las cosas en la mansión de los Shelby no estaban del todo tranquilas. Tommy estaba insaciable de venganza, debido a que esa bala estaba destinada a él. Caroline, por su parte, se sentía atormentada. No era un secreto que Grace no era de su agrado, pero jamás hubiera deseado que la mujer muriera de mamera trágica dejando a un niño sin su madre. Los esposos habían tenido roces desde esa fatídica noche y las palabras que compartían eran puntuales.
Caroline se encontraba en el salón de su hogar, organizando el correo que debía tener días sobre una mesada, mientras sus cuñados esperaban hablar con su esposo, el cual después de días, había decidido hablar con ellos luego de lo ocurrido. La mujer desecha un par de cartas de provenían de las esposas de los socios de Tommy, invitándola a caros restaurantes a derrochar todo el dinero de su marido. Esta voltea por un segundo en dirección al arco que conectaba con el recibidor, por el cual había entrado Polly, anunciándole a sus sobrinos que podían pasar a hablar con el. Una sonrisa sin dientes le es regalada a Polly por parte de la mujer y esta le corresponde antes de salir por la puerta principal. Caroline deja salir un gran suspiro de sus labios antes de proseguir con su tarea. Unas cuantas cartas son desechadas y otras guardadas, pero una última llamo su atención, ya que un: "para el señor y señora Shelby" estaba escrito en tinta de manera apurada en el sobre. Lo abre y empieza a leer.
Sus manos tiemblan mientras sus ojos repasan las líneas una y otra vez. Se levanta rápidamente de su lugar para dirigirse a la oficina de su marido sin importarle la charla que estuviera teniendo con sus hermanos. Al irrumpir en el despacho, la mirada de Tommy se posa en ella y casi le agradece con la mirada que estuviera ahí.
—Necesitamos hablar, tommy.
—Fuera.— ordena a sus hermanos.
John sale hecho furia de la habitación mientras Arthur le seguía el paso. Este último le da una mirada de disculpas por la actitud del menor y se retira. Cuando están solos, Tommy le indica que puede empezar a hablar.
Sin encontrar las palabras, Caroline solo le pasa la carta para que este la lea. Su esposo la mira cuestionando el contenido de la carta, pero aún así la toma y con un último vistazo hacia ella, empieza a leer. Caroline toma la cajetilla de cigarrillos sobre el escritorio de su marido y con las manos aún temblándole, enciende uno dándole una larga calada.
—Caroline— le llama, sin apartar la vista del papel— ¿que es esto?
—Me preguntó lo mismo, Tommy.
—Tiene que ser una jodida mala broma.
—Su nombre y firma están en esa carta, Tommy, no es una broma.
