Who is the person with the whistles?

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Ya eran las 16:37, y la mudanza había acabado, pero los musicales silbidos aún seguían oyendose a través de mi ventana.

Estaba sentado en mi sofá, cansado ante la gran carga que tuve que subir en toda la tarde por las escaleras o el elevador, no era fácil aún así. Pero estaba contento ante todo el esfuerzo que me he dedicado.

Tenía muchas ventajas de vivir aquí, la universidad quedaba más cerca, había más vecinos y gente con quién hablar, como además me sentía más cómodo, algo increíble, y más con los pequeños silbidos en toda la tarde.

Quise ponerme al tanto de todo y ser ordenado en mi nuevo hogar, así que me puse manos a la obra, barrí el suelo, quité telarañas del techo, ordené todo demasiado bien y como lo quería. Todo estaba totalmente en su orden, luces, pared pintada igual que el suelo, cocina hecha e igual que los cuartos y baños. He estado trabajando en esto por más de un años, he mandado hacer todo justo cómo lo quería y como me sintiera más cómodo, ahora veo que las noches de desvelo y madrugar sirvieron de mucho.

Estoy orgulloso de mi esfuerzo.

Ya después de casi dos horas ordenando todo y decidir cómo se vería mejor el cuadro, terminé satisfecho, aunque aún faltaba ordenar todos los utensilios, ollas y platos en cada gaveta, pero eso ya lo haría mañana. Cuando terminé todo estaba en un gran silencio, no podía dejar de ver mi esfuerzo en todo lo que hecho.

Me senté cansado al sofá, cuando ví la hora noté que ya eran las 18:45, y aquel silbido entonando esa melodía ya no se había oído. Me puse un poco triste porque me había inspirado en decorar el apartamento con esa melodía de fondo sin darme cuenta. Creo que se volvió unas de mis melodías favoritas, sin duda.

Sin más qué hacer subí a mi habitación, y darme un baño relajante. Mientras que las gotas artificiales caían por mi cabeza, me preguntaba ¿quién era la persona de los silbidos? La verdad es que quisiera saber.

Después de bañarme y cambiarme, me quise preparar un café, sin embargo no tenía ni un solo grano de arroz. Había oído que dentro de la urbanización había una tienda de comida, así agarré mi suéter, llaves y fui a buscar café y un poco de comida.

Cuando bajé me pude conseguir con el mismo camino de flores y césped, pero esta vez todo estaba alumbrado, las ventanas de los edificios, los caminos y las luces de los autos saliendo y entrar a la urbanización por los portones. -Lo que decía el señor de la mudanza era cierto-, me dije a mí mismo, esta era una urbanización muy bonita visualmente, espero que los vecinos también lo sean.

Fui a la tienda, y al llegar pude ver muchas cosas como bebidas, snacks, y comida para la casa, opté por buscar primero un café, al verlo en el estante fui hacia el, pero algo o mejor dicho alguien me interrumpió.

-- Disculpe. -- se disculpó una niña pequeña de unos 5-6-7 años, yo le sonreí.

-- No te preocupes. -- hablé amablemente.

Ella se le quedó mirando con curiosidad, sin embargo no sabía el porqué. Ya era algo que me estaba poniendo un poco incómodo.

-- Eres lindo. -- sonrió y se fue, a la que creo que era su abuela.

Sonreí ante tal comentario de la niña pequeña, siempre creía en todo lo que me podían decir los niños menores de 10, siento que ellos son muy sinceros.

La abuela de volteó a ver y me sonrió, yo con gusto le devolví la sonrisa y sin más fui a por el café que me hacía falta. Al llegar al estante había de todo tipo de café, pero mejor opté por el que más me convenía, lo agarré y fui a ver otras cosas que también comería esta noche.

A la final no conseguí algo que me hubiese gustado, así que tuve que formar en la fila del cajero, estaba viendo la linda decoración de navidad en la tienda, hasta que una mano toca mi pierna.

-- Hola otra vez. -- rió la misma niña con la que había chocado unos minutos antes. Yo la saludé con mano. -- ¿Cómo te llamas? -- preguntó curiosa.

-- Aidan Gallagher, ¿y tú? -- respondí con diversión.

-- Mi abuelita dice que no le puedo decir mi nombre a extraños. -- bajó la mirada.

-- Tu abuelita tiene razón. -- le acaricié el cabello.

-- Vamos peluchín, tenemos que preparar la comida y tu hermana nos está esperando. -- habló su abuela extendiendole la mano.

-- ¡Ya voy! Nos vemos después Adrián. -- se despidió de mí con la mano y se fue con su abuela por la puerta de la tienda.

Yo reí ante su comentario, nunca antes alguien me había dicho así. Por lo menos tenía una nueva amiga en la urbanización.

Pagué el café y salí de aquella tienda, yendo a mi apartamento, aunque no tenía tantas ganas de comer o sueño, decidí subir y volver a bajar para recorrer la gran urbanización.

(...)

O M N I S C I E N T E

Peluchín y su abuela estaban subiendo por el elevador del edificio 5, la niña estaba emocionada por informarle sobre el chico de la tienda a su hermana mayor.

Al llegar a la puerta, su abuela la abrió y esta salió disparada a la cocina, en dónde pudo ver a su hermana sirviéndose un pan. Una linda chica de ojos _____, peli_____, con un estilo rebelde pero lindo y una guitarra en su estuche colgando de un solo hombro.

-- ¡Te tengo que decir algo! -- gritó, haciendo brincar a la adolescente.

-- ¿Comiste otra vez chocolate? Sasha, te he dicho que si sigues comiendo en grandes cantidades te van a salir caries. -- dijo fastidiada.

-- No comió chocolate, sino que está emocionada por contarte algo. -- sonrió la abuela mientras entraba a la cocina.

-- Ajá. -- fue hacia la sala para terminar de guardar sus últimas cosas, y su hermana fue detrás de ella.

-- ¡______, hoy conocí a un nuevo amigo! ¡Además es un nuevo vecino! -- habló con emoción mientras daba saltitos de alegría.

-- ¿En serio? Cuéntame más. -- dijo sin una pizca de interés mientras veía papeles que según para ella son importantes.

-- ¡Es muy lindo! Tiene ojos verdes, cabello marrón, una linda sonrisa y parece de tu edad. -- cerró sus puños con emoción, sin embargo su hermana no le daba atención alguna, solo veía los papeles y recogía sus cosas.

-- Que bueno. -- dijo mientras se colocaba su mochila en su otro hombro.

-- ¿Ya te vas? -- preguntó triste.

-- Lo siento Sash, pero me necesitan, de todas formas ya sabes mi número y me puedes llamar por el celular de la casa por si pasa algo, ¿bien? -- le acarició el cabello y fue con su abuela.

-- Oh, ¿ya te vas? -- esta al verla con su mochila y guitarra se sorprendió, pero sabía porqué era el propósito.

-- Si, sé que prometí quedarme hoy a cenar, pero no voy a poder, me llamaron del estudio mucho antes, lo siento abuela. -- la abrazó.

-- No te preocupes, pero ahora tienes que ir, mañana sí podrás cenar con nosotras. -- sonrió y correspondió su abrazo.

Ya al despedirse de su abuela se dirigió hacia su hermana, la abrazó, le dió un besito en la frente y se dirigió por la puerta.

-- ¡Aún me debes una charla sobre el vecino! -- gritó Sasha mientras veía a su hermana irse por la puerta.

-- ¡Dijiste lo mismo cuando viste a Justin Bieber, adiós te quiero! -- gritó y se fue por completo.

Su abuela solo veía y reía sobre todo lo que hacían sus nietas. Al fin y al cabo las había criado bien, cómo a su hija le hubiese gustado.

𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐡𝐢𝐬𝐭𝐥𝐞𝐬. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora