32

33 12 0
                                    

Justo como lo había pensado, los resultados indicaban los nuevos síntomas y enfermedades en su abuela. Su corazón se hacía pequeño al pensar que por mejorar algo otras partes de ella se estropeaban. Su rostro hizo una mueca tratando de simular una sonrisa y así no preocupar a nadie. Tendría que pedir horas extra o un aumento, no podría con los gastos de otra manera. Un mensaje en su móvil lo petrificó, había olvidado la cita con el señor Katsaan y estaba quejándose.

— ¿Entiendes Prem?
—Lo siento… me distraje.
—Tranquilo… simplemente sigue la receta al pie de la letra y todo estará bien.
Baba asintió con una sonrisa. — Yo lo he entendido perfectamente.
—Prem, déjame darte una caja de muestra. — el doctor canoso frente a él sonreía dulcemente—. Es bastante cara y esta muestra dura una semana.
El pelinegro asintió aceptando la ayuda.

Caminó saliendo de la sala empujando la silla de ruedas de su abuela mientras sostenían una larga charla. Necesitaba regresar rápidamente y rezar que su cobrador no lo odiara. Entraron en el apartamento y ayudó a recostarse a su Baba para que pudiese tomar una siesta. La había despertado temprano y obligado a esperar por horas su turno y así cumplir con el plan médico. Merecía un descanso. Luego de unas horas pudo salir y cumplir con una cita que deseaba no existiera. Llamó a la puerta y la voz del cobrador le permitió entrar. Era una oficina pequeña y mal organizada, el hombre frente a él le indicó que podía sentarse en la silla vacía.

—Buenas tardes, señor Katsaan.
—Creí haber sido bastante claro sobre la hora de la reunión.
—Mi abuela tenía cita médica. — odiaba tener que darle explicaciones como si le debiese algo—. Olvidé por un momento la reunión, lo siento.
—No estás en posición de hacerme enojar. — poniéndose de pie se acercó al inquilino para sobar su hombro—. Yo me encargo de los inquilinos ¿Lo sabes?
Asintió lentamente.
—Perfecto, creo que entonces sabes que debes tratarme bien. — aclaró su garganta—. Lo de ayer no fue muy amable de tu parte.
—Estaba borracho… solo me defendí.
Una risa sin emociones salió de su garganta. — Sigues sin entenderlo Prem… eso no importa. Me gustas lo suficiente como para ser paciente.
Se congeló al sentir la mano del cobrador pasear por su espalda.
—Hasta la gente amable como yo tenemos límites y me estoy cansando de tu terquedad.
— ¿Qué quiere de mí? — la mano del cobrador apretó su hombro dándole nauseas. Se levantó de golpe alejando al pervertido de él—. Disculpe, un apartamento no vale este acoso sexual.
— ¿Y piensas que puedes hacer algo? En lo que a mí respecta necesitas el lugar… ya que tu amada abuela se encuentra tan enferma. — aprovechó la necesidad del chico de pie para agarrar fuertemente una de sus mejillas inferiores.

Lo empujó fuertemente haciendo que su cráneo golpeara uno de los estantes. Sus ojos estaban llenos de odio por el golpe. Prem lo observaba tratando de no dejarse intimidar. No quería perder ante un viejo que acosaba a sus inquilinos. Sabía que no era el único, muchos habían dejado el lugar por culpa de los acosos del cobrador. Se encontraba en ventaja al ser familiar del dueño del edificio. Salió más corriendo que caminando del lugar y se refugió en su horrible apartamento. No iba a poder quedarse por más tiempo. La necesidad de vomitar lo golpeó directo en el estómago. Las cosas no podían empeorar tan rápidamente.

No te equivocaste - Dos vidas perfectas - BounPremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora