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Escuchó a lo lejos al menor tocar a su puerta, pero le era imposible moverse. Salir del sueño no estaba en los planes a corto plazo de su cabeza. Su conciencia se desvaneció de nuevo.  Se sentía como adolescente de nuevo, había sido buena época y revivirla se sentía bien.  El gusto no le duró mucho tiempo, pronto entraron sus compañeros dando de gritos. Detestaba que Ohm tuviese la llave de los cuartos, aunque eso lo hubiese salvado varias veces.

Los sentaron en las sillas del comedor, su cerebro no quería funcionar. Sentía que su cabeza iba a explotar y por un momento deseo no tener que practicar ese día, se iba a morir a media canción. El líder preparó un remedio contra la resaca y vaya que todos parecían necesitarlo.

Regresó a su habitación arrastrando los pies, debía buscar la ropa de entrenamiento y juraba que veía en blanco y negro de tan mal que se sentía. Sobó su cien y se dispuso a cambiarse, era momento de entrenar y estaban llegando tarde.

*****

¿Quién le había dicho que tener una competencia de shots era buena idea? Fluke era increíblemente bueno para beber. Claro, era un niño que desde joven asistía a las cenas elegantes de su padre donde servían cocteles, los cuales tomaba para pasar las aburridas noches sin huir. Una arcada lo despertó, apenas bebía gracias a su trabajo y su cuerpo le estaba cobrando su gran noche. Se dispuso a ir al baño y sacó todo el contenido de su estómago. Tomó una larga ducha, dejando que el agua corriera por su espalda esperando que eso le ayudara. Se vistió rápido y salió para encontrarse a su abuelita en el pasillo.

—Baba ¿Qué ocurre?
—Quiero ir a la sala, pero esta estúpida silla.

Prem sentía una patada en las bolas siempre que venía a su abuelita en alguna dificultad. Hace un año había tenido un derrame cerebral que le había quitado la movilidad de sus piernas. Él era huérfano y lo único que tenía era a ese pedazo de cielo que lo había cuidado desde que tiene memoria. Tomó la silla y la empujó suavemente hacia la sala del hogar. Su trabajo pagaba suficientemente bueno, le permitía gastar casi todo lo que tenía en las medicinas y en la enfermera que ella necesitaba.

— ¿Cómo te sientes hoy?
—Mejor que ayer, la nueva chica es muy amable conmigo.
—Eso me hace feliz Baba, Sarah vendrá en unos minutos yo debo irme.
— ¿No desayunas conmigo?
—Claro que sí.

Sentía muchas ganas de llorar, era muy difícil ver a su abuela deteriorarse, cada vez más delgada y cansada. Esa mujer que siempre estuvo trabajando, moviéndose y hasta peleando con él, ya no podía vivir sin su silla, y medicinas. Preparó un omelette dado ella no comía tanto como antes, desayunaron entre risas y anécdotas raras de sus compañeros. La chica que la atendía llegó puntual. Odiaba que alguien más la cuidara, pero si él no trabajaba era imposible darle la mejor vida posible. Con muchos remordimientos salió de su pequeño hogar y fue al trabajo. Era día para sacar la basura y él era el encargado de ello. Caminó fuera con bolsas y las depositó en el basurero que se encontraba al costado del restaurante.

—Buenos días. — una voz a sus espaldas casi le provoca un infarto.
— ¡Oh! Fluke, estás vivo.
—Lo de ayer no fue nada, estoy fresco como lechuga.
— ¿Te llamaron? — no respondió a la pregunta y lo entendió inmediatamente—. Tranquilo sé que lo harán.
—Faltan treinta minutos para el turno Prem, lo veo difícil.
—Entra y espera.

No podía hablarle a su amigo del proceso de selección del restaurante, pero sabía que verlo en el lugar era casi seguro que lo aceptarían. Estar en el lugar aun sin la llamada era un gran paso para su evaluación. Se mordió la lengua y continuó con sus labores. Al entrar pudo observar a lo que Cristie se refería, salió gritando e insultando por la puerta. Juraba que estaba renunciando realmente, por la ventanilla de la cocina vio a su amigo totalmente en shock. Esa era la prueba de Fluke, si salía victorioso estarían juntos.

No te equivocaste - Dos vidas perfectas - BounPremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora