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Rachel.

El abrigo blanco que me coloco lucha por cubrir mi vientre redondo. Y es que si ha crecido mucho. Lo suficiente para que cuando me pongo vestidos pegados se me vea que estoy embarazada.

No me gusta ocultar a mis bebés como si fueran criminales, pero lo mejor es que siga siendo así.

Respiró hondo antes de salir de la habitación. Christopher ya está en la mesa y me espera para desayunar y después partir al comando. Tomo asiento a su lado y el de inmediato me lleva a su regazo. Recibo mi beso y soy feliz por ello.

Mis nervios son palpables, pero su presencia me calma.

Ambos desayunamos, aunque yo desayuné espárragos que me dan ganas de regurgitar, pero como todo rápidamente.

Mi marido tiene esto más que ganado, pero aún así, tantas cosas pueden pasar...

—Mi amor... —me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Que quieres? —pregunta directamente.

¿Porque siempre deduce que le voy a pedir algo?

Pongo mala cara, cruzandome de brazos.

—No quiero nada, gracias —ya no.

Bueno si, pero ya me enoje y no se lo voy a pedir.

Rueda los ojos, deshaciendo mi agarre.

—¿Que quieres? —repite.

Hago un puchero involuntario.

—Pollo...

Niega.

—Ayer te acabaste toda la cubeta de pollo, no vas a comer ahora. Tendrás que esperarte hasta la noche. Si es que nos da tiempo pasar.

—Por favor —sigo.

Niega de nuevo.

—No. Terminate lo que tienes en el plato. Además, ni siquiera hay aquí.

—Ya terminé —me quejó. Bueno... Deje tres espárragos, pero ya es ganancia que me haya comido más de cuatro—. Y podemos pasar por el...

Bufa.

—No.

Da por terminada la conversación cuando me obliga a terminarme los espárragos odiosos, asquerosos y... 

Me pone de pie y el también lo hace para que vayamos al comando. Respiró hondo de nuevo, siento que hoy voy a necesitar mucho mi inhalador, y es por ello que lo llevo en la cartera.

Acomodo el cinto de el abrigo, este se acomoda bajo mis senos y el resto cae por el resto de mi cuerpo, se realza un poco por mi vientre, pero creo que lo puedo disimular, pues no sé marca la redondez que hay ahí.

Bajamos hasta el aparcamiento y subimos al McLaren, salimos entre la guardia. Cierro los ojos, tengo sueño aún, es muy temprano y lo único que quiero hacer últimamente es comer y dormir.

Abro los ojos cuando el auto se detiene, es muy poco tiempo para haber llegado al comando.

Sonrió ampliamente cuando veo que estamos frente a un local donde venden pollo frito.

No bajamos, solo esperamos y entiendo porque cuando Tyler viene y me da un pote de pollo chico.

Le doy las gracias y después me vuelvo a dejarle un beso a Christopher en agradecimiento.

—Por eso te amo tanto —dejo otro beso para que el pueda encender el auto de nuevo mientras yo me atraganto con el delicioso pollo frito.

Pero claro, no me deja terminarlo. Me quita el pote cuando voy por la pieza cuatro, y tampoco puedo pelear mucho porque ayer si me acabe el pollo.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora