EXTRA |||: CUMPLEAÑOS No 1

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Rachel.

Me levanto con sigilo, intentando que mi marido no se despierte, llegó tarde anoche y últimamente duerme poco con tal de pasar el tiempo con sus hijos y conmigo.

Pero es que cuando lo veo así, me pesa. Sé lo harto que lo tiene todo, pero aún así, le muestra otra cara a los mellizos y conmigo nunca se queja sobre eso.

Fracaso al intentar no despertarlo. Toma mi mano y me regresa a la cama, estampandome contra su torso. Pasea la nariz por mi cuello y entierra el rostro ahí.

—¿Dónde vas?

Su voz ronca me eriza los vellos.

—A ver a los mellizos —comienzo a pasear las uñas por su cuero cabelludo—, mi amor, quiero que descanses, no...

—Y yo quiero que mi mujer se quede en la cama conmigo.

—Tengo que ir recibir a los decoradores en el salón—murmuro—, y hacer lo demás...

—Te dije que no quería a gente aquí.

Me pegó más a él, enredando sus piernas con las mías.

—Es el cumpleaños de tus hijos, mi amor —contengo el estremecimiento cuando besa mi cuello—, oye... Tengo que levantarme y... Quiero que duermas más.

—Quiero follarme a mi mujer —sus manos comienzan a pasearse por mi espalda desnuda.

—Amor...

Sale mal. Es un gemido en vez de una queja.

—Y con las ganas no me voy a quedar —suelto una maldición cuando rompe nuestra cercanía y se coloca sobre mi.

—Christopher...

—Nena —su mano sujeta mi mentón. Une nuestros labios y como idiota voy a corresponderle. Muerde mi labio inferior antes de adentrar la lengua en mi boca.

Lo odio, de verdad que lo odio.

—Va a ser rápido —advierto.

Se me burla en la cara al separarse.

—Eso no va a ser posible, nena —me besa otra vez, callandome.

El que ya estuviera desnuda nos ahorra tiempo, sus labios bajan a mis tetas y cierro los ojos. La leche sale, efectivamente.

Estoy intentando que los niños me suelten las tetas desde hace como tres meses o poquito más y hace una semana que al fin lo logré, algunas veces aún lo piden, pero se resignan cuando les doy el biberón con la fórmula. Aún así, sigo teniendo las tetas pesadas.

—Chri...

—Callate —me muerde el pezón.

Joder. Si ya me dolían, ahora me arden. Pasa la lengua por el mismo, aliviando el ardor momentáneamente.

—Te detesto.

—Me amas.

Con la otra mano le da atención a mi otra teta, antes de pasar su boca a esta. Después de un rato así, por qué el bebé grandote parece que nunca termino de criarse, baja hasta mi centro. Jadeo más alto de lo que pretendo cuando succiona mi punto de placer, de inmediato llevo mi mano a mi boca, pero el me sujeta el brazo antes de que culmine la acción.

—Intenta privarme de nuevo y voy a azotarte para que grites tan alto que te escuchen abajo.

Me retuerzo, joder...

—Te odio...

—Tanto me odias y sigues aquí.

Muerde mi clítoris y me trago el grito.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora