Extra XV: ¿𝐓𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐢𝐠𝐨? | 𝐄𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥 𝟏𝟓𝟎𝐊

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Christopher.

—¡No seas cobarde!, estás a nada de cumplir cinco años con tu esposa. Es necesario.

Ruedo los ojos, empinándome el trago.

—Solo en tu casa saben que es eso, Patrick.

—Claro que no —interviene Simon—. Yo me case otra vez cuando llegamos a nuestro aniversario número cinco.

—¿Y luego?

—¿No quieres volver a ver a tu mujer de blanco? —Parker rellena mi vaso—. Me sorprende.

—¿Por qué coño estamos hablando de esto? —enarco una ceja—. ¿No tienen algo más interesante que hacer?, de preferencia que no sea de mi vida familiar —mascullo.

—No. Tu vida es más interesante —se burlan los tres.

—Si. Yo quiero ver a esos tres mini Morgan tirar las flores frente a su madre.

Arrugó la nariz.

—Se verían ridículos.

Aún así, la imagen se reproduce en mi cabeza.

Rachel otra vez de blanco, caminando hacia mí.

Sacudo la cabeza.

—Además, imagina a la rubia esa bonita que tienes dándote los anillos...

—¿La rubia esa? —lo miro mal—. Se llama Olivia.

—El caso. Pídeselo ahora que estás con tiempo. Además, estoy seguro que harías muy feliz a tu mujer... Quizá y hasta la convences de tener un mini Morgan más...

Tuerzo los labios. Si supieran que ya la convencí.

Joder, ya hasta se le empieza a notar.

—¿Quien te dijo que quiero otro?

—Nadie —bebe el trago que Parker vierte en su vaso vacío, provocando una risa del otro antes de volver a llenarlo—. Lo sé por el hecho de que pareces pendejo con los tres que tienes. Es obvio que quieres otro. Quizá y al fin te toque que solo es un niño.

Simón se carcajea.

—¡Eso!, con los mellizos juraba que los dos eran niños, y solo le salió uno. Y de pura suerte —estoy seguro de que ya está ebrio—. Se le agrando el ego cuando le dijeron que Olivia sería niño —los otros dos se carcajean a mi costa—. Y al mes siguiente Rachel decía que al parecer se equivocó la doctora y en realidad era niña.

—¿Se divierten?

—Mucho —termina de enrollar el cigarrillo y pasármelo—. Bueno. ¿Te vas a aventar o no? —sirve más licor en mi vaso—. Necesito...

—Ni drogado —sentencio, encendiendo el mismo para llevarlo a mis labios.

😮😮😮

Estoy drogado.

Jodidamente drogado.

Así que no sé que hago mirando anillos en una joyería.

No es la primera vez que me dice lo de la boda de maderas. Se hace por el aniversario de matrimonio número cinco. Tiene que estar la maldita madera presente.

Pero odio los anillos que veo.

Son horribles.

—Señor... ¿Seguro que va a comprar?, debimos cerrar hace dos horas y...

—Entonces enséñame algo bueno y deje de hacer que pierda mi tiempo —batallo para no dejar salir las palabras alborotadas—. Me estás enseñando solo porquerías...

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora