Extra XIII: Mami es valiente.🤍 | pt. 3|

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Rachel.

Termino por acostar a Ethan sobre mi pecho, soltando un suspiro. Finalmente, termine mis labores. Dejo todo el trabajo y preocupaciones de este de lado para concentrarme en mi familia, apapachando al bebé de apenas cinco añitos.

Él juega con mi cabello, tirando un poco de el a la hora de hacerlo, pero no me importa. Sobreviví a cuatro bebés que tiraban con más fuerza y aún no he quedado calva.

—¿No tienes sueño, mi vida?

Sacude la cabeza, pero siento claramente como se está quedado dormido.

—Es hora de tu siesta, cielo. Te prometo que cuando despiertes jugaremos en el jardín. A lo que quieras.

Eso lo entusiasma.

—Vamos, te llevaré a tu cama.

—Quiero dormir contigo —se queja—. ¿No quieres dormir conmigo?

Sus ojitos, iguales a los míos, me enfrentan.

Pequeño manipulador.

—Puedo acostarme un ratito contigo, mi vida —le soy un toquecito en la nariz—. Pero solo un ratito. Mamá tiene cosas que hacer...

—Ajá —oculta el rostro en mi cuello.

Subo las escaleras hasta la habitación que comparto con mi marido, tomando una de las mantas calientitas del mueble a los pies de la cama para recostarme con mi pequeño hombrecito.

—Ven, corazón —se acomoda en mis brazos y nos cubro a ambos—. Cuando despiertes, va a haber lasaña para cenar. ¿Te apetece?

—¿Con mucho queso? —bosteza.

—Muchísimo —asiento.

Oculta el rostro, moviéndose hasta encontrar un lugar donde acomodarse más. Paso las uñas por su cabello con suavidad, soltando un suspiro mientras tarareo en voz baja una canción se cuna.

Después de diez minutos, es un lindo bebé dormido.

Me deslizó fuera de la cama con cuidado, estirándome para entrar a la ducha y sacarme todo de encima. No tardo mucho. Selecciono del vestidor un short rosa y tomo una de las camisas de mi marido, inhalando su aroma.

Pueden pasar décadas y creo que nunca me va a dejar de gustar su aroma, algo de menta, cuero, tabaco...

Bajo las escaleras y me muevo a la cocina. Parece que después de quince años siendo madre, finalmente encontré mi toque y sazón. Y me gusta cocinarle a mis bebés.

Saco todos los ingredientes para la lasaña y me empiezo a mover por toda la cocina, asegurándome de que todo salga bien.

Aparto en un refractario pasta y salsa para llenarla con queso para Ethan. En otro para preparar la lasaña vegetariana para Livvie y el resto, normal para nosotros.

La preferida de mi marido, tiende a ser también con muchísimo queso, algo que descubrí poco después de casarnos, pero tiende a gustarle más el parmesano, ponerlo sobre la pasta. Así que busco complacer a todos.

Tampoco es que sea una tarea difícil.

Haciendo cuentas, Christopher y los niños llegan en dos horas. Dos.

Así que espero me dé tiempo.

Después de cierto tiempo, Ethan aparece, aún con los ojos adormilados.

—¿Ya vamos a comer? —su dulce vocecita es más bien, una exigencia.

—En cuanto llegue papá con tus hermanos... —frunzo el ceño al divisar por la ventana las camionetas de la guardia. De las mismas, salen mis hijos. Pero no mi esposo—. Ven, amor.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora