Si Rachel no hubiera ido con Stefan.

EXTRA XIX | 𝙎𝙚𝙭𝙤, 𝙈𝙤𝙧𝙜𝙖𝙣, 𝙁𝙖𝙢𝙞𝙡𝙞𝙖... 🫀✨

Christopher.

Recibo un beso en la mejilla por parte de la rubia antes de que baje de la camioneta, a pesar de que bajo a su lado, ella se adelanta, emocionada.

—¡Apúrate, papá! —chilla.

Suelto un bufido, conteniendo las ganas de tirar el cuadro que sujeto mientras la observo saltar mientras avanzamos a su aula.

Está emocionada porque hoy los mandaron a hacer una actividad donde deben presentar lo que mejor saben hacer. Olivia presentará una de sus pinturas.

Normalmente, tiende a preferir no hablar mucho, es más de observar, sin embargo, hoy está emocionada, supongo que tiene que ver con el hecho de que no le para la boca cuando habla de lo que ama hacer.

Rachel dijo que me quedará a verla, ya que ella no puede debido a una reunión con Rochelle, para desgracia de ella —puede que un poco mía—, me salió una reunión de última hora, así que no puedo. Igual, Olivia prefiere que ninguno este.

—Te vas a caer —gruño, deteniéndola antes de que obvie el escalón pequeño que hay frente a ella.

—No me iba a caer, papá —protesta.

—No, claro que no —sujeto su mano, avanzando con ella al aula—. Cualquier cosa, le pides a tu maestra que nos llame —la adentro, dejando el cuadro en el lugar predeterminado.

—Si, papi —su tono está lleno de condescendencia—. Si me aplasto un dedito, le digo a la profesora que te llame —asiente, haciéndome inclinarme—. O si me pegan goma de mascar en el cabello también —ruedo los ojos.

Acepto su beso en mi mejilla, devolviendo uno en su coronilla.

—Cualquier cosa —recalco antes de salir del aula.

Me lanza un beso, sentándose en la silla y sacando sus cosas.

Enarco una ceja, alejándome del lugar.

݄⿴݃ *₊↷꒰⚘݄꒱ 。

—Tu padre se llevó a mi bebé —frunzo el ceño apenas cruzo la entrada del recibidor.

—¿Y cómo por qué lo dejaste llevársela? —suelto entre dientes—. Es...

—Quiso ir con él —replica, cortando mis palabras—, en fin, ¿cómo te fue en la reunión, mi amor? —pregunta con una amplia sonrisa.

No le contesto. Rodeo su cintura y la atraigo hacia mi boca.

—No voy a hablar de trabajo ahora —mascullo entre dientes antes de besarla.

Enreda los brazos en mi cuello, aflojando el cuerpo en seguida. Muerdo su labio, antes de intentar llevarla contra el sofá.

—Ey —me detiene con una mano en el pecho—. Aquí no, por Dios... imagina que...

—¿Qué, nena? —bajo los besos a su cuello—. ¿Qué nos vean?, ¿Quien?

—Vamos a la habitación —sugiere con una voz empalagosa.

—¿Qué tiene de malo el sofá?

Mi mano se cuela por debajo de su blusa, alcanzando sus deliciosas tetas. Protesta otra vez, empujándome con una queja.

—Aquí convivimos con nuestros hijos. No. Camina.

Suelto un bufido y me inclino, lanzándola contra mi hombro sin cuidado.

—¡Christopher, maldita sea! —grita, golpeándome la espalda.

Le devuelvo el gesto en el trasero, provocando un chillido más indignado que molesto.