Extra IV: Día del padre.

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Christopher.

Unas manos suaves se pasean de mi cuello a mi cuero cabelludo, pero aún así no abro los ojos, ella suelta una risa, acomodándose sobre mi cuerpo, oculta el rostro en mi cuello y deja un beso ahí.

—Feliz día, mi amor —murmura.

Suelto un suspiro, abro los ojos y me encuentro con los suyos. Los mismos brillan cuando deja un beso ligero en mis labios.

—Hazlo bien —le sujeto la nuca para acercarla de nuevo.

Corresponde, pero después se separa para mirarla con una sonrisa, después comienza a besar mi rostro.

—Los niños tienen algo para ti, vamos.

Enarco una ceja, le apartó las sábanas, descubriendo su piel desnuda.

—No puedes decir eso cuando estás así.

Hace una mueca, empujándome.

—Hablamos de tus hijos. ¿Se le olvida que es papá y a sus hijos les encanta celebrarle su día?

—Primero quiero el regalo de mi mujer.

—Para tu fortuna, cómo es el día del padre, tus preciosos y queridísimos hijos son los primeros en todo.

Se aparta de golpe, lo que no me da tiempo a tirar de ella hacia mí.

—Y cómo sé cómo eres... Vas a ir primero con ellos y después, si te portas bien, vamos a la ducha juntos.

La observo con mala cara, evidenciando que no estoy de acuerdo con eso, pero ella me ignora poniéndose las bragas y un camisón rosa con una bata que cubre el escote.

—Levántate, mi amor.

Se va al baño y no me queda de otra más que levantarme por qué me arruinó el sueño. Y ni siquiera lo compenso.

La escucho cepillándose los dientes y me pongo el pantalón de chandal y la camisa de tirantes para ir por ella, pero justo cuando voy a entrar ella pasa por mi lado con un cepillo de cabello en la mano. Suelto un gruñido de exasperación y voy rápido a cepillarme los dientes para follarmela de una vez.

Salgo del cuarto de baño y la veo esperándome para salir juntos, suspiro y avanzo hasta ella, que toma mi mano, le pasó el brazo por la cintura para pegarla a mí y avanzamos afuera, veo a Olivia correr hacia el pasillo en cuanto abrimos la puerta. ¿Que carajos?

—¡Mira! —señala abajo y observó la mesa del desayuno puesta.

No parece haber sido puesta por Miranda, la mujer siempre es cuidadosa y esto se ve más... Distinto. Por no decir desordenado.

Veo a la mujer salir en seguida a arreglar el demás desastre, pero deja mi puesto como estuvo desde que salimos.

Frunzo el ceño. El único puesto decente es ese.

—Vamos.

Avanza, obligándome a avanzar con ella, bajamos los escalones y Miranda se retira con un: buen día.

—Bien, siéntate y quédate aquí mientras voy por mi bebé y...

—Pueden bajar solos.

—Si dejo bajar a Rochelle sola se va a caer, no seas idiota —se suelta.

—Esa niña ya debería de ca...

—Tiene un año —se molesta—, los mellizos y Olivia empezaron a caminar casi a la misma edad.

—Y aún así ya se paraban solos.

Enarca una ceja, cruzándose de brazos.

—Espero que no estés comparando a mis hijos, Christopher —amenaza—. Por qué juro que voy a...

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora