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Juntas atravesaron el pasillo y salieron por el, cerciorándose que la arena ya no sería usada, siendo la pelinegra quien dirigía a su compañera hacia las gradas en donde se hallaba la beta y allí se detuvieron estando ambas de frente

Alysa: Eloísa ¿puedes pasarme dos termos, la botella y el agua mineral? y ¿te molestaría sostener esto? -dijo entregando su trofeo pero se quedo con el sombrero-

la beta le entrego lo que pidió con una mirada un tanto picara 

Alysa: ¿Qué tan fuerte te gustaría?

Aria: No mucho no soy muy buena con el alcohol -dijo un tanto sonrojada- 

Alysa cumplió la orden de la omega y su trago fue mucho menos concentrado que el de ella y al momento de entregárselo hubo un pequeño roce de manos lo que envió chispas de todo tipo calidez, cariño, amor y otras que no supieron explicar, tal vez se trataba de aquel vínculo ancestral que perduro en lo mas profundo de sus almas, luego de soltarse la alfa en un acto de nerviosismo se puso aquel sombrero negro con un trozo de lazo amarrado

Aria: El sombrero te queda muy bien 

sintiendo que se había excedido con su cumplido miro hacia el campo esperando no haber dicho de más o haber hecho sentir incomoda a Alysa

Alysa: ¿Te queda tiempo para un pequeño paseo? prometo que será rapido

Aria: Mis amigos no planean irse pronto, no hay prisas por el paseo

La alfa le sonrio y echo a andar a la yegua siendo seguida por la omega a su lado, se retiraron de la arena y fueron un poco más alla, empezaron a avanzar cada vez mas alejadas de la multitud y la pelinegra no queriendo prestarse a malos entendidos pero sobre todo asegurarse de que la castaña no se sintiera inquieta pregunto: 

Alysa: ¿no te molesta que nos alejemos? si ese es el caso me detendre 

la otra vaquera esperaba que alejarse en manos de alguien a quien acaba de conocer la hiciera sentir aterrada pero no, Alysa la hacia sentir de todo menos insegura, era como si pudiera confiar en ella aun sin haber compartido lo suficiente con ella, tal vez se estaba equivocando, pero había algo en su ser que le rogaba estar junto a la pelinegra, cosa que no entendía ya que nunca pensó hallar a su "alma gemela" como su abuela le había contado cuando le paso con su abuelo, pero aquí estaba siguiendo ciegamente y por algo mas que instinto y eso lo supo bien, era algo más profundo que el instinto mismo

Aria: No, no me molesta, tranquila

Continuaron un par de minutos más hasta que la alfa se detuvo en una pequeña cordillera que bajando se fusionaba con el inicio de un bosque y la mezcla de un pastizal, la luna brillaba en un espectacular cuarto creciente dejando caer sus rayos plateados por la basta vegetación que se extendía por kilómetros a la redonda, a pesar del bullicio del evento el cantar del viento perduraba y el aire fresco comenzaba a cubrir a quien se hallara a la intemperie, las estrellas iluminaban y hacían caminos imaginarios a través del inconmensurable espacio llenando huecos como parches, algunas veces se oía un grillo cantar y una cigarra volar; las bellas tortolitas presas del destino se quedaron en silencio observando con asombro el místico paisaje pero mas allá de eso, tratando de leer lo que sus corazones dictaban y hablaban en tantos idiomas: el olfato, las sensaciones que se presentaban en punta de la piel, el suave sabor que podían sentir al exhalar y cosas mas vastas, algo como un poderoso sentimiento del que eran portantes, dos cuerpos y dos mitades estaban ante las miradas de los astros, casi viéndolas desnudas de carne y observando únicamente lo que llevaban por dentro, recuerdos, risas, llantos y todas esas decisiones que las llevaron a este momento, casi como si estuviera escrito en el libro de la vida su "casual" encuentro. Pero, si nos ponemos a filosofar encontraremos la respuesta correcta a todo lo que nos ha acontecido en este viaje llamado vida...para el universo no existen casualidades, desastres o accidentes todo es parte de un plan que al final nos llevara al final del camino, que no precisamente se traduce como muerte y es que a pesar de la muerte seguimos de cierta manera vagando en este mundo tan vivo como el espíritu mismo, pero bueno regresando a la escena ahí se encontraban, admirándose en silencio y armonía para posteriormente seguir perdiéndose en el horizonte si no hasta que alguien habló en un susurro tranquilo

Si no me hubieran obligado a volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora