Esa voz, esa maldita voz la reconocería hasta en sus peores pesadillas, quedó completamente inmóvil ante esto, no pudo siquiera formular una palabra. De pronto sonó otra voz, completamente diferente a la del inicio, esta era cantarina
-¿Alysa?, ¿estás ahí?-se escuchó en la línea-
E-eric -suspiró- hermanito
tuvo que tragarse las lágrimas, no iba a permitirse llorar mucho menos que la escucharan, al menos no en público. Fueron sentimientos encontrados, se sentía tan feliz de saber de su pequeño hermano, pero le ponía los pelos de punta haber escuchado a su padre, trató de reponer su voz antes de hablar
¿Qué tal? ¿Cómo está todo? ¿Cómo estás tu? -preguntó con el corazón vuelto loco y sentimientos encontrados-
Lo siguiente que escuchó fue un pesado suspiro de parte de Eric
Seré honesto, las cosas van de mal en peor, no te llamaría de esta forma si no fuera tan necesario pero en serio te necesito -confesó-
-¿Qué es lo que está pasando?- preguntó poniendo especial atención.
-El rancho, necesito salvarlo, estamos casi a punto de venderlo- se le escuchó agotado.
No, no podía ser, aquel lugar, su lugar, en donde creció no podía ser posible que su familia fuera a perderlo.
-Necesito que me ayudes, no te pido dinero, si no ayuda para evitar que pase a otras manos o lo convertirán en una maldita fabrica, Sebastián y papá quieren venderlo, pero yo no deseo eso; es...mi hogar- dijo con la voz un tanto perdida, como si se hablara a si mismo
-susurrando- Dios -soltó la pelinegra-.
No podía creer lo que su hermano mayor y su padre tramaban
-Está bien, voy a ayudarte solo dame un rato para pensar en algo ¿si? prometo llamarte de nuevo, con mi número personal, has llamado a mi número de empresa- rio un poco
-Oh, lo siento, busqué como loco como contactarte hasta que hallé una tarjeta con este contacto- dijo un tanto apenado
-no te preocupes, lo entiendo. Tengo que colgar, hasta luego-
Se despidió para terminar la llamada, luego guardó el número en sus contactos. Ya no pudo ni comer pero se forzó a hacerlo, nunca le gusto la idea de tirar la comida. Pagó y como de costumbre dejó una buena propina, salió del restaurante para subirse a su auto de camino a la empresa, iba tan distraída que no se dio cuenta de cuando el semáforo se puso en verde, los bocinazos fueron los que la obligaron a regresar su mente a la tierra y avanzó. Una vez llego dejó su auto en su estacionamiento personal y cuando entró no se molesto en saludar a nadie, en cambio caminó rápido hacia su oficina y se encerró en ella, ocupándose de la pila de papeles esperando distraerse con eso. Poco le fue útil y se levanto enojada dirigiéndose a una pequeña vitrina donde se encontraba una botella de whiskye escoses, se sirvió la media de una vaso, no planeaba emborracharse solo aclarar su mente, se paró junto al gran ventanal que daba una gran vista de la ciudad y se dio un trago, se tomó el tiempo de saborearlo antes de sorber el vaso por completo. Pensó y pensó hasta que llego a una decisión. Tomo su teléfono y buscó el contacto de su hermanito, un par de timbres y este respondió.
-Eric, estaré ahí mañana lo más pronto que pueda- Aseguró Alysa
-está bie, te esperaré entonces- dijo con una sonrisa que no podía apreciar su hermana
La llamada se cortó y marcó un nuevo numero, el de Sara, su compañera de negocios y la única que podía hacerse cargo de la empresa mientras ella se iba, le contó que debía irse de la ciudad por una emergencia y que luego en su momento le explicaría de que trata, esta accedió y le deseo lo mejor a su amiga para luego despedirse. Alysa se echó un largo suspiro antes de dirigirse de nuevo a la botella. Eran las cuatro de la tarde cuando decidió terminar su jornada, recogió su bolso, apagó las luces y salió de su oficina en camino al elevador. Cuando llegó a su auto pusó rumbo a su edificio.
Una vez en su habitación se dispusó a ordenar una maleta con todo lo que necesitaría para lo que creyó un par de semanas. Organizó su agenda y canceló los eventos que consideraba menos importantes, no quería cargar de trabajo a su amiga que de buena fe aceptó ayudarla, luego pensaría en cómo recompensarla. Cuando vio la hora ya era entrada la noche, sabiendo que no había comido nada desde el desayuno se dirigió a la cocina y examinó en refrigerador.
Un yogurt con uvas verdes estaría bien pues no sentía del todo bien su estomago, sabia que ahí era el primer lugar en el que caían sus nervios, cenó (si es que a eso puede llamarse cena) tranquilamente y en su habitual silencio, le preocupaba tener que enfrentarse a su padre nuevamente. No queriendo pensarlo más se hundió en su cama y se dejó dormir, mañana y los siguientes días iban a ser pesados.
Despertó con su alarma de las 5:00 y a pesar de su preocupación no hubo ningun sueño de por medio, sólo silenciosa y cómoda oscuridad. Se levanto y cambió por ropa casual, se sintió extraña sin su traje pero reconocía que la variedad era bueno de vez en cuando. Tomó sus maletas y se dirigió al lobby
Ahí Carlo la recibió como siempre hasta que se percato de las pesadas maletas.
-Apreciaría mucho que me invitaras a tus adelantadas vacaciones- bromeó.
-¿Qué más quisiera sino vacaciones? tengo una emergencia familiar- respondió con pesadez.
Carlo supo de inmediato la preocupación de su amiga ya que nunca se había relacionado con su familia desde que la conoce
-Lo siento, te ayudo-.
Dijo tomando algunas de sus maletas para llevarlas hasta su auto, Alysa lo siguió con un par de maletas más. Juntos subieron el equipaje y se quedaron un momento en silencio.
-Te deseo lo mejor, sabes que puedes llamarme si necesitas algo-
-Estaré bien- fue algo que dijo más para si misma que para Carlo.
Y se despidió con un abrazo de su fiel amigo. Trepó al tesla y le tomó unos segundos decidir arrancar el motor, lentamente fue saliendo del estacionamiento; por mucho que su mente le rogó regresar decidió callarla poniendo música, sabia perfectamente que la ansiedad y el volante no debían juntarse. A los cuarenta y cinco minutos ya estaba saliendo de Lifrindom y estaba en marcha en carretera federal, fue un viaje cansado de 3 horas, pero poco a poco doblando a la derecha en un camino apartado apareció un letrero que indicaba la entrada a Rustlake. Sin duda el lugar había cambiado pero no era tan diferente a como recordaba, sólo casas con tecnología actual y calles pavimentadas, ¡ah! y automóviles, se notaban los días previos de lluvia, no quería ni pensar en como quedaría su pobre auto. Siguió conduciendo hasta las afueras del pueblo donde a quince minutos se encontraba aquel rancho, el de su familia; su detuvo un momento en la entrada y titubeó algunos segundos hasta que reunió coraje y atravesó los arcos de madera. El lugar la golpeó con tanta nostalgia que creyó que se desmayaría de la sensación. En el campo izquierdo pastaban las vacas y algunos caballos, aunque los pastos estaban algo descuidados y las cercas un poco chuecas. Avanzó hasta que se encontró en la parte principal del rancho en donde reconoció la vieja casa, el granero, los establos y lo que reconoció como nuevas estructuras. Se detuvo y estacionó en un lugar en el que consideró que no perjudicaría, bajó y una voz alegre la recibió.
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Si no me hubieran obligado a volver
RomanceAlysa Fotiou una Alpha seria y centrada en los negocios que a su vez la separan de su trágica familia ¿pero que pasara cuando una emergencia la obligue a regresar a su lugar de origen? Ahí encuentra una omega que pondrá sus sentimientos y todo su mu...