Capítulo 16: Una falsa promesa

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La sala de repente había adquirido un aura romántica que me causaba náuseas, la mirada cómplice que Ann y el príncipe se lanzaban me provocaba un doloroso pinchazo en el estómago, que intentaba encajar con elegancia y olvidar a la fuerza, pero no ...

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La sala de repente había adquirido un aura romántica que me causaba náuseas, la mirada cómplice que Ann y el príncipe se lanzaban me provocaba un doloroso pinchazo en el estómago, que intentaba encajar con elegancia y olvidar a la fuerza, pero no fue suficiente toda mi voluntad cuando el padre comenzó a recitar:

     —Desde hoy ya no serás el príncipe Far, sino el Rey Far, serás aclamado por muchos y odiado por otros, la responsabilidad de la corona ha caído sobre tu linaje durante siglos, ahora se espera de ti, algo igual o incluso mejor que de tus antepasados. —Las acostumbradas palabrerías del cura comenzaban a repugnarme.

     Hasta que por fin puso la corona sobre la cabeza de Far y una nueva era comenzó. De inmediato Ann se colocó a su lado. Me empezaba a molestar lo rápido que se había hecho a la idea de tomar el trono, aunque sabía que de cierta forma lo hacía por mí, no podía evitar pensar que en el fondo no le molestaba tanto aquella situación como decía.

     —Hijos míos, estamos aquí reunidos para celebrar la unión de nuestro rey con una doncella, aunque es la primera vez que la sangre pura toma en matrimonio a los impuros, hemos de entender que las leyes cambian al igual que los hombres, contra el amor nadie puede enfrentarse.

     Anabella estaba nerviosa. Desde mi asiento podía ver sus manos temblar, en cambio, Far estaba muy contento con su nueva esposa y ni siquiera lo dudó cuando el padre dijo.

     —Puede besar a la reina.

     Sus labios se unieron en uno de esos besos que solo se lograban una vez, incluso la propia Ann se había dejado llevar, nada de aquello parecía fingido, hasta que los ojos de él se toparon con los míos, por un instante mientras la besaba, nadie más pareció notarlo, pero fue suficiente para que las náuseas se volvieran incontrolables y entre la multitud de aplausos y galanterías, ante el nuevo rey, me escabullí.

     Sus labios se unieron en uno de esos besos que solo se lograban una vez, incluso la propia Ann se había dejado llevar, nada de aquello parecía fingido, hasta que los ojos de él se toparon con los míos, por un instante mientras la besaba, nadi...

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     El olor a alcohol golpeó mi delicado olfato en cuanto abrí la puerta de la enfermería, que para mi sorpresa se encontraba en una total desolación.

     —Aito… —Antes de que pudiera terminar su nombre, unas manos me tomaron del cuello y comenzaron a forzarme.

     Lo inmovilicé con otra llave, haciendo que mi atacante cayera al suelo bajo mis pies, allí estaba Aitor jadeando con ojos de sorpresa.

La reina de Indra [Completa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora