Capítulo 24: La verdad

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—¡Firmes! —grité a todo pulmón

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—¡Firmes! —grité a todo pulmón.

     El sol castigaba a los tres soldados que adoptaron una posición recta en espera de otra orden, las gotas de sudor corrían por sus rostros y podía empezar a ver la fatiga. Castian estaba agotado al igual que Temis, pero ella se negaba a expresarlo, incluso cuando podía ver la forma en la que sus piernas flaqueaban.  Aitor era soldado desde pequeño, estaba acostumbrado a las marchas, las guerras y la sangre, un entrenamiento por más duro que fuese no era suficiente para agotarlo.

     —¡Descansen! —ordené.

     Ambos se dejaron caer sobre el verdor del pasto y soltaron el aliento pesado, Aitor, sin embargo, se alejó de ellos y se colocó a mi lado.

     —¿No cree que deberíamos detenernos? —susurró—. Están agotados.

     —¿Las guerras se detienen? —pregunté sin mirarlo.

     —No insinuará llevar a estos dos a la guerra —preguntó el soldado asustado.

     —No los llevaré a la guerra, ella viene hacia nosotros.

     —¿De qué habla, capitán?

     —El enemigo no ha atacado aún y eso es lo que me preocupa, deben estar planeando algo terrible.

     —¿No es posible que aún no se hayan percatado de que es una trampa?

     —No —sentencié—. Ella es demasiado astuta.

     Él asintió y se quedó pensativo.

     —¿Qué piensa hacer?

     —Un baile. —Sonreí.

     —¡¿Qué?! —Se quedó atónito—. ¿Un baile?

     —El cumpleaños de la reina es mañana y debemos celebrarlo, tal vez sea él último baile que vayamos.

     Él pareció comprenderlo y volvió a su posición junto a los demás, había notado la forma en la que sus ojos esquivaban a Temis, algo se había roto entre ellos, Aitor era uno de los mejores hombres que había conocido y entendía por qué alguien como ella podría lastimarlo.

     —Hemos terminado por hoy, pueden descansar —dije.

     Los jóvenes estallaron en gritos de victoria y se marcharon entre empujones y miradas candentes.

     —¡Capitán! —Una voz algo familiar me llamó—. He estado buscándola.

     —Arog. —Me sorprendió la presencia del hombre.

     No lo había visto desde mi regreso del rescate y con tantos problemas ni siquiera me había percatado de su ausencia.

     —¿Dónde has estado? —pregunté.

La reina de Indra [Completa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora