41.- Enojados

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Con las esperanzas renovadas se preparó rápidamente para salir. Tomó una ducha minuciosa, peino su cabello, rasuró su rostro completamente y se vistió con su mejor ropa. Sentía un leve deja-vu, como si fuese a conocer a Kyoko por primera vez, de nuevo.

Luego de pasar a la cadena de comida rápida favorita de su hija por unas hamburguesas para cenar, llegó al departamento de Aoi sintiendo el corazón en los oídos. Tocó suavemente la puerta y esperó.

- Inosuke... - le saludó con una leve sonrisa.

- Aoi... - ¿Cuántas veces había estado en la misma situación? Esperaba que esta fuese la última.

- Mi mamá ya se fue, así que pasa... - él asintió lentamente.

- Jum... permiso - susurró con una educación desconocida para él y Aoi explotó en una carcajada.

- Jaja ¡Tranquilízate un poco! - le dio un ligero empujón en el hombro y entró detrás de él.

- ¿¡Cómo quieres que me tranquilice!? - gritó mirando hacia atrás mientras se quitaba los zapatos.

- ¿¡PAPÁ!? - escuchó el grito desde dentro del departamento y quedó paralizado, como un conejo bajo una luz brillante.

- Kyoko... - susurró quedándose sin aliento cuando sus miradas se encontraron.

Ella estaba recostada sobre el sofá mirando televisión y al verlo titubear en la puerta le frunció el ceño furiosamente, saltó de golpe y corrió a su habitación, aun cojeando un poco, y se encerró dando un fuerte portazo.

Quedó con la boca abierta sin saber qué hacer y solo atinó a buscar a Aoi con la mirada para pedir su ayuda, ella levantó una ceja y rodó sus ojos.

- ¡Cuánto drama! - resopló con exasperación.

- Ella me odia... - se lamentó bajando la cabeza - Me odia completamente...

- Bueno... que te vaya bien - tomó un pequeño bolso y se preparó para salir.

- ¡¿De qué hablas?! ¡No puedes dejarme! - él seguía estático esperando su ayuda.

- Conseguí una cita con el estilista - respondió levantando los hombros mientras abría la puerta.

- ¡No puedes, Aoi! ¡Sé que estarás escuchando afuera de la puerta! - la acusaba apuntándola con un dedo.

- Suerte - le lanzó un beso burlón y cerró dando otro portazo.

Estaba solo de nuevo, con Kyoko encerrada en su habitación. Se dio un momento, sentándose en el sofá, para pensar su siguiente movimiento, cuando recordó quién era él y que pensar era para idiotas. Quizás sí estaba siendo un poco exagerado y solo debía acercarse a su hija y hablar con ella, problema resuelto.

Se acercó a la habitación y tocó la puerta suavemente con los nudillos. No respondió ni abrió, pero le escuchó quejarse.

- ¿Kyo? - la llamó alzando la voz para que la alcanzara al otro lado de la puerta.

- ¡Ayer fue "miércoles de Mario Kart"! - escuchó el grito amortiguado, probablemente estaba tendida sobre su cama con la cara enterrada en su almohada, quizás si era dramática, igual que él.

- Hija... - suspiró.

- ¡Ya perdiste tu oportunidad ¡Yo ya gané todos los trofeos!

- Lo siento ¿sí? - intentó tocar la puerta más fuerte - Ábreme y podremos hablar.

- ¡Demasiado tarde! Ya no quiero hablar nada.

Comenzaba a impacientarse, empujó levemente la puerta notando el pasador de la cerradura, uno simple y frágil. Una pequeña astilla en comparación a su fuerza.

Simple y complicado || InoAoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora