Simple y complicado || InoAoi

16.- ¿De mí? ¿De nuevo?

El sábado despertó desconcertado sobre la cama, con la ropa del día anterior, un sabor feo en la boca y su celular abandonado sobre su estómago con un registro de llamada a Aoi a las 2 de la mañana. Se dio un baño y decidió no salir ese día, tenía que ordenar su departamento, lavar ropa, cocinar la comida que ya estaba a punto de expirar de su pequeño refrigerador y su rutina de ejercicios diario que no podía faltar, odiaba ser un adulto.

Ya en la tarde se seguía preguntando si la conversación agradable que tuvo con Aoi durante la madrugada había sido un sueño ebrio o ella contestó, lo mandó al diablo y el resto lo inventó él. Así que, para salir de dudas, le envió un mensaje para saber en qué lugar se encontraría, así como que no quiere la cosa, para su tranquilidad le envió el lugar sin reclamarle nada.

El punto de encuentro sería una cafetería en el centro y ella como siempre llegó con unos minutos de retraso, lo que le parecía muy extraño. La antigua Aoi siempre llegaba justo a tiempo a todas partes.

- Tus horarios libres son muy extraños – le reclamó una vez sentados en una esquina de la cafetería. Ambos ordenaron un café con tostadas.

- Llevo una vida ocupada – contestó levantándose de hombros mientras soplaba su taza.

- ¿Y qué haces después de las 11?

- Hoy no hablaremos de mí... si no que de ti - le apuntó con un dedo y lo hizo girar de manera maliciosa.

- ¿De mí? ¿De nuevo? – la miró frunciendo el ceño.

- Así es...

- ¿Qué quieres saber ahora? - se dejo caer en el respaldo de la silla un poco decepcionado, esperaba que le contara un poco sobre ella.

- ¿Cómo llegaste a ser instructor?

- Mmh esa es fácil... Cuando llegué aquí para saber sobre mis papás solo tenía una mochila con ropa y algo de dinero, dormía en cibercafés o en parques y comía lo que podía. Parecía un vagabundo.

- Supongo que en ese momento lo eras...  - dijo sin intención de ofenderlo - ¿No pensaste en volver?

- ¿A dónde? No tenía nada en ninguna parte – contestó entristecido, perder a Hisa-san fue devastador.

- Pero Tanjirou, Zenitsu y tú eran buenos amigos, te habrían apoyado...

- Cada uno estaba en lo suyo, entraron a la universidad... como tú – contestó fingiendo indiferencia, finalmente sí se quedó solo.

- ¿Tú no postulaste? – preguntó huyendo de su mirada.

- Perdí casi la mitad del último año, me dedicaba a cuidar a la vieja, aunque tampoco les habría pedido ayuda.

- Orgulloso.

- Como sea... Sabía que necesitaba dinero y para eso trabajo. Un día pasé por el parque del centro y había una clase abierta de defensa personal. Yoshio estaba haciendo una demostración, yo tenía mucha frustración y golpear a alguien no me venía mal.

- ¡Siempre lo mismo contigo! – lo regañó, no pudo evitar sonreír, extrañaba que le hablara así de desafiante.

- Me dio una puta paliza... - continuó - así que cuando terminó la presentación lo rete a una revancha, no tenía ninguna oportunidad y yo no me rendía. Peleé hasta quedar inconsciente y él me llevó a su casa hasta que despertara.

- Parece una buena persona...

- Así es y bueno... él se interesó por mi forma de pelear, me decía que le parecía muy peculiar, le expliqué un poco que desarrollé ese estilo al defenderme en la montaña.