17 - No necesito que me protejas ✨

441 28 0
                                    


Karol:

-¡Dime la verdad! -Le grité mientras se cambiaba para el gimnasio.

-CONFÍA EN MI KAROL. -Me gritó.

Me acerqué a él con ironía.

-¿Asi como tu confías en mi? —Pregunté cerca de su cara.

-Karol, solo te estoy protegiendo, No insistas.

-NO NECESITO QUE ME PROTEJAS IDIOTA. -Grité furiosa. -Dime la verdad ¿Que sucede?

No dijo nada, dio un portazo y se fue.

La vida es incierta. Había llegado a esa conclusión en los últimos tres días. Quería ahorcar al hombre que era mi esposo.

No me molestaba en absoluto el tener que vivir en un Penthouse, mucho menos cuando de trata de uno de los más lujosos de México , sin embargo mi enojo era por el hecho de que luego de aquella llamada misteriosa Ruggero no me contara lo que sucedía, se escudó en -Lo hago por tu bien. En los negocios suceden cosas turbias que tu no sabes. -Lo notaba nervioso, habían noches que no dormía; se excusaba en que estaba trabajando con la portátil.

No necesitaba que él me protegiera, todos los hombres se creen superiores a nosotras y buscan como protegernos. Nos creen tan débiles y delicadas, no somos algo inútil que necesita que le faciliten todo. Tiré unos libros de enojo.

Me había obligado a mudarme en término de tres horas, ni siquiera me dio tiempo de coger mis cosas. Le supliqué y le exigí que me explicara el porqué, pero no. Me evitaba por completo, sólo me dijo que no debía preocuparme. Prácticamente una tarde me arrastró de casa a este lugar.

El Penthouse era precioso tenía, aspecto de edificio cristalizado y la suite presidencial estaba en un doceavo piso, todos los detalles finos y dorados; era como vivir en un mágico cuarto de ensueño. Lo que me tenía furiosa era que ahora tenía a un tipo siguiendome las veinticuatro horas del día. Matteo era un soldado retirado del ejército y había servido para el servicio secreto durante años, ahora era mi guardaespaldas. El sujeto era súper alto me recordaba al Capitán América; su rigidez me aterrorizaba. Cuando éramos niños con Agustín teníamos gente cuidándonos pero cuando crecimos aprendimos a cuidarnos solos, éramos personas importantes pero no era necesaria tanta seguridad. Si lo de el guardaespaldas no era suficiente, mi teléfono estaba conectado al de Ruggero.

Me tenía vigilada las veinticuatro horas del día, parecía un loco psicópata acosador.

Realmente no entendía lo que estaba pasando, algo andaba mal podía presentirlo. Yo era de las personas que cuando sospechaban de algo por ahí iba
la situación.

Una tarde fuimos a casa de los padres de Ruggero, y cuándo el y su papá salieron a jugar golf yo me quedé con su madre preparando galletas de avena; ella estaba feliz de tenernos ahí, mientras poníamos la mezcla en los moldes para llevarlas al horno ella parloteaba sobre que esperaba un nieto.

-¡Sería hermoso! -Ella pensaba en nietos y yo en comer las ricas galletas que preparábamos. —¡Tu que quieres! ¿Niña o Niño?

Comía un trozo de melocotón, el cual se quedó atorado en mi garganta luego de escuchar su pregunta.

-¡Querida no te atragantes! -Me ofreció un vaso con agua y pude pasar el mal bocado. -Es mejor que ustedes tengan sus hijos jóvenes, estoy emocionada.

-Si. La verdad no creo que Ruggero quiera aún. —Respondí encogiendo mis hombros para quitarle importancia.

A mi mente vino la duda de como sería un hijo nuestro ¿Tendría mis ojos? O los de él. Me reprendí a mi misma por pensar eso. El embarazo no debería emocionar ¿Que hay de bueno en inflarse como un globo por meses? No me imagino siendo madre y mucho menos un hijo con él, no me imagino un pedazito suyo, ¿Sería igual a él de engreído y mujeriego?.

Casada con el enemigo | RUGGAROL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora