34 - Los finales felices no existen ✨

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Ruggero:

Estar parado por segunda vez en un altar esperando a la novia me hizo pensar una cosa. Mis padres todas la vida me hicieron ver que el matrimonio era para siempre y era un pacto que debía ser inquebrantable. Esa fue la razón por la que decidí que jamás me casaría y nunca me ataría a alguien. Sin embargo una persona logró cambiar mis ideas narcisistas.

Ella me hizo entender que el amor va más allá de un papel firmado o una ceremonia, el amor trasciende a todo. Uno puede casarse sin que haya amor pero también puede no estar casado y amarse con todas las fuerzas del mundo.

-Todo el mundo de pie la novia hará su entrada. —Dijo el abogado.

Apareció Camila la mujer que a partir de ese día se convertiría en mi esposa y la mujer con quien pasaría el resto de mis días. Venía de la mano de su infeliz padre, se miraba tan emocionada.

No creía lo que estaba a punto de hacer.

Karol:

Recién despertaba de una siesta. Había llegado de madrugada a Argentina, restregue mis ojos, mi cuerpo quería seguir durmiendo.

Michael me había conseguido un apartamento muy hermoso, tenía una vista genial a la ciudad, tenía una hermosa terraza. Las suaves sábanas de seda blanca ataban mi cuerpo a la cama que era enorme, todo lucía tan perfecto. Levanté mi vista a un pequeño reloj de pared que marcaba las siete de la noche, no pude evitar pensar

que justo en ese momento el hombre que amaba se estaba casando con otra mujer y que pronto yo tendría un hijo de él.

Por ridículo que me parecía toqué mi vientre, llevaba algo suyo y eso nos uniría por siempre. Me regañe a mi misma por torturarme así, una de las razones o quizá la razón principal de mudarme fue eso, el dejar atrás todo lo que tenía que ver con él. Pero nunca podría olvidarlo del todo, no cuando tendía un hijo que lo recordaría toda la vida.

Al pensar que sería madre me invadía un miedo enorme y mi mente se llenaba de dudas. Sería un desastre posiblemente, permití a mi mente imaginarme un futuro quizá en veinte años estaría viendo a mi hijo graduarse de la escuela o entrando a la universidad y posiblemente encontraría un Argentino sexy con quien casarme. Por suerte mi padre me había dado trabajo en una de sus empresas en Buenos Aires no tendría que buscar un empleo.

Escuché tres toques en la puerta y maldije, no quería levantarme sin embargo tomé la bata de seda que hacía juego con mi pijama y fui a abrir.

-¿Te gustó? -Era un Michael envuelto en un abrigo negro y traía una bufanda con cuadros gris. Lo invité a pasar y le agradecí por su ayuda. —Si quieres decorarlo puedo darte el número de Megan una encantadora chica decoradora.

-¿Duermes con ella? -Pregunto risueña.

-Si. Pero no le digas a su esposo o me matará. —Nos reímos. -¿Vamos a cenar?

—¿Esperarías a que me arregle? — Pregunto haciendo pucheros.

-Solo no tardes una eternidad ¿Si? -Se pone cómodo en el sofá.

Me duché y la verdad estaba disfrutando esto, Argentina me había puesto de bien humor. Me arreglé y salimos con Michael a recorrer la ciudad. Hacía un poco de frio lo cual era muy agradable.

Pedimos dos cafés y seguimos caminando. Nos estamos en una banqueta en el parque a observar a las personas que iban de un lado a otro.

-¿Como terminaste aquí? —Tenía total intriga de como él había dejado todo en México .

-Cuando todo pasó y tu lo descubriste, sólo quize irme a donde nadie me conociera y supiera lo que hice. —Sonrió con melancolía.

-Y llegaste acá. —Él estaba arrepentido.

Casada con el enemigo | RUGGAROL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora