⦗𝟎𝟐⦘ 一𝐅𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐮𝐥𝐦𝐨𝐧𝐞𝐬.

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Una de las cosas que Naruto se preguntaba era por qué todo el mundo odiaba tanto los lunes. Es decir, ¿Qué tan malo podía ser ese día para que media humanidad lo haya tachado de horrible? ¿De verdad era tan desagradable o era solo por ser el día en el que todos empiezan a trabajar, estudiar, o en sí movilizarse? Bueno, hoy descubrió que era la segunda, porque un martes de trabajo después de no haber podido descansar un festivo era tan odioso como el propio lunes.

Y ahí estaba él, siendo arrastrado por los pasillos del colegio por sus dos mejores amigas en vista de que sus propias piernas parecían no querer funcionar solas, con una cara de muerto que si hubiera estado en una película de zombies lo confundirían con uno y le dispararían sin pensarlo.

Omitiendo ese hecho, era una mañana bonita para los tres.

—¡Oe, Naruto!

Enfaticemos en el "era".

—Kiba..

Si bien ninguno de los tres se llevaba mal con el castaño —el rubio incluso salía con él a comer ramen—, ninguno tenía los ánimos de lidiar con él esa mañana.

¿Por qué?

—¿Dos chicas a la vez? —una sonrisa pícara alcanzó a asomarse en sus labios—. Eres todo un casanovas.

Exactamente por eso.

Los tres rieron de manera incómoda, sin saber bien cómo responder al comentario, y mentirían al decir que el chico no les había hecho pasar momentos más incómodos todavía. Al parecer no le cabía en la cabeza la palabra "mejores amigos", y ganas de escribírselo en la frente no les faltaba.

—¿No estás con Shino? —intervino Sakura—. Siempre te veo con él.

Kiba refunfuñó antes de responder.

—El tonto desapareció camino hacia aquí.

—Aquí estoy.

Decir que no gritaron del susto sería mentira. ¿Por qué el imbécil siempre desaparecía y aparecía de repente?

—¡Idiota!

¿Qué haces cuando un rubio infantil con mala suerte quiere darte un puñetazo?

—¡Cuidado!

Esperar a que el universo haga lo suyo. No, Shino no iba a preguntar cómo ni por qué una patineta venía hacia ellos a toda velocidad, ni por qué el Uzumaki fue el desgraciado que por accidente la pisó, solo disfrutaría del espectáculo, agradeciendo a los cielos el seguir intacto y presenciando como el chico iba hacia atrás casi en cámara lenta.

Para desgracia suya, su anticipado beso del suelo nunca se dió, porque el desgraciado siempre tenía un perro guardián que lo salvaba de matarse cada que el universo atentaba contra él.

—¿Eres tan tonto que ni siquiera puedes llegar al salón de clases sin mi sin accidentarte?

Sasuke Uchiha, mejor amigo —o perro guardián, como prefieran decirle— del Uzumaki hacía aparición otra vez.

Las mejillas del ojiazul se colorearon de rojo, pero no pudo distinguir si fue por el enojo a causa de la pregunta de Sasuke o la vergüenza de caer sobre el pecho su mejor amigo, mientras el azabache lo sostenía de la cintura tan delicadamente —en contraste a sus palabras— que casi dolía el no ser correspondido. Casi.

Sí, sabía que era para que no se fuera de jeta contra las baldosas, pero no tenía nada de malo fantasear un poco, ¿no?

Aunque claro, nada es para siempre, y su fantasía llena de florecitas y corazones terminó cuando Kiba empezó a carcajear.

𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora