Sasuke era complicado.
A Sasuke le daba miedo tocarlo, porque pensaba que lo incomodaría.
A Sasuke no le gustaba quedarse a solas con Naruto porque no sabía qué decir.
A Sasuke la culpa se lo comía por dentro cada que miraba a su mejor amigo, y se le notaba en la cara.
Pero lo estaba intentando.
Sasuke le llevaba cosas que le recordaban a Naruto y cuando no tenía el coraje para dárselas de frente se las dejaba en la puerta de su habitación.
Sasuke cocinaba las cosas que sabía que a él le gustaban cuando era su turno de hacer la comida para verlo feliz a la hora de la cena.
Sasuke intentaba entablar conversaciones, aunque las primeras veces se vio ridículo y parecía tener la misma capacidad social que un niño de cinco años intentando acercarse a sus compañeros preguntando "¿Quieres ser mi amigo?"
Sasuke lo estaba intentando.
Y Naruto estaba feliz. Demasiado feliz. Más de lo que creyó humanamente posible.
Porque las conversaciones cada vez eran más naturales y las risas menos forzadas.
Porque ya no se retraía sobre sí mismo o intentaba alejarse cuando el rubio se inclinaba un poco más cerca.
Porque ya no rehuía de él como si la culpa fuera más grande que las ganas de arreglar las cosas.
Y su favorita de todas; Porque ya no lo miraba como si fuera una pobre muñeca de porcelana que se romperá con el primer toque, y darse cuenta de eso fue como el cielo para Naruto.
Si, sabía que aún les faltaba mucho a ambos para terminar de curarse y aún más camino por avanzar, pero ese sentimiento, el ver cómo las cosas avanzan poco a poco, progresivamente, y todo su esfuerzo al fin empieza a rendir sus frutos, era reconfortante.
Y como si las cosas no pudieran ser mejores, las vacaciones de mitad de año empezaban hoy.
—Les juro que el profesor de historia me detesta. Ya es personal —Kiba se lanzó al sofá de la sala de estar, quejándose y estirando las piernas sobre la mesita de centro.
—Tal vez porque todo lo que haces en sus clases es dormir —Sakura se sentó en el sillón siguiente, junto a Hinata, pasando uno de sus brazos alrededor de su cadera disimuladamente. La pelinegra solo rió.
Habían aprovechado las vacaciones y el hecho de que era viernes y los señores Uchiha habían salido para hacer una mini reunión entre ellos, solo los cinco.
Naruto saltó junto a Kiba, casi aplastándolo, ignorando los reclamos del chico perro.
—¿Quién te dijo que se te podían pegar mis mañas? —se burló el rubio. Kiba rezongó y cruzó los brazos como lo haría un niño pequeño.
—¡No es justo que tú puedas saltarte las clases mientras nosotros sufrimos! ¿No es cierto, chicas?
—Yo no estoy sufriendo.
—No sé de qué hablas.
Naruto le sacó la lengua, y el Inuzuka llevó su mano a su pecho dramáticamente, como si además de su ego también lo hubieran herido a él.
—Agh, como sea, ¿Cuándo se supone que vuelves? —preguntó, recuperándose de su derrota, sin esperar que el ambiente se volviera tenso de repente, ni que el chico aludido desviara la mirada, incómodo. No respondió, y de repente todos los demás hicieron silencio también, como si el tiempo se hubiera congelado en una especie de recuadro poco confortable.
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𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
Fiksi PenggemarNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...