Lo gracioso era que después de que Heather desapareciera las cosas tenían que mejorar. Era lo más lógico, ¿no? La causa desaparece y se lleva los problemas con ella. Pero ese no parecía ser el caso de Naruto Uzumaki. Desde que Heather se fue, su salud no hizo más que empeorar. Se fue en picada incluso más rápido de lo que lo había hecho durante las últimas semanas, y, por los murmullos de las enfermeras chismosas que Sasuke oía cada que iba a visitarlo, sabía que dentro del cuerpo médico habían pasado de clasificarlo como estado "delicado" a "prioritario," o "terminal."
El Uchiha había odiado esas dos palabras desde que las oyó por primera vez.
Hoy, como ya se hacía costumbre, estaban los cuatro en la sala de espera, aguardando el momento en el que el doctor terminara con su revisión diaria y les dijera que podían pasar a ver el cuerpo inanimado, lleno de tubos y máquinas que antes se veía tan lleno de vida y ahora apenas tenía fuerzas para aferrarse a lo poco que le quedaba de eso con ayuda de respiradores y sueros. Verlo era doloroso. La puñalada de culpa lo era más. Pero no podían hacer nada más que esperar.
Kiba revisaba su celular sin ganas, turnando cada tanto la mirada entre la pantalla y la puerta por la que saldría el doctor. Hinata descansaba su cabeza en el hombro de Sakura, quien a su vez descansaba la suya en la cabeza de la Hyuga. Ambas miraban a la pared en silencio, con las manos entrelazadas sin intentar ni siquiera esconderlas. Sasuke supuso que, después de todo lo que había pasado, ya poco les importaba lo que fuera a pensar la gente.
Soltó un suspiro mientras se inclinaba para atrás, recostando su espalda contra la pared detrás suyo y echándole un vistazo fugaz al reloj en la pared. A pesar de que intentara distraerse analizando a su alrededor, no había mucho que ver además de sus amigos, igual de impacientes que él. Las manecillas del reloj parecían no querer moverse y el doctor no salir nunca.
O eso pensó antes de que la puerta finalmente se abriera. El hombre de mediana edad los miró de una manera que no pudo descifrar antes de bajar la cabeza, y cuando estaban a punto de entrar al cuarto, la voz firme pero desanimada los detuvo.
—Antes de que entren, será mejor que les avise sobre el estado de su amigo —acomodó sus lentes y pasó las páginas del portafolio que tenía en mano, leyendo cada tanto un par de cosas antes de mirarlos a la cara—. El chico no está bien. Si sus posibilidades de sobrevivir eran escasas cuando llegó, se han reducido al menos un 25% estos últimos días. Sus pulmones apenas funcionan y su corazón está colapsando con ellos. Aparte, las flores parecen estar causando una infección en su tráquea que se está extendiendo hacia su columna vertebral y, por lo tanto, sus nervios. No quería ser quien diera la mala noticia, pero tal vez irse despidiendo y prepararse para el golpe sea lo mejor.
No los dejó procesar la noticia y se alejó por el pasillo blanco, que en ese momento se veía incoloro y sin vida. Sabía que los doctores solían ser menos empáticos al momento de anunciar un caso perdido mientras más experiencia recogieran, y que el que les había tocado había tenido bastante tacto en comparación a muchos otros, pero ese razonamiento no pareció serle de demasiada ayuda.
En realidad, dudaba que cualquier razonamiento le fuera de ayuda ahora mismo.
Sentía que las paredes de por sí blancas perdían el color, se teñían de grises y negros y daban vueltas alrededor suyo. Las manecillas del reloj anunciaban los segundos más lento de lo que deberían, y el "tik-tak" se había apoderado de sus oídos. Resonaba en su cabeza como un eco, fuerte y desesperante, repitiéndose con el único propósito de volverlo loco. La habitación giraba más rápido y el piso se movía, ¿O tal vez eran sus propios pies, que no tenían fuerza para sostenerlo firme? El aire parecía filtrarse. De repente ya no era suficiente. El cuarto era demasiado grande y estaba borroso y el oxígeno se perdía en algún lugar lejos de sus pulmones. Se negaba a entrar por su nariz pero seguía saliendo por su boca, y por más bocanadas que intentara tomar se le seguía escapando. ¿Así se sentía Naruto cada que tenía un ataque?
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𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
FanfictionNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...