La primera vez que la vio, con su cabello azabache cayéndole en ondas sobre los hombros y la luz de la ventana resplandeciendo contra su piel pálida, sintió que su rostro explotaría. La temperatura se le subió a la cara como fiebre y las manos le empezaron a sudar, dejándola en un especie de trance en el que no hacía más que mirar a la chica de la ventana que copiaba en sus apuntes sin prestarle atención a su presentación de estudiante recién transferida.
El profesor tosió un par de veces, llamando a su nombre para pedirle que tomara asiento junto a "Hinata", y le pidió a la tal "Hinata" que levantara la mano. Sakura se obligó a sí misma a dejar de hacer el ridículo y buscar entre la multitud a su nueva compañera de asiento, pero cuando la chica bonita alzó la cabeza, mirándola con esos ojos color perla que brillaban como si en realidad fueran piedras preciosas y levantó con timidez su delicada mano, fue esta vez su corazón el que casi estalla.
Fue amor a primera vista.
O, al menos, eso le gustaba decir cuando su novia le preguntaba.
En realidad tomó mucho más que eso.
Recuerda como fue un desastre su primer encuentro. Como una torpeza poco propia de ella la hizo quedar en ridículo más veces ese día que en toda su vida.
La chica se presentó con un bajito-. Hola.
Pero la boca de Sakura no quiso cooperar.
-Hola. Eres bonita -murmuró sin pensar-. ¡Digo! La clase es bonita. Es decir, nunca he estado en esta clase, así que no sabría decirte, osea, probablemente no lo necesites porque tú ya estuviste, yo soy nueva. Probablemente también sabías eso. ¡Pero el salón está bonito! El piso se ve muy limpio.
Botó todo en un susurro-grito, intentando no llamar la atención del profesor, intentando arreglar la estupidez que dijo, intentando modular bien a pesar de haber hablado como si le estuviera faltando el tiempo por puros nervios.
Mierda. Primer día. Primera clase. Y ya había hecho un ridículo. Que lindo.
¿Pero saben que fue más lindo todavía?
La risa que se le escapó a la chica. La forma tan sutil en la que cubrió su boca con sus perfectas y largas manos. El tono tan armónico de su voz.
Podría escucharla reír por horas.
Después de eso no todo fue tan malo. Se repitieron sus nombres, hablaron un rato de la clase y Hinata le pasó los apuntes que le faltaban -hasta su letra era hermosa, joder-. E inevitablemente, compartiendo asiento, terminaron por hacerse amigas.
Al inicio, Sakura estaba segura de que todo lo que sentía hacia la Hyuuga aparte de amistad era una gran admiración. Admiraba su belleza y su forma de ser, pero solo eso.
Admiraba sus ojos. Eran hermosos, y tenían ligeros rayos de morado que alcanzaban a verse cuando les daba la luz -lo descubrió de tanto observarlos cada que se daba la oportunidad-.
Admiraba su pelo. Era bonito y oscuro y le daban ganas de enredar sus dedos en el, y era tan sedoso al tacto que se le antojaba peinarlo por horas.
Admiraba sus manos. Eran largas y delicadas. Los dedos se estiraban elegantemente y las uñas tenían una forma tan perfecta que le pidió varias veces permiso para pintarlas, porque sabía que con cualquier tono se verían hermosas.
Admiraba su piel. Era tan pálida y lisa, sin ninguna marca o lunar, y lucía tan suave. Le daban ganas de tocarla y descubrir si de verdad no habría ni una sola mancha en ella.
Admiraba sus labios. Eran delgados, pero de alguna manera encantadores. Tan delicados como todo en ella y con un brillo rosa tenue que simplemente combinaba demasiado con el resto de su rostro, y un par de veces mientras divagaba alcanzó a pensar en cómo se sentiría besarlos.
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𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
FanfictionNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...