La luz que entraba por la ventana daba directo al rubio sentado en el sofá individual dentro de esa habitación de hospital que se había vuelto parte de su entorno durante los últimos meses, dando un tono más cálido a su piel tostada, que había empezado a recuperar su color original. Los rayos de sol se reflejaban en su cabello y le daban ese aspecto sedoso que había heredado de su padre, reemplazando el color opaco y grasiento que tenía cuando seguía postrado en esa camilla en la que todavía estaba obligado a dormir por las noches. No la soportaba. Prefería quedarse sentado en el sofá todo el día, con dolor de espalda y las piernas entumecidas, que pasar más tiempo del necesario en esa odiosa cama con ruedas. Un día incluso durmió ahí, sentado junto a la ventana —se levantó con un dolor de cuello infernal y un regaño de parte del doctor, pero no se arrepiente de nada—.
Sus ojos, sin embargo, seguían pareciendo más oscuros y profundos que de costumbre, como si guardaran el recuerdo de una tragedia en el fondo, intentando que nadie lo vea, pero sin poder evitar que la tristeza que esta desprende se cuele a la superficie.
O, al menos, eso era lo que Sasuke parecía notar cada que se quedaba embobado viendo esos zafiros cuando el chico "no estaba prestando atención".
Entonces el doctor carraspeo, trayéndolo de nuevo a la habitación y recordándole que no estaba solo. El mismo carraspeo igual por vergüenza y miro atento al doctor, quien intentaba hablar rodeado de los cuatro adolescentes.
—Como decía... —murmuró, su mirada cansada clavada en el joven pelinegro—, creo que es un buen momento para dar el alta. —Las exclamaciones alegres no se hicieron esperar—. ¡Pero! —y fueron apagadas tan pronto como llegaron—, no recomiendo que el joven viva solo. Si bien el proceso de recuperación ha avanzado de manera maravillosa, aún existe la posibilidad de una recaída, lo cual, en su estado, podría ser sumamente peligroso.
Los ojos de todos cayeron en el aludido, incluyendo los del doctor. Naruto solo pudo sentirse incómodo, jalando débilmente del cuello de su camisón de hospital cuando sintió que la tela le apretaba demasiado la garganta —no era así. Estaba diseñada para darle el suficiente espacio para respirar adecuadamente—.
—Tengo entendido que el paciente es un amigo cercano de la familia Uchiha —el médico siguió, tomando el silencio de los jóvenes como un sí—. Teniendo en cuenta que, según sus registros, el joven Naruto es bastante unido a ellos, y además son los padres de su amigo, que lo ha estado cuidando con tanto empeño desde que llegó, recomendaría que pidiera asilo allí. Es la mejor opción que tiene, ya que ninguno de sus representantes legales se encuentra en el país por el momento.
La mudez de los cuatro chicos era casi que cómica, y parecía ser el doctor el único que no sentía lo pesado que se había vuelto el ambiente. Kiba y las chicas se miraron entre sí, mirando luego a Naruto con una mezcla de preocupación y pena. Sasuke, en cambio, no se atrevió a levantar la cabeza del piso. Sintió como un sudor frío le escurrió por la espalda, haciéndolo estremecer y tomando sus palabras lejos, pues cuando intentó oponerse su garganta se cerró y nada quiso salir.
La mueca del adulto a cargo del tratamiento del rubio fue difícil de describir, como si escondiera una idea cuestionable bajo una sonrisa profesional, calculada para parecer lo que no era.
—Bien. Llamaré a los Uchiha para informarles sobre la estadía del joven Uzumaki.
[ . . . ]
—Joder, Sasuke, ¿En que mierda estabas pensando?
Kiba escupió la pregunta. Se movía de un lado a otro en la habitación oscura como un perro enjaulado, tomando de sus cabellos para jalarlos ligeramente. Su ceño fruncido repasaba el cuarto vacío con impaciencia, chocando con todo lo que había en la pequeña oficina de hospital que les habían prestado excepto con los ojos azabache de la única persona que lo acompañaba. Cuando el silencio lo desesperó, sus pasos se detuvieron de manera brusca, y volteó finalmente para enfrentar al aludido, mirándolo como una bestia enojada.
ESTÁS LEYENDO
𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
FanfictionNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...