⦗𝟐𝟑⦘ 一𝐒𝐡𝐞 𝐤𝐧𝐨𝐰𝐬.

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Mikoto tarareaba una melodía suave mientras lavaba la loza, meciendo su cuerpo de lado a lado, balanceándose con el ritmo de su propia voz. Sasuke la miraba en silencio cada tanto, turnando su atención entre su madre y los platos que secaba y guardaba cada que ella los dejaba limpios. Como era costumbre, su cabeza era un caos. Preguntas y pensamientos se reproducían sin orden como en una radio dañada que aparte emitía estática, pero la duda que más resaltaba de entre las demás era tan fuerte que hacía que todo lo demás quedara en segundo plano.

"¿Debería preguntarle a mi madre?"

No era difícil notar que Mikoto Uchiha sentía debilidad por sus hijos, y fue precisamente eso y su manera de ser tan cálida lo que la convirtió en la confidente número uno para ambos. A diferencia de su padre, a ninguno de los hermanos le preocupaba el hablar de temas más sensibles con ella, incluso si se podía considerar algo tabú.

¿Pero esto?

Siempre había sido el tabú más tabú en la familia Uchiha.

Sasuke estaba acostumbrado a recibir miradas de decepción de parte de su padre. Empezaron cuando era tan solo un niño, y aunque la primera vez terminó hecho bolita en el suelo, llorando mientras era consolado por su progenitora, el tiempo pasaba, y mientras más de esas miradas recibía menos le importaban. Ya no tenían poder sobre él. Ya no podían afectarlo. Sabía que, aunque su padre lo amara, para él nunca sería suficiente lo que llegara a lograr o cuánto se esforzara intentándolo, así que solo dejó de darle importancia.

¿Pero recibir una de esas miradas de su madre? ¿Encontrar desprecio en los ojos que solo le habían mostrado amor?

Eso lo rompería.

Su pecho dolía de solo pensarlo, y sabía que, si llegaba a pasar, el sonido de su corazón haciéndose trizas sería tan fuerte que resonaría en sus oídos, tapando todo el ruido exterior para dejarlo a merced de sí mismo y sus catastróficos pensamientos.

No se recuperaría de esa.

Sus ojos oscuros volvieron a ver a la mujer de reojo, dudando y volviendo a la porcelana en sus manos antes de darle oportunidad de abrir la boca. ¿Ella lo juzgaría si le decía que no le gustaba una linda chica, como ella siempre soñó? ¿Lo tacharía de fenómeno si le contaba acerca de sus sentimientos? ¿O se sentiría herida, preguntándose a sí misma en qué punto de su crianza fue que falló?

No importa cual de esos fuera. Todos dolían.

Mikoto dejó de tararear. Sasuke entró en pánico. Mikoto lo miró. Sasuke fingió que no se daba cuenta. Los platos fueron dejados de lado, la llave del agua fue cerrada, pero el adolescente seguía frotando la misma taza como si quisiera sacarle brillo.

—Sasuke, ¿Hay algo que tengas que decirle a mamá?

Tragó saliva, intentando hacerse el tonto. ¿De verdad era tan obvio? Mierda.

—¿Yo? No, no creo. ¿Por qué preguntas?

El ceño de la azabache se frunció y sus brazos se cruzaron luego de que se quitó los guantes.

—¿Seguro?

—... —A veces odiaba como ella podía leerlo tan fácil. Como leía a todos tan fácil—. ¿Cómo supiste?

Y ella solo rió.

—Eres mi hijo, Sasuke. Te cargué nueve meses y te crie los siguientes dieciséis años. Es imposible que no me dé cuenta cuando algo te molesta, pero estaba esperando a que me lo dijeras por ti mismo.

Una pequeña sonrisa se escapó de sus labios, pero no respondió. Intentó poner el orden sus pensamientos, buscando cómo formular una pregunta sin lanzar la bomba todavía.

𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora