El primer impulso que sintió Sasuke al ver a su mejor amigo despierto después de tanto tiempo fue lanzarse hacia él y abrazarlo como pudiera. No le importaban los tubos y las máquinas, su cuerpo le picaba entero por demostrarle al rubio que sí lo había extrañado, que había sido el infierno en vida y que se arrepentía de haberlo dejado solo. Que lo sentía.
Mierda, lo sentía tanto.
Aún así no lo hizo.
Dejó que sus manos inquietas apretaran la sábana entre sus dedos, aplicando más fuerza de la que pensó que tenía en un vano intento de no hacer algo de lo que se arrepentiría.
Sabía que no era digno de tocarlo.
¿Qué derecho tenía él de abrumarlo con un abrazo cuando su amigo se encuentra tan débil, resaltando que él es la causa de esa debilidad? Poder admirarlo desde una esquina sin ser corrido del cuarto ya era de por sí un privilegio, y Sasuke no quería abusar de la bondad del chico, que tras de que no lo miró con odio al ser la primera cosa que veía al abrir los ojos —lo que Sasuke hubiera esperado después del martirio que le hizo pasar—, Naruto incluso pareció alegrarse al verlo.
Sasuke no sabía qué clase de buena obra había hecho en un vida pasada para merecerse tener al rubio en su vida, o si solo era un capricho del destino, que quería jugar a experimentar con él y sus sentimientos, pero estaba tan agradecido de haberlo conocido, de que estuviera despierto...
Había esperado ese momento por tanto tiempo, había soñado sobre cómo sería e incluso había practicado que le diría a su mejor amigo, pero su cuerpo parecía no querer hacerle caso a su mente. Sus músculos se tensaron y solo pudo quedarse estático, admirando los ojos opacos del chico mientras las lágrimas seguían saliendo.
Entonces, como siempre había pasado desde que se conocían, el rubio tomó la iniciativa e intentó hablar, más el sonido que salió de su garganta se asemejó más a un gemido lastimero que a una palabra. Fue ahí cuando el doctor se acercó apurado, revisando las máquinas y llamando a la enfermera que solía cuidar del chico los fines de semana.
Sasuke parecía no salir de su trance, pero nadie lo culpaba, los demás chicos estaban en igual o peor estado. Hinata también parecía desconectada, como si su cabeza no pudiera terminar de procesar que pasaba, y sus labios parecían luchar entre sonreír o temblar. Sakura se miraba como si no pudiera decidir entre reír o llorar, terminando en una mezcla extraña de ambas. El ceño de Kiba se fruncía de emoción, combinado con su cara roja, y se mordía el labio con fuerza para intentar no soltar las lágrimas acumuladas en el borde de sus ojos. Parecía un cachorro, moviendo su cola de un lado al otro desenfrenadamente.
Cuando el doctor terminó con su revisión rápida ni siquiera tuvo que indicarles que podían acercarse cuando los cuatro rodeaban la camilla. Llanto, risas, disculpas y más cosas se mezclaban de manera desordenada, pues todos estallaban al mismo tiempo en un mismo lugar sin consideración al pobre chico que recién se levantaba del coma. Entonces vieron sus partidos labios abrirse a través de la mascarilla de aire, y todos callaron al mismo tiempo cuando el chico intentó hablar de nuevo.
—Oí... todo...
Y a pesar de que fue difícil entenderle, de que su voz rasposa parecía desgastada y maltrecha y sus labios se veían tan rotos que moverlos debía doler, hizo su mejor esfuerzo para regalarles una sonrisa. Un débil levantamiento en sus comisuras que les atravesó el corazón a los presentes y dejó una extraña mezcla de calidez y culpa en sus pechos.
Cuando el doctor les pidió que salieran y lo dejaran descansar, pues las emociones fuertes después de salir del coma podían hacerle mal, no pudieron hacer más que resignarse y seguirlo a su oficina, esa pequeña oficina en la que habían estado las suficientes veces como para conocer el camino de ida y vuelta de memoria. El hombre de mediana edad entonces tomó asiento, dispuesto a explicar la duda que, a pesar de flotar libre por el aire, nadie se había atrevido a poner sobre la mesa.
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𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
FanfictionNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...