El fin de semana pasó más rápido de lo que desearía, pero fue al mismo tiempo tortuosamente lento. No se levantó casi de su cama, aunque la sensación de estar encerrado lo agobiaba. No comió casi, aunque su estómago rogaba por alimento. Y aún así, aunque suplicó porque el fin de semana acabara rápido, ahora quería que fuera más largo.
Su mente era un caos de contradicciones constantes.
No quería estar en casa pero tampoco quería salir. Se sentía inútil por no hacer nada pero igual no tenía ganas de hacer algo. Había dormido tanto que se sentía más agotado que renovado, y sin dudas no quería ir al colegio. ¿Qué más daba? No creía llegar al final del año como para preocuparse por pasar, así que daba igual.
Y aún así se las arregló para arrastrar su inútil cuerpo a la ducha, ponerse el uniforme y tomar el bus, porque sabía que si no se levantaba de su cama se consumiría a sí mismo antes de que la enfermedad lo hiciera, y por mucho que decía que no le importaba, una pequeña parte de su ser —escondida muy al fondo— aún quería luchar por seguir vivo, o al menos por darle pelea al hanahaki hasta que sus pulmones también se rindieran y colapsaran.
La gente en los pasillos murmuraba cuando lo veía pasar, pero ninguno se atrevía a hablarle. La mezcla de lástima y repulsión que se mostraba en sus caras cada que su agotado y demacrado ser pasaba al lado de alguien era demasiado molesta. Sus muecas al ver su ojo negro y su labio roto le hacían doler la cabeza. ¿Por qué no podían meterse en sus vidas y solo dejarlo en paz? Nunca había molestado a nadie como para que ahora lo estén jodiendo con sus mierdas hipócritas y falsa compasión. Estaba demasiado cansado para eso.
Y aún así nadie se atrevía a acercarse. Nadie se atrevía a dirigirle la palabra. Ni siquiera Gaara, el imbécil de Gaara, parecía tener la valentía suficiente como para al menos mirar lo que él mismo había hecho. A veces deseaba tanto pararse frente suyo y gritar con todas sus fuerzas "Mírame. ¿Esto es lo que querías? ¿A dónde planeabas llegar? ¿Estás satisfecho?" pero sabía que no sería más que un dolor de cabeza. Ni siquiera podía hablar bien por el dolor en su garganta —que avanzaba demasiado rápido—. Gritar terminaría de arruinarle.
Y así los días pasaron, y las cosas empezaron a cambiar.
Pero no para bien.
Los ataques eran cada vez más seguidos. Tener que salir corriendo de una clase de repente se había vuelto rutina, y ni los profesores parecían tener la valentía suficiente para intentar entrometerse en sus asuntos. El deterioro en su cuerpo era cada vez más evidente. Estaba mucho más delgado. Mucho más pálido. Sus ojeras eran enfermizamente grandes y tanto su cabello como ojos parecían haber perdido el brillo. Era como si poco a poco se fuera apagando, y nadie hiciera nada para ayudar.
Y ojalá solo eso fuera lo que empeoró, pero la gente también empezó a perderle la lástima, quedando solo la repulsión. Empezaron con comentarios hirientes, pequeños empujones, y luego todo fue escalando más rápido de lo que debería. Se había vuelto el objetivo de las burlas de todos, como si en vez de un ser humano no vieran más que un blanco con patas. Nadie parecía darse cuenta de su deterioro, pues al parecer para todos ellos sus gustos lo definían más que cualquier otra cosa que hubiera hecho antes o quien siempre había demostrado ser. Para ellos ya no era "Naruto Uzumaki," sino el fenómeno de la escuela, con quien podías desquitarte si tenías un mal día o solo si estabas aburrido.
Los que alguna vez fueron sus amigos nunca lo molestaron, pero tampoco hicieron nada para pararlo, incluso cuando las cosas ocurrían frente suyo. Y a Naruto en realidad no le importaba. Los insultos no eran más que palabras vacías. Cuando dañaban sus cosas solo pensaba que de todas maneras pronto ya no podría darles uso. Por suerte aún nadie había llegado al punto de los golpes, al parecer el incidente con Gaara había impactado a unos cuantos, pero si llegaba a pasar, a él no le importaría. Su cuerpo siempre dolía, todos los días, cada maldita hora del día. Respirar era como tragar clavos, y escupir las flores como intentar rascarse la garganta con alambre de púas. ¿Qué más daba un par de golpes? Al menos lo distraerían del dolor constante en su pecho. Naruto estaba seguro de que ya nada lo lastimaría de nuevo. Que estaba demasiado herido como para lastimarse más.
Ojalá hubiera sabido que un corazón roto siempre puede seguir doliendo.
Porque entonces aquella tarde no hubiera aplastado en trizas los pedazos maltrechos de su corazón. Porque Naruto no esperaba que aquel montón de chicos lo rodearan a la salida. Ni mucho menos que hubieran obligado a Sasuke a venir con ellos. No esperaba que le hubieran quitado el chance de huir para luego comentar cosas desagradables sobre su enamoramiento hacia el Uchiha, haciéndolo lucir como una zorra desagradable que no hacía más que pensar las peores perversiones cuando estaba junto a su mejor amigo, ni que al final de todo hubieran llenado a Sasuke de preguntas acerca de si sentía lo mismo.
Le dolía la cabeza, y ni se diga el pecho. Naruto sabía que no era correspondido. Lo supo cuando, caminando un día cualquiera con Sasuke, una pareja de dos chicas pasó al lado suyo sonriendo y tomadas de la mano, compartiendo un helado. A Naruto le recordó a sus mejores amigas, y no pudo evitar sonreír, pero cuando volteó a ver al Uchiha la expresión de desagrado más repulsiva que alguna vez le había visto poner se había apoderado de su pálido rostro. Siempre supo lo que Sasuke pensaba de la gente como él.
Pero nunca esperó que el chico le dedicara la misma mirada desagradable que hizo aquel día, como si en vez de estar viendo a su amigo de la infancia solo fuera un insecto despectivo que se había cruzado en su camino y no quería ni aplastarlo porque ensuciaría su zapato.
—Eso es asqueroso —dijo él, con su mirada fija en los apagados zafiros—. Nunca me gustaría un hombre. No es normal.
Naruto lo sabía. Sabía que esa sería la respuesta de Sasuke porque lo conocía de toda la vida y mejor que nadie, y aun así sintió como los fragmentos quebrados de lo que llamaba corazón se hacían polvo con ese comentario. Antes de que se diera cuenta, sus ojos estaban llenos de lágrimas que se negaban a salir, o al menos eso intentaron, hasta que el ceño de Sasuke se frunció con fastidio. Entonces no pudo detenerlas más, y se derramaron por sus mejillas como cascadas de agua salada.
Los chicos alrededor suyo rieron, y el rubio solo dió media vuelta, saliendo por el espacio que el grupo que aún soltaba carcajadas le habían dejado libre luego de completar su entretenimiento del día. Ni siquiera corrió. No tenía las fuerzas ni la energía suficiente para hacerlo. Solo se dió media vuelta y se fue caminando hasta la parada del bus.
Naruto no llegó a clases al día siguiente.
Este capítulo es más cortico que de costumbre, perdón por eso. Pero bueno, ¿Preparados para que la parte jodida de la historia comience? :]
𝕬𝖙𝖙፡ 𝕴𝖟𝖆𝖆𝖗𝖈
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𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
FanfictionNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...