⦗𝟏𝟓⦘ 一𝐂𝐨𝐛𝐚𝐫𝐝𝐞.

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Por parte de Sasuke, las visitas se habían vuelto aún más frecuentes. Pasaba más tiempo en el hospital del que pasaba en casa, admirando como la vida abandonaba poco a poco el cuerpo de su mejor amigo. Sabía que las posibilidades de que despertara eran escasas, sabía que no debía hacerse ilusiones. Los doctores se lo repetían a diario, e incluso sus propios amigos habían empezado a hacerlo también, pero una pequeña parte de él se negaba a aceptar el hecho para el que todos llevaban tiempo preparándose.

Naruto Uzumaki estaba muriendo.

Se lo habían dicho desde la primera vez que puso un pie dentro de aquel hospital, y aun así siempre le había sonado más a una fantasía lejana. Como algo que no era real y en verdad no pasaría, porque no había forma de que Naruto, el animado y alegre Naruto, el chico lleno de vida, se le estuviera acabando el tiempo. No había forma de que Naruto, su Naruto, se estuviera muriendo. Pero era verdad, una verdad que se había negado a ver, como si eso fuera a evitar que pasara. Para su desgracia, las recaídas del chico le abrieron los ojos a la fuerza, y lo que tanto había estado intentando ocultarse a sí mismo era cada vez más evidente a tal punto que mentirse ya no era viable. Porque se dio cuenta de que no era un mal sueño o una pesadilla de la que podía escapar despertando y que todo estuviera bien, de que no había sido un imbécil con la persona que siempre había estado ahí para él y que todo seguía como antes. Porque Sasuke al fin se dio cuenta de que esto era real. Estaba pasando, aquí y ahora, y él era el más culpable de todos en arrebatarle la vida a la persona que le entregó su corazón a pesar de que sabía que saldría lastimado, porque el azabache era un imbécil, y se lo repetía a sí mismo cada que veía el cuerpo inmóvil en la camilla, lleno de cables y rodeado de máquinas.

Hoy no era la excepción. Hoy, como cada día de los últimos dos meses, Sasuke se encontraba en la habitación de hospital que le asignaron a su mejor amigo, sentado frente a quien se había vuelto el protagonista de la mayoría de sus pensamientos. No se encontraba con las chicas, ni con Kiba. Todos tenían algo que hacer, y no le molestaba. No era la primera vez, y así era más tranquilo. No tenía que soportar el peso de las miradas silenciosas de todos, que se compadecían de él tanto como lo culpaban, y Sasuke nunca les reprocharía nada por eso, al fin y al cabo él más que nadie se culpaba.

Aun así, en el silencio de la sala, hubo algo en el ambiente que el chico no pudo soportar. Tal vez estar solo le daba más tiempo para pensar en como había hecho que todo se fuera a la mierda. Tal vez, sin las miradas pesadas de sus amigos, su propia culpa tenía más espacio para aplastarlo. O quizá solo fue que se dio cuenta de que su mejor amigo iba a morir, y era por él.

Sasuke no sabia porque, pero el ambiente era tan pesado que se estaba asfixiando, y sin reparar en ello ya apretaba la mandíbula para no dejar salir las lágrimas. Por qué o cuándo aparecieron no fue algo que le pasó por la cabeza, en cambio se sintió culpable de nuevo. ¿Qué derecho tenía él de sentirse mal si fue el que más daño causó? ¿Qué derecho tenía de llorar luego de hacer derramar tantas lágrimas a la persona que más lo amaba? No debía. No se permitiría ser débil en un momento así. Tiene que mantenerse en pie para arreglar las cosas con Naruto. Tiene que...

Y aun así, las gotas saladas empezaron a deslizarse sin permiso por sus mejillas. Cuando empezaron ya no fue capaz de detenerlas.

La estúpida necesidad de disculparse con el chico volvió, aunque sabía que no tenía caso. Sabía que a pesar de todas las disculpas por parte de cualquiera de ellos tres, era posible que el cerebro del chico ni siquiera estuviera funcionando correctamente por la falta de oxígeno. Y aun así las disculpas y explicaciones le picaban en la garganta, como si estuviera conteniéndose para no dejarlas salir. Pero ya estaba llorando como un niño pequeño frente a el cuerpo inmóvil del Uzumaki, sollozando como un bebé porque no era capaz de soportar el peso de sus acciones, y se odiaba tanto por dejar las cosas escalar tanto, pero ya no podía hacer nada, así que ¿Qué más daba? No le importaba si algún doctor lo veía, o incluso sus amigos. Solo quería deshacerse de la picazón en la garganta que le exigía que dijera algo en vez de solo llorar como un estúpido.

𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora