La precisión con la que recuerda aquella fecha es sorprendente. El cómo las memorias nunca se borraron con el tiempo, manteniendo su color a pesar de todo, era una de las cosas que más le gustaba presumir a Naruto.
Porque nunca olvidaría cómo conoció a Sasuke. O, al menos, cómo se enamoró de él.
Recuerda lo solo que se sentía ese día, balanceándose en un columpio de mala gana, esperando en un parque vacío, molesto porque ninguno de los adultos le había querido decir cuando su mamá regresaría. Todos le decían lo mismo; "Ella no puede volver, pero siempre estará contigo." ¿Qué se supone que significaba eso? ¡Él la quería aquí! ¿Por qué no volvía a hacerse cargo de su hijo? Estaba cansado de vagar de casa en casa de los conocidos de sus padres, todos ponían muecas tristes cuando lo veían y no le gustaba, solo quería que su papá le leyera un cuento mientras mamá le consentía la cabeza como antes.
¿Por qué ya no se podía?
El primer día se negó a creerles. Los adultos no decían mentiras pero él conocía a sus papás y sabía que nunca le harían tal cosa, así que solo se rió de ellos en sus caras y no les puso atención, seguro de que tarde o temprano llegarían por él; El segundo estaba furioso, ¿Por qué aún no venían? Cuando le respondieron con lo mismo solo les gritó que dejaran de mentirle, odiando por primera vez esa mirada de lástima con la que todo el mundo parecía mirarlo; Al tercer día ya estaba desesperado. No se despegó de la puerta ni un segundo, asegurando que sus padres llegarían en cualquier momento con el labio tembloroso, sus manitas aferradas al marco como si temiera que alguien intentara alejarlo a la fuerza; Al cuarto estaba inconsolable. Lloró y lloró y lloró un poco más, llamando por mamá y papá, culpándolos por abandonarle pero rogándoles que volvieran. ¿Por qué no volvían? ¿Acaso se habían cansado de él? ¿Habían decidido que no era un buen niño y no lo querían más? Entonces prometió entre llantos que sería un niño bueno, que ya no se portaría mal y que haría todos los deberes. Se disculpó aún pegado al marco por todo lo que recordaba que había hecho enfadar a sus progenitores antes, y rogó que volvieran otra vez. Rogó, rogó y rogó. Rogó hasta que se le secó la boca y la garganta le dolía, y aún después de eso les siguió rogando.
Pero ellos nunca volvieron.
Después de una semana dejó de apegarse al marco de la puerta principal. Después de semana y media dejó de preguntar cuándo volverían por él. Después de un mes dejó de llorar frente a los adultos, y aún así, cuando te acercabas de noche a su cuarto, aún escuchabas los sollozos bajitos, aún podías oír al pequeño niño llamando por sus padres.
¿Pero que podías decirle a un pequeño que no tiene conciencia de la muerte? ¿Cómo le explicas que no fue abandonado, pero que no vendrán por él?
Uno de esos días, el hombre con el que se estaba quedando —un peliplateado que nunca se quitaba el tapabocas— le pidió que lo acompañara, que quería que conociera a alguien. Naruto no hizo preguntas, lo siguió en silencio, y luego terminó en ese parque tan vació, meciéndose para pasar el tiempo cuando el hombre le pidió que lo esperara.
Pero el tiempo no pasaba y el hombre del tapabocas no regresaba.
Al inicio se paró a buscarlo por puro aburrimiento, recorriendo los alrededores del parque, pero no había señal de él, como si hubiera desaparecido, como si se hubiera esfumado de la tierra así como sus padres y lo hubiera dejado solo de nuevo.
El solo pensamiento hizo sus ojos lagrimear otra vez.
¿Él también lo había abandonado? ¿Él también lo iba a dejar solo?
Buscó más, desesperado, pero aún así no apareció. Corrió y corrió por el parque, pero lo único que consiguió fue tropezarse con sus propios pies y rasparse una rodilla. Cayó de bruces, y el dolor fue demasiado como para volverse a levantar. Entonces las lágrimas salieron junto con la sangre que manchó su pantalón, acompañadas por un nudo en el pecho que no sabía cómo llamar con palabras. Si hubiera sido más grande le hubiera puesto un nombre; frustración, pero era demasiado pequeño para saber qué significaba eso.
Todo dolía; su garganta gastada, sus ojos hinchados, su rodilla raspada y su pequeño corazón. Todos ellos dolían demasiado.
¿Por qué nadie viene por él? ¿Por qué nadie quiere ayudarlo?
Entonces, cuando las lágrimas pusieron su vista borrosa y creyó que se había quedado sin nadie, lo que parecía una mano se apareció en frente suyo. La impresión fue tanta que dejó de llorar por unos segundos, suficientes para que la persona hablara.
—¿Estás bien?
Le preguntó ese niño que ya había visto un par de veces antes cuando su mamá visitaba a sus amigas, con su cabellera negra y sus ojos oscuros, con ese adorable tono rojo en sus mejillas que contrastaba con lo pálida de su piel, con su mano extendida hacia él dispuesta a ofrecerle ayuda.
Dispuesta a no dejarlo solo, al menos no por ahora.
El llanto se detuvo por completo, y tomó la mano ajena sin pensarlo, aún atontado y sin responderle, dejándose jalar hacia arriba y sin soltar quejas aún cuando estuvo de pie, con el peso recargado sobre su magullada rodilla.
Entonces el chico de ojos oscuros le sonrió, y Naruto sintió algo diferente en su pecho, como cálido, a lo que tampoco le pudo dar nombre hasta años más tarde.
Buenas, ha pasado un tiempo. La verdad quería terminar esta historia hace rato pero no he tenido tiempo (mentira, se llama procrastinar). Todavía le quedan un par de extras pendientes pero la verdad no se si subirlos, siento que son demasiados extras, así que les dejo la decisión final a ustedes. ¿Quieren que suba los extras que tengo planeados (como dos o tres más) o termino la historia ya?
Los amare mucho si me responden a esto 😭😭
𝕬𝖙𝖙፡ 𝕴𝖟𝖆𝖆𝖗𝖈
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𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫
FanfictionNaruto no pudo saber cuando todo había empezado, mucho menos como, pero sí sabía que las cosas se estaban saliendo de control. ¿Qué si estaba en sus planes aquella atracción que llegó de repente a sacudirlo y poner de cabeza su mundo? No, obviamente...