⦗𝟐𝟏⦘ 一𝐋𝐨 𝐢𝐧𝐜𝐨́𝐦𝐨𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐧𝐜𝐞𝐫𝐨𝐬.

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Si bien Naruto no esperaba que luego de mudarse a la casa Uchiha todos lo problemas desaparecerían de repente, tampoco esperaba que el ambiente sería tan... incómodo. La actitud de Sasuke en el hospital parecía cobrar mas fuerza con cada día que pasaba, y aunque se sentía a gusto con la familia las cosas con el chico seguían siendo bastante tensas.

Un suspiro se le escapó mientras ayudaba a Mikoto a doblar los edredones recién lavados. Ella insistió en que no era necesario, pero Sasuke estaba en la escuela y Fugaku trabajando. El rubio no tenía nada más que hacer, y no se sentía bien quedarse de mantenido sin ayudar en al menos lo básico cuando ella lo acogió en su casa y no le dejó pagarle o ayudar con los gastos. Era lo menos que podía hacer.

—Creo que esta bien doblado —rió Mikoto. El chico la miró confundido, y ella solo apuntó a sus manos con un movimiento de cabeza. Sintió como le subía la vergüenza cuando se dió cuenta de que se había quedado viendo la misma manta en silencio por quien sabe cuanto tiempo ya.

Carraspeó, un intento tonto de recuperar su dignidad antes de tomar otra prenda y empezar a doblar de nuevo, sin poder evitar mirar de reojo a la mujer. La calma con la que realizaba cada pliegue daba la impresión de que nada que pasara a su alrededor pudiera disturbarla, y, para que negarlo, Naruto se sentía celoso de tal tranquilidad. Entonces su vista se devolvió a su propia prenda, doblada burdamente en comparación a las que la azabache dejaba apiladas al borde de la cama, y suspiró de nuevo.

—¿Puedo preguntar algo?

—Lo que quieras.

El chico se mantuvo en silencio un momento, debatiendo cual era la mejor forma de sacar sus palabras sin que sonara tan obvio, y luego volvió a hablar.

—Sasuke parece... distante. No se muy bien como explicarlo. Siempre esta ahí, pero se siente como si realmente no lo estuviera.

Mikoto no respondió al inicio, como si pensara cual sería la mejor forma de decirlo, y luego dejó la prenda a un lado para mirarlo con una sonrisa.

—Supongo que ya lo sabes, pero Sasuke a veces puede ser demasiado complicado para su propio bien —oh, claro que lo sabía—. A veces es algo cabeza dura, pero en el fondo se preocupa. Debe estar confundido, como tú. Solo dale tiempo.

Cuando la mujer siguió con su tarea Naruto supuso que la conversación había terminado. No es que hubiera quedado muy satisfecho con la respuesta, pero mordió su lengua y se conformó. Y a pesar de eso, siguió dándole vueltas todo el día, así como había pasado el día anterior, y el anterior a ese. Odiaba carcomerse la cabeza con esos temas —odiaba pensar en general—, pero hace rato se había rendido en intentar dejarlos de lado. Reaparecían por sí mismos cada que tenían oportunidad.

Así como estaba pasando ahora, porque Naruto debería estar concentrado en prestarle atención a Sakura, que vino después de clase a verle para ayudarle a adelantarse en la escuela, en vez de seguir dándole vueltas al mismo asunto. En vez de repasar una y otra y otra vez la conversación que tuvo con Mikoto en su cabeza. En vez de llenarse de la imágen del azabache como si quisiera torturarse a sí mismo con recuerdos que se le hacían demasiado lejanos, como una película vieja que se reproducía a blanco y negro de fondo cuando intentaba pensar en cualquier otra cosa. No podían culparlo, menos estando en esa casa.

Donde sea que mirara le recordaba al azabache.

Porque el sofá en el que veía televisión fue hace mucho tiempo un fuerte anti-monstruos, y la cobija con la que se tapaba seguía siendo la misma que usaba en cada pijamada desde los siete. Porque estaba tan acostumbrado a la sazón de Mikoto que todo le sabía a casa, y en uno que otro retrato podía ver una foto de sí mismo con el Uchiha cuando eran más jóvenes.

𝐇𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora