Sinister Stephen Strange [+18]

720 14 0
                                    

Cuando el mundo se estaba partiendo por las costuras, solo había una persona en la que estabas pensando. Cintas de luz púrpura atravesaron las paredes que te rodeaban y juraste que viste la cara de Stephen asomándose por las grietas. Temiendo que estuviera en problemas, te acercaste y sentiste su mano llena de cicatrices tomar la tuya, su anillo de bodas frío al tacto.

-Acércate, cariño -Llamó, la madera familiar de su voz atrayéndote más cerca hasta que apretó su agarre y tiró de ti.

Se sentía como si estuvieras siendo forzado a través de una pared de elástico, la única fuerza que te impedía saltar hacia atrás era el agarre firme de Stephen sobre ti. Justo cuando pensabas que serías aplastado por la presión que estabas enfrentando, estalló y volaste a sus brazos que esperaban.

-¿Stephen? -Temblaste mientras mirabas las ruinas del Santuario de Nueva York-. ¿Qué sucedió?

-Perdimos -Murmuró mientras te acercaba a su pecho-. Perdí.

Levantó la mirada para ver las facciones de su esposo, pero sus ojos tenían una oscuridad que nunca había visto, había una mirada espeluznante y angustiada detrás de ellos.-¿Qué quieres decir?

Te empujó hacia el cristal roto que solía servir como vigía en el último piso del Sanctum y contemplaste la desolación. Los escombros y las ruinas cubrían la tierra hasta donde podías ver, apenas podías decir en qué ciudad estabas.

-Esto es todo lo que queda -Dijo en voz baja-. No podría perderte a ti también.

-Esto no está pasando -Sacudió la cabeza y se alejó del viento frío que soplaba a través de la ventana rota-. Yo, no puedo creerlo. Las cosas estaban un poco locas con el chico eléctrico haciendo que las luces se pusieran raras y el Doctor Octopus pero... ¿el fin del mundo? No entiendo.

-No tienes que hacerlo. Solo créeme -Gruñó, agarrando tus brazos con fuerza mientras sus ojos se agrandaban-. ¿Me crees verdad?

Tu cabeza se balanceaba mientras tu corazón se aceleraba; tu esposo no tuvo que preguntar, debería haber sabido que le creería, que confiabas en él. Un abismo repugnante de temor se asentó en lo más profundo de tus entrañas cuando se dio cuenta de que, aunque tenía el rostro de Stephen, ciertamente no era el tuyo.

-Bueno -Él asintió, una pequeña sonrisa de alivio que se parecía tanto a la de tu esposo que por un segundo olvidaste que no era él-. ¿Tienes hambre, cariño?

Sacudió la cabeza y miró alrededor de la gran sala, tus ojos se posaron en el piano de cola en la esquina. Se te quedó un pequeño grito ahogado al recordar a Stephen hablar sobre cómo solía tocar antes de su accidente, pero estabas segura de que había vendido la pieza cara. Te acercaste, levantaste la tapa y pasaste los dedos por las teclas, las notas se profundizaban con cada toque.

-Es hermoso -Suspiraste cuando alcanzaste la nota más baja y sentiste su presencia a tu espalda.

-Lo es.

Se sentó en el banco y palmeó el lugar a su lado, esperando hasta que te sentaste antes de comenzar una melodía que habías escuchado una o dos veces pero que no podías nombrar. Tus cejas se juntaron mientras observabas sus dedos ágiles bailar sobre las teclas sin un solo temblor, a pesar de las cicatrices idénticas que tenían.

La pieza llegó a su fin y cuando la última nota resonó por la habitación, sentiste que una lágrima rodaba por tu mejilla, imaginando que realmente era tu esposo sentado a tu lado. Tomando su mano en la tuya, tu pulgar trazó las líneas quirúrgicas a lo largo de sus dedos hasta llegar al anillo de matrimonio que habías colocado en su dedo.-¿Duele?

-Ya no.

Quedaste cautivado por la profundidad de sus ojos grises y te quedaste quieta mientras él se inclinaba más cerca, sus labios rozaban suavemente los tuyos, tu cuerpo luchaba por reaccionar mientras tu corazón libraba una guerra con tu mente. Stephen había hablado antes sobre líneas de tiempo y multiversos, pero no era algo que entendieras y te castigaste por no hacer más preguntas. Tu corazón no podía notar la diferencia y sentías amor por el hombre que te besaba, pero tu mente sabía que no eran lo mismo.

𝐌𝐀𝐑𝐕𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora