Una de las primeras palabras que le habías dicho a Peter Parker había sido una mentira.
Una blanca, algo pequeña y que te habías creído.
Pero no él.
Sabía que era una mentira que se te había escapado de los labios, tan claro como el día cuando tomó la foto con su Nikon. No soy muy fotogénica.
Esas fueron las palabras de advertencia que le diste cuando te pidió una foto tuya para el anuario, una tímida sonrisa floreció en tu rostro cuando insistió.
Nadie es nunca fotogénico. Es el fotógrafo el que puede hacerlo de esa manera. te había asegurado, flexionando su bíceps mientras pasaba sus dedos nerviosamente por su cabello.
Esas no eran las palabras que quería decir, pero tendrían que servir. Lo que realmente quería decir, la respuesta veraz probablemente no era algo que tu persona inocente y suave estuviera lista para escuchar todavía.
Eres la persona más cautivadora que he visto en mi vida, y miro tu hermoso cuerpo cada vez que puedo sin parecer un bicho raro, imaginando cómo te ves debajo de esa ropa. Así que sí, eres fotogénica. Muy, muy fotogénica.
Eso tendría que esperar hasta una fecha mucho más tarde, cuando lo conocieras mejor. Cuando entenderías lo fotogénica que eras, porque él te haría entender.
-¿Peter? -preguntaste tímidamente, atrayendo su atención de vuelta al momento presente, sacándolo de su trance sobre cómo se verían tus piernas colgando de sus hombros mientras él golpeaba contra ti.
Sabías su nombre. Dios, espera hasta que lo estuvieras gimiendo.
-Sí, sí, lo siento, solo me distraje -sonrió, haciéndote reír mientras acercaba la cámara a tu cara, con los ojos mirándote fijamente a través del visor mientras te tomaba una foto sonriendo junto al campo de fútbol.
Una animadora en su elemento natural.
-Gracias Alice -asintió, dándose la vuelta para marcharse, para acecharte desde las gradas, como siempre hacía. Pero lo detuviste, tu voz suave lo cautivó mientras le hacías la pregunta más alucinante que jamás había escuchado.
-Tú, ¿sabes mi nombre? -preguntaste con timidez, y él luchó contra el impulso de evitar que su mandíbula cayera al suelo, de que sus ojos se salieran de su cabeza como un personaje de dibujos animados.
Por supuesto, él sabía tu nombre. Cada persona en Queens sabía tu nombre, la estrella brillante.
-Por supuesto -se encogió de hombros, observándote mientras jugueteabas con el dobladillo de tu minifalda corta de animadora, la que imaginó levantarse tantas veces mientras te golpeaba por detrás en el vestuario, sujetando tu cabeza por el cabello para que pudieras ver que hermosa te veías borracha de su polla en el espejo.
-¡Vaya! Oye, estás en mi química, ¿verdad? ¿La clase del Sr. Johnson?
Él murió. Había muerto y se había ido al cielo.
-S-sí. Me siento-
-En la parte de atrás de la clase. Esquina trasera derecha -sonreíste, echando la cabeza hacia atrás cuando escuchaste a tus amigos del escuadrón decir tu nombre, señalándote hacia el jardín central. Te reíste de su reacción, la pura mirada de asombro en sus ojos mientras te miraba fijamente, su rostro en estado de shock.
-Te veré por ahí, ¿Parker? Avísame si necesitas más fotos -saludaste, tu cabello volteandose detrás de tu hombro mientras trotabas a su entera disposición.
De alguna manera instó a sus piernas a moverse, aunque no quería nada más que permanecer congelado en el lugar, el dulce olor de tu perfume y champú persistiendo en el aire desde tu proximidad haciéndolo confuso e irracional.
