Eddie Brock & Venom [+18]

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No puedes encontrarla en ti mismo para siquiera tratar de detener el gemido que se te escapa cuando Eddie desliza su lengua contra la tuya, el mundo se desvanece mientras tus labios se moldean juntos, lo único que te ancla son sus manos, una alisando tu muslo, agarrando la piel, mientras su otra mano sostiene la parte posterior de su cuello. Es un beso rápido y abrumador, que te quita el aliento y te marea, pero lo acercas más, sin dejar espacio entre ustedes dos.

No pueden evitarlo, de verdad, sus cuerpos encajan como si estuvieran hechos para esto, para caer el uno en el otro, para lamerse los labios como si estuvieran muertos de hambre.

Eres tú quien se rompe primero, chillando cuando sientes sus manos grandes y callosas deslizarse debajo de tus muslos para levantarte de tus pies.

Se ríe mientras te lleva a tu cama, dejándote caer con un suave rebote sobre el colchón, sin perder un momento cuando arrastras su pesado cuerpo hacia ti y abres la boca, los labios agrietados vuelven a los tuyos en segundos.

Se traga tus risitas encantadas, el corazón se le hincha cuando pasas ambas manos por su cabello y acunas su cabeza en tu agarre.

Te alejas.

Él baja la cabeza para presionar besos en tu cuello.

-Te extrañé, bebé -murmuras-, te extrañé mucho.

Las puntas de sus orejas arden enrojecidas por su rubor, mareado, esconde su cabeza en el hueco de tu cuello, besa una, dos veces, retrocediendo para admirarte debajo de él antes de tomar tu mejilla.

-Yo también te extrañé -murmura, sus dedos acariciando tu rostro, el toque no hace nada para apagar la llama blanca y caliente en tu vientre-. Lo siento. Yo-tú sabes cómo es. Encontramos una pista, pero le dio hambre y tuve que parar.

Te levantas para acercar tu lengua a la de él y luego te enjuagas la boca.

Él parpadea.

Eddie parpadea antes de que sus ojos se cierren, deslizando sus manos debajo de la tela de tu camisa, tirando de ella antes de que el roce se convierta rápidamente en agarrar y amasar.

-Hablas demasiado -susurras.

Él tararea de acuerdo.

Agarras sus hombros, apretando con fuerza mientras sus dedos juegan con tu pecho, las manos pellizcando tus pezones, tirando con fuerza antes de soltarlos, repitiendo la acción. Se te queda el aliento en la garganta, y luego él recorre tu estómago, tu cintura y tus caderas, arrastrándose hacia abajo y hacia abajo hasta llegar al borde de tus bragas, deslizándose por debajo y...

Él pasa su dedo medio por tu raja, los otros dos separan tus labios - te arqueas, mientras junta toda la pegajosa mancha en su dedo para frotar círculos lentos y calculados en tu clítoris.

Gimoteas indignado cuando su mirada se encuentra con la tuya, fascinado por ti y por los pequeños ruidos que te dejan. -Estás empapada.

Sonríes, tus pupilas dilatadas y oscuras. -Siempre para ti.

Eddie gime.

Es un sonido bajo y de aprobación que proviene de lo más profundo de su garganta, superado por tus maullidos cuando te empuja con los dedos, bombeando, bombeando, bombeando hasta que considere que estás lista para un segundo, un tercero: tus manos aferrándose a sus antebrazos.

Estás temblando, con los dedos de los pies enroscados, y solo eres vagamente consciente de que suplicas a Eddie con gemidos entrecortados hasta que cualquier otra cosa que quisieras decir es intercambiada por un gemido embriagador y sin aliento cuando corta los dedos dentro de ti, estirando tus paredes y haciendo que el placer se vuelva casi doloroso.

𝐌𝐀𝐑𝐕𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora