-Alex, ¿qué diablos?
Te quedaste sin aliento al verlo en la puerta. Tu hombre generador de energía favorito estaba agarrando su brazo, su cara llena de pequeños cortes y rasguños. Nunca ibas a tener un día normal y libre de estrés en el que él estuviera involucrado.
-¿Qué?
El rubio te sonrió como si nada. Lo llevaste a la cama del hospital, mirando su camisa rasgada, confundido por lo que podría haber hecho esta vez.
-Parece que esto sucede todos los días.
Suspiraste, quitándote los restos de la camisa para revisarlo. No es lo peor que jamás hayas visto: marcas moradas sobre las costillas y un brazo roto.
-Es más como una vez al mes, no exageres.
Se removió en la cama, sonriendo cada vez que sus ojos se encontraban con los tuyos, lo que te hizo reír.
Alex hizo una mueca cuando presionaste tus manos sobre los moretones en su costado. Tenías el poder de curar, además te encantaba ayudar a la gente, así que fue una combinación que funcionó bien. Pero fue particularmente útil, cuando Alex hizo algo tonto.
Y hoy estaba probando sus poderes.
En su mente intelectual, era un experimento científico calculado. Pero para todos los demás, definitivamente era una idea estúpida ver si era invencible.
Alerta de spoiler: Alexander Summers no era invencible. Realmente se estaba ganando el nombre de Havok.
-Sabes que si querías verme, podrías haber caminado por el pasillo.
Sabías que a él siempre le gustó hacer las cosas de la manera más difícil. No quería saber qué sucedió exactamente, por lo que tenía una negación plausible si alguien importante preguntaba.
-Pero hago tu vida más emocionante.
El mayor de los Summers dijo, mientras tus manos se movían a su brazo, haciendo que todo volviera al lugar correcto con el toque más ligero.
-Debo admitir que la novedad de preguntar qué tontería hiciste hoy aún no ha desaparecido.
No te importó admitir que tenía una manera inexplicable de hacerte feliz.
-¿Ver?.
Esa encantadora sonrisa te hizo derretir y no pudiste evitar reír, lo que hizo que Alex se sintiera aún mejor. Hombre, realmente tenía que hablar contigo sobre algo más que lo "idiota" que era. Tus palabras, no las suyas.
-Gracias por arreglarme, Doc.
Ese apodo siempre te hizo feliz. Por supuesto, él es el único que te llamó así. Era lindo, pero se notaba que había un aire de respeto cada vez que pronunciaba el título.
Saltó de la cama, estirando su brazo recién arreglado. Eso era bueno por otra semana, pensó para sí mismo.
-No hay problema.
Le diste una camisa de la pila que Hank había apodado, acertadamente, 'Camisas para cuando Alex hace algo tonto'.
-Me alegro de que estuvieras aquí y no Hank.
Compartieron una mirada de complicidad, ambos imaginando la incómoda interacción entre los dos en sus cabezas.
-¿Qué? ¿La sonrisa de Hank no es tan bonita como la mía?"
-Joder no.
Alex se rió entre dientes ante el comentario, poniéndose la camisa con facilidad.
-Quiero decir, sí, me lastimo mucho, pero incluso si no es tan malo, sigue siendo una buena excusa para verte.
Respiró hondo antes de continuar.
-Honestamente, me gusta verte.
Fue un momento raro entre ustedes dos que no estuvo lleno de sarcasmo. Las bromas juguetonas caen por un segundo, y realmente se ven. No el engreído y confiado Alex, sino el vulnerable, del que solo habías visto breves destellos.
-También me gusta pasar tiempo contigo, preferiblemente cuando uno de nosotros no está sangrando.
Admitiste, una pequeña sonrisa apareciendo en tu rostro.
-Eso puede ser arreglado.
Él arrojó hacia atrás, ganando más confianza en la forma en que iba esta conversación.
-¿Pero de qué tendremos que hablar si no tienes ningún hueso roto?"
Un aire de intriga en tu tono juguetón.
-Hablar de ti por una vez.
No te diste cuenta, pero ahora sus rostros estaban a centímetros uno del otro.
-Eres divertida, hermosa, una de las personas más amables, incluso si siempre me criticas por ser una tonta, pero te perdono porque siempre eres la persona más inteligente de la sala-
Interrumpiéndose en medio de su pequeño discurso, posó sus labios sobre los tuyos. Su mano acariciando tu mejilla mientras profundizabas el beso. Era apasionado, y esperabas que este sentimiento no terminara.
Te separaste después de unos segundos, tus ojos se clavaron en los azules. Ambos sabían que habías querido hacer eso por un tiempo pero estaban demasiado asustados hasta ahora.
-¿Tal vez podamos dejar el laboratorio e ir a algún lado mañana?
Habló pasándose la mano por el cabello y arrastrándose un poco por los nervios.
-¿Prometes que no aparecerás con un ojo morado o algo así?
Tus ojos se abrieron, lanzándole una mirada de complicidad.
-Lo prometo T/N.
El uso de tu nombre te hizo saber que era algo real. En lugar de ese lindo apodo, finalmente te vio como algo más que un amigo.
-Es una cita.
Él sonrió de nuevo, besándote en la mejilla, antes de girarse para salir del laboratorio con un ligero rebote en su paso.
-Es una cita.
Te susurraste a ti misma mientras él estaba fuera de la vista. Intentaste volver al trabajo, pero fue un poco difícil con cierto chico superpoderoso en tu mente.