IX: Hay que vivir el momento

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Narra Triana.

Acabo de las clases agotada. La universidad me va consumiendo poco a poco, salgo poco del cuarto nada más que lo justo y necesario y algunas veces cuando es fin de semana pues si que suelo salir algo más.

- Triana - me llama Alma, giro mi cabeza para mirarla.

- Dime.

- Cámbiate de ropa - me dice. - No me mires así, venga Triana tía.

- Vale, vale.

Antes de darme una ducha me miro al espejo. Llevo las gafas de vista, que solamente son para lejos pero cuando me duele la vista me las suelo poner, mi pelo está atado en un moño que parece un nido de pájaros. Y la vestimenta pues algo muy casual de estar por casa, pantalones de chándal y sudadera.

- Ya estas mejor que antes - confiesa cuando llego al salón.

- ¿Vamos a salir? - pregunto ella simplemente asiente.

- Mejor dicho, vas a salir tú. - suelta, en ese instante suena el timbre. - Voy a abrir.

Giro mi cabeza para ver quien entra por la puerta y sonrío al ver a Gavi.

- Hombre pero si es la pérdida - dice riendo.

Me acerco a él abrazándolo. Dos semanas sin verlo se han hecho un poco largas.

- Perdón por distanciarme estas semanas de vosotros - susurro, él niega.

- Son por cosas importantes, Triana.

- Pero me siento mal.

- No pasa na - habla sonriendo y cogiendome de las mejillas. - Traigo algo para ti - anuncia, lo noto nervioso.

Me separo de él para mirarlo, saca de detrás suya una rosa.

- Una flor para otra flor - dice y yo rio.

- Oh qué mono - exclamo dándole un beso en la mejilla, él rueda los ojos.

- Venga que tú y yo nos vamos.

Miro a Alma, ella alza los hombros mientras sonríe inocentemente. Niego con la cabeza y me saca la lengua.

- Pasarlo bien y si vais a hacer algo protección por favor - bromea riendo.

Salimos de casa y veo una moto preciosa aparcada fuera.
Veo a Gavi acercarse a ella y abro la boca.

- ¿Es tuya?

- Sí, ¿te gusta?

- Me encanta, es preciosa.

- Tú si que eres preciosa.

- Gavi, no digas eso que me sonrojo.

- Y no sabes lo guapa que estás - asegura mirándome, sonrío bajando la mirada.

- ¿Vamos a ir a dar una vuelta en moto?

- Bueno en parte. ¿Te apasiona el mundo del motor verdad?

- Mucho, ¿por?

- Te brillan los ojos.

- Mi padre desde bien pequeña me inculcó la afición por el motor.

Él sonríe dejando un beso en mi mejilla, para a continuación sacar un casco del sillín.

- Venga vamos.

Nos montamos en la moto y coloco mis brazos en la parte baja de su cintura, intentando no incomodarle.

- Si ves que voy rápido me avisas ¿vale?

- Perfecto.

- Y si necesitas sujetarte con más fuerza, hazlo.

- Vale pero no creo que sea necesario.

Gavi arranca. Siento el viento de la ciudad golpear mi pelo con fuerza, sonrío involuntariamente y recuerdo todas las veces que he montado en moto con mi padre.

Me agarro un poco más fuerte a Gavi porque ha cogido algo más de velocidad, noto sus abdominales y me muerdo el labio sabiendo que no me puede ver.

Este niño está como quiere, y lo peor es que él lo sabe.

He estado tan embrigada en mis pensamientos que ni me había dado cuenta de que ya hemos llegado.

- ¿Dónde estamos?

Aunque ya lleve algunos meses en Barcelona, conozco lo justo y necesario de la ciudad; los sitios más conocidos, la universidad, el Camp Nou, algunos restaurantes a los que he ido, varias discotecas y la ciudad deportiva del barca.

- Estamos en el mirador Alcalde.

- ¿Conocías este sitio? - pregunto mirándole.

- Sí, es como el lugar donde encuentro paz y tranquilidad, suelo venir aquí cuando estoy frustrado o agobiado. Es genial para evadirme de todo un poco.

- Es precioso - admiro todo a mi alrededor.

Los jardines, la cascada en forma de escalera, la vegetación, las estatuas, las preciosas vistas a la ciudad y al puerto. No me extraña que este sitio le traiga tanta paz y tranquilidad a Gavi.

- ¿Vamos a sentarnos? - pregunta y yo asiento.

Nos sentamos en el césped, estoy sentada entre las piernas de Gavi con mi cabeza reposada en su pecho.

Me gusta esta sensación de estar en completa tranquilidad, evadida de todo, y con Gavi a mi lado.

- Triana - susurra. - ¿Podemos hablar?

- Obvio que si, Gavi.

- Creo que ya lo sabes pero necesito decirlo - dice y suspira. - Me gustas. Me gusta tu melena larga marrón, tus ojos color café que cuando me miran me pierdo por completo, me gusta tu sonrisa, tu risa da vida, tu físico me trae loco loquito, pero lo que más me gusta de ti es el gran interior que tienes, la persona que eres, como tratas a la gente, como nos hace sentir a todas las personas que estamos a tu alrededor, como te preocupas por mi, como estas pendiente de mi, cuando intentas sacarme una sonrisa después de un mal partido, cuando me abrazas, cuando das un beso en mi mejilla, cuando te sonrojas. No sé qué has hecho en mi porque me has dejado embrujado pequeña bruja, no esperaba enamorarme pero llegaste tú y lo cambiaste todo.

Tengo los ojos llenos de lágrimas, él sonríe y besa mi mejilla.

- Gavi, tú a mi también me gustas, siento si en algún momento no te lo he dicho o no se ha visto reflejado en mí. Me llamaste la atención desde aquel día en el puente de Triana, y desde ese entonces supe que te quería en mi vida. No sé que has hecho en mí, pero no dejes de hacerlo.

Gavi se acerca uniendo nuestros labios, en ese beso decimos todo lo que no decimos en palabras. Nos separamos del beso con nuestras frentes juntas y con una sonrisa en la cara de ambos.

- Gavi, tengo miedo. Nunca he sido una chica de tener relaciones serias, mi última relación me dejó marcada y me hizo daño. No quiero volver a pasarlo mal, quiero ir poco a poco y sin prisas, solamente tú y yo y que pasé lo que tenga que pasar.

- Mi niña, lo entiendo iremos poco a poco, despacio, estoy aquí para esperarte. Tú solo déjate llevar y como dice tú canción favorita, hay que vivir el momento.

- Voy a vivir el momento - susurro a centímetros de sus labios que él se encarga de romper.

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