XXVI : Te amo sin limites

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Narra Triana.

- Triana - la puerta de la habitación se abre y aparece Aurora. - ¿Me ayudas a montar todo? - pregunta y yo asiento.

Me levanto de la cama con cuidado de no despertar a Gavi, que duerme boca abajo.

Las dos bajamos las escaleras con el sumo cuidado de no hacer ningún ruido. Y lo conseguimos.

Aurora me explica como vamos a decorar y a montar todo, y entre las dos nos ponemos manos a la obra.

Una hora y media es lo que hemos tardado en montar todo en el jardín.

- Ahora necesito que te lleves a mi hermano y que salgáis a comer por ahí, y ya venís por la tarde cuando yo te avise.

- Vale, iré a despertarlo.

Gavi aún sigue dormido. Cuando duerme, duerme pero bien. No hay ningún solo ruido que lo despierte.

- Buenos días nene - digo y él abre los ojos mirándome.

- ¿Qué hora es?

- Las doce del mediodía.

- Pues si que he dormido - dice riendo. - ¿A qué hora te has despertado? Hace rato que no te sentía en la cama.

- Llevo casi dos horas despierta - respondo. - Vamos a salir a dar una vuelta por el pueblo - propongo, él asiente con una sonrisa.

- Vale.

El pueblo de Gavi, no es muy pequeño, sino todo lo contrario. Además, de que es muy bonito.

- ¿Vamos a casa de mis abuelos?

- Sí, que tengo ganas de verlos.

Llegamos enseguida, porque la casa de sus abuelos no está muy lejos de la suya.

- Triana - dice su abuela abriendo sus brazos hacia a mí.

La abrazo mientras ella no para de repetirme lo guapa que estoy una y mil veces.

- Esto no me gusta - comenta Gavi cruzandose de brazos.

- Ven pa ca celoso - le dice su abuela abrazándolo fuerte.

Estamos un buen rato hablando con sus abuelos, hasta que es hora de comer y aunque la abuela ha insistido en que nos quedemos a comer, Gavi ha dicho que íbamos a un restaurante de aquí cerca.

- Adiós niños - se despiden de nosotros con besos y abrazos.

Llegamos al restaurante, Gavi me ha dicho que es de sus restaurantes favoritos de su pueblo y que le encanta venir aquí siempre que puede.

- ¿Qué te pasa? - pregunto al ver que está serio.

- Nada.

- Venga dímelo.

- ¿No sabes que día es hoy?

- No, no lo sé.

- Déjalo, da igual.

- No da igual.

- Si que da igual, Triana.

Me da mucha pena al ver que nadie le ha felicitado, ni siquiera yo, pero entre todos nos hemos puesto de acuerdo para felicitarlo en la fiesta que hemos montado a escondidas de él en su casa.

Miro el móvil cuando una notificación de Aurora me llega avisándome de que ya podemos ir a la casa, ya están todos allí.

- Amor, ¿nos vamos ya? - pregunto él asiente.

- Si, que ya empieza a hacer calor.

Y evidentemente ya estamos rozando los cuarenta grados, es lo que tiene gran parte del sur.

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