13 Idea

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Val

-Esto es una pésima idea -le aseguro a mis amigas, pero creo que ni siquiera me están escuchando.

El plan inicial, acudir de nuevo al 212, ha acabado transformándose en otro muy distinto.

Tras la marcha de Juliana me quedé con la sensación de que había metido la pata con ella y, horas más tarde, mientras nos preparábamos para salir, aún continuaba dándole vueltas al tema. Ivana, Piña y Amanda achacaron mi escaso entusiasmo ante la perspectiva de irnos todas juntas de fiesta -algo que no siempre es posible- a la imposibilidad de que Juliana nos acompañara, y yo no las saqué de su error. En honor a la verdad, me desilusionó que no pudiera venir con nosotras, pero no era eso lo que me molestaba.

-No deberíamos estar aquí -comento, e Ivana, a mi lado, esboza una sonrisita socarrona.

-Si no quieres que veamos a dedos mágicos sin ropa, puedes subir tú sola.

No sé en qué momento se me ha ocurrido aceptar la idea de venir al Chili Club. Me gustaría decir que el alcohol me ha nublado el juicio, pero esta vez apenas me he tomado un par de cervezas y no me vale esa excusa. Ellas, en cambio, están celebrando nuestra pequeña reunión por todo lo alto. Cuando han sugerido que podíamos pasarnos a ver a Juliana me he limitado a asentir, pensado que sería una buena oportunidad para comprobar que de verdad estaba bien al marcharse.

-Deja de llamarla así, Ivana -replico, con brusquedad, y la sonrisa desaparece de su rostro-. Lo siento. No quería contestarte mal.

Ivana me aparta de Amanda y Piña, que continúan pidiendo en la barra.

-Te estás ilusionando con ella, ¿no es así? -inquiere, algo menos seria, y yo niego de inmediato.

-Está muy buena, Ivana -le digo, aunque eso salta a la vista-, y puede que no sea tan imbécil como parecía en un principio, pero no.

-¿No?

-No -repito, alisándome el vestido negro que he elegido para salir.

Los ojos de Ivana descienden para seguir el movimiento de mis manos sobre la tela y luego regresan a mi cara. Se encoge de hombros, pero no dice nada, y eso sí que es raro. Ivana suele tener una opinión sobre casi todo.

-¿Qué? -la interrogo, pero ella niega-. Suéltalo, ¿quieres?

-Parece una buena chica, eso es todo.

La parquedad de su respuesta aumenta mis sospechas.

-¿Una buena chica? -Asiente con la cabeza. Esta conversación comienza a resultar absurda-. ¿Eso es todo?

-Obviando lo de que está muy buena, sí.

Empiezo a pensar que se ha dado un golpe en la cabeza o algo parecido. Este suele ser el momento en el Ivana hace un análisis detallado, compara los pros y los contras o directamente me explica las bondades del sexo sin complicaciones.

-Búscala y dile lo que sea que quieres decirle -añade, y una leve curva asoma a sus labios.

-¿Por qué crees que quiero decirle algo?

-Te conozco, Val, seguramente mejor que tú misma, y está claro que estás preocupada por algo -comenta-. No creo que se trate de Sandra porque hace días que no la mencionas, así que debe ser por Juliana. ¿Me equivoco?

No contesto, aunque Ivana no lo necesita, y me asombra comprobar que mi exnovia ha pasado a un segundo plano con tanta rapidez. Solo entonces comprendo que, independientemente de la infidelidad de Sandra, nuestra relación se había ido apagando poco a poco. Quizá solo era una cuestión de tiempo que alguna de las dos le pusiera fin. Aunque podría haber ocurrido de una forma muy diferente, tengo que asumir que también yo he sido un poco cobarde. En el fondo, sabía que las cosas no iban del todo bien entre nosotras.

Hasta AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora