14 Aire

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Val

-Disfruta del espectáculo -escupe Eva, sin rastro de amabilidad.

No me paro a valorar si lo sucedido le traerá a Juliana problemas con ella, estoy demasiado confusa para pensar en las posibles consecuencias laborales que podría tener para ella que nos hayamos enredado frente a la propietaria del local. No sé por qué Eva cree que soy su novia, pero no puedo evitar sentir cierta satisfacción al verla alejarse, claramente ofendida.

La cuestión es que no tengo ni idea de si Juliana me besó para mantener las apariencias de nuestro noviazgo fingido o porque de verdad deseaba hacerlo, y lo peor de todo es encontrarme anhelando que el beso no fuera parte del engaño.

No ha tenido nada que ver con la vez anterior. Mientras me sostenía y su boca acariciaba la mía de forma lenta pero insistente, su lengua recorriendo cada rincón, fue como si nos besáramos por primera vez. Nos reconocimos en ese beso, pero también nos descubrimos, y no creo estar preparada para todo lo que ha despertado en mí en tan solo unos pocos segundos.

«Ha sido teatro, una representación para su jefa», trato de convencerme de pie en un rincón, mientras una nueva melodía inunda la sala y Juliana aparece al final del escenario.

De inmediato, me dirijo a la barra. Necesito beber algo, y si es posible no verla, no quiero añadir más confusión a la que ya siento.

-Agua, por favor -le pido a la camarera.

-El otro día te marchaste muy rápido -me dice el tipo, al tiempo que me sirve-. Juliana se quedó desolada.

No tengo muy claro si se ríe de mí o lo dice en serio; en este momento no tengo claro nada.

-Tenía prisa -atino a contestar.

-Eva va a hacerle pagar ese numerito -continúa ella, con las manos sobre la barra. Su vista va hacia el escenario y regresa a mí-. Pero quién sabe, con suerte le dará el viernes libre.

No entiendo nada de lo que dice, salvo el hecho de que parece que todo el mundo nos vió besarnos.

-¿El viernes?

-Juliana le pidió librar esa noche, supongo que para estar contigo -me dice, inclinándose hacia mí-, pero Eva le exigió que te trajera aquí para conocerte. Creo que no se tragaba lo de que fuera en serio con alguien.

Aparto el vaso con agua y le doy un sorbo directamente a la botella de cerveza, en un esfuerzo por aclarar mis ideas. No puedo creer que esta tipa esté contándome todo esto sin conocerme de nada.

-¿Eres consciente de que podría no saber eso que acabas de decirme?

De repente, se yergue y da un paso atrás, y la tensión se apodera de sus hombros.

-Supuse que tú y ella ... -Titubea-. ¿O solo le estás haciendo un favor?

Oh, por Dios, esta mujer no sabe mantener la boca cerrada. Sea cual sea el motivo que ha llevado a Juliana a presentarme como su novia, pronto fui yo la que vino de sorpresa y segundo prefiero que sea ella la que me dé las explicaciones. Sobre lo de besarme... Bueno, ya pensaré en eso en otro momento.

-Mira, lo siento -me dice, y su inquietud es evidente-. Olvida lo que dije. Soy una habladora y tiendo a meterme donde no me llaman.

-¡No me digas! -exclamo, sin poder evitarlo.

Me trago gran parte de la cerveza de un sorbo, más sedienta si cabe y sin saber si estoy enfadada, decepcionada o qué demonios es lo que siento ni hacia quién. ¿Cómo acabé en esta situación?

Me mantengo de espaldas al escenario a pesar de los gritos que llegan desde el centro de la sala y tampoco sé si es miedo a lo que veré al girarme o a lo que no veré. Empiezo a pensar que he perdido el control sobre mis emociones y mis acciones, cuando unas semanas atrás mi vida era ordenada y tranquila.

Hasta AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora