Capítulo 32 El pasado nos acompaña

733 63 1
                                    



Capítulo 32 El pasado nos acompaña


Miyagi abrió los ojos poco a poco; su cabeza aún le pesaba y sentía entumecidas todas las zonas de su cuerpo, pero por lo menos ya no sentía aquella fiebre que parecía quemar su cerebro.  

Al alzarse de la cama, se dio cuenta de que estaba en su habitación.

— ¿Qué hago en mi cuarto? 

Se sujetó la cabeza con la mano e intentó recordar cómo había acabado allí. Su mente daba vueltas, como un tiovivo para niños pequeños. Teniendo cuidado de no marearse se levantó despacio. En el reloj de la mesita de noche ponía la hora: 22:00 pm.

"No puede ser... ¿las diez de la noche?". Si le preguntasen en ese momento, sería incapaz de decir el día en el que estaba. 

La habitación estaba a oscuras y no se oía ni un solo sonido. Miyagi se sentó sobre el borde de la cama, con los hombros decaídos. 

"No sabía que era tan horrible vivir solo —Pensó, colocándose la mano en la frente—. Cuando Shouta se fue no me había dado cuenta porque veía a Takeshi todos los días —Se echó hacia atrás y todo su tronco quedó recostado sobre la cama. Estaba agotado—. Pero este tiempo sin él... ha sido una tortura". 

Un ruido le alertó sobre la presencia de alguien en la casa. 

"¿Podría ser...?"

Se levantó con brusquedad y al llegar a la puerta tuvo que sostenerse para no perder el equilibrio. "Qué fastidio es estar enfermo", pensó mientras salía de la habitación. Agarrándose a la barandilla cuando llegó a las escaleras las fue bajando poco a poco mientras el sonido resonaba una y otra vez. Ahora se daba cuenta de que era el ruido de los botones de la videoconsola. 

Miyagi se fue esperanzando. Quería verlo, quería verlo de nuevo. 

De espaldas a la puerta y mirando la tele, un chico rubio jugaba a los videojuegos de Shouta. Miyagi tuvo un mal presentimiento pero sacudió la cabeza, con una sonrisa en la boca. No podía ser. 

— Esto... ¿quién eres? 

El chico se dio la vuelta. La ceja de Miyagi retornó a su "tic" en cuanto lo vio. 

— ¿¡Pero qué demonios te has hecho!? —Gritó nada más verlo. 

Sin pedirle explicaciones y darle tiempo a charlas, Miyagi cogió a Takeshi por el pescuezo, como un conejo, y lo tiró a la calle por la puerta.

— ¡No quiero gamberros en mi casa! —Le dijo mientras cerraba la puerta con un golpe. 

¿Qué había hecho ese crío loco? ¿Se había teñido de rubio? Miyagi se colocó una mano en la boca, tapándosela. "Estaba... muy lindo...". Sacudió la cabeza con brusquedad. "Pero en qué estoy pensando, céntrate, céntrate". 

— ¡Oye tú, imbécil de mierda! ¡Abre la puta puerta! —Takeshi comenzó a dar puñetazos sobre la puerta—. ¿Así tratas a quien te ha aguantado por más de cuatro horas quejándose como un bebé? 

"¿Eh?"

Miyagi abrió la puerta a regañadientes, temeroso de volver a verlo. Quería creer que se lo había imaginado a causa de la fiebre. Pero no. Ahí estaba; con el ceño fruncido y una mirada asesina ¡Dios, cabreado estaba más lindo aún! ¿Cómo era posible? 

Takeshi lo agarró por el cuello de la camisa.

— De haberlo sabido ni vengo, mamarracho. 

— ¿Mamarracho? ¿Qué palabra es esa? 

Wagamama na Koi 1 "Unmei"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora