Capítulo 5

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La alarma sonó puntual en la mañana, se me había olvidado quitar el despertador para irme a trabajar, pero ese tedioso sonido me hizo saber que por fin había llegado el día, el tan esperado día. Es irónico como hay muchas personas que pierden hasta el sueño por los niveles de ansiedad a la espera de un día. Cuando se van de vacaciones, cuando es el día de su boda, cuando van a la universidad por primera vez y muchas otras cosas que nos producen un cierto nerviosismo combinado con emoción. Yo, por otro lado, pude dormir como un bebé, no tenía ese sentimiento de desesperación por que amaneciera, desgraciadamente no estaba tan entusiasmada como Emily o cualquier otra persona en mi lugar, soy muy consciente de que esto lo hago por mi mejor amiga y porque no tengo nada mejor que hacer.
Me fue muy difícil levantarme de la cama, pero cuando finalmente logré conseguir el mínimo ánimo, me di una ducha fría para despejarme. Después, me hice un poco de tiempo para poner en orden mi habitación antes de cambiarme la ropa y salir con maletas hasta la sala de estar.

Teníamos toda la mañana libre, sinceramente no sé qué haremos en las próximas cinco horas, pero por lo pronto vi que Emily se estaba encargando de hacer el desayuno, se le veía bastante contenta y llena de energía.

-       Buenos días- me siento en el banco de madera, en frente de la isla.

-       Buenos días- responde Emily con una amplia sonrisa.

-       ¿Qué estas preparando?

-       Un poco de todo.

Se da media vuelta y toma los platos que estaban a un lado de ella para ponerlos sobre la isla. Teníamos de todo un poco, un tazón con fruta picada, huevos revueltos, tocino, papas con romero y algunos panqueques, los cuales estaba terminando de hacer Emily.

-       Vaya, ¿Y todo esto a que se debe?- preguntó, agarrando una fresa del tazón.

-       Tenemos que desayunar muy bien, no sé a qué hora nos darán de comer en el avión, así que más vale estar prevenidas contra el hambre.

Eso me hizo soltar una risita.

-       Habla por ti, de las dos, tú eres la que siempre tiene hambre- me burlo.

-       ¿Podrías al menos apreciar este increíble desayuno que te estoy preparando?

-       Es broma, sabes que te quiero con todo mi corazón- hago una mueca y le lanzo un beso.

-       Y yo a ti- corresponde a mi gesto, haciendo lo mismo.

Puso el resto de los panqueques en el plato antes de salir de la cocina y hacerme compañía en el banco que se encontraba de mi lado derecho.

-       ¿Emocionada por esta tarde?- pregunta Emily sutilmente.

-       Pues sí, la verdad es que sí- miento descaradamente.

No quería agobiarla desde temprano con mis problemas, mucho menos hacerla sentir que me estaba obligando a hacer algo que no quería. Conozco a Emily demasiado bien y sé que a la más mínima señal de incomodidad cancelará todo, por mí no había problema en ello, pero no quiero volver a defraudarla.

Supongo que mis verdaderos esfuerzos por cambiar comienzan en este viaje.

-       ¿Tienes todo listo verdad? No quiero que a la mitad del camino tengamos que...

-       Tranquila, ya está todo en orden-sonrío.

-       De acuerdo- dijo aliviada. -Entonces terminemos de desayunar y veamos algo en la televisión para que el tiempo se nos haga más corto.

Estuvimos parte de la mañana limpiando el departamento, no queríamos dejar todo tirado y sucio durante siete días, así que le dimos prioridad al aseo antes de tirarnos en el sofá por las horas restantes.
Barrimos, trapeamos, sacudimos cada rincón del lugar y sacamos cualquier resto de basura que teníamos. Al finalizar, nos dimos una ducha rápida, cambiamos nuestros pijamas por algo más cómodo, que en mi caso fue un pantalón deportivo color negro y una blusa holgada con caída de hombro color azul claro. No me puse ni una gota de maquillaje, no vi necesidad de hacerlo, ya que estaríamos en un avión por dieseis horas. Además, ya lo tenía todo guardado en mi maleta y por ningún motivo iba a sacar algo, pasé mucho trabajo para que pudiera cerrar.

Emily y yo estuvimos viendo un maratón de una serie policiaca, la cual ya ni siquiera recuerdo el nombre, por más de dos horas, hasta que por fin llegó el momento de partir. Llamamos a un taxi del aeropuerto para que viniera a recogernos y por suerte no tardó más de diez minutos en llegar. Subimos nuestro equipaje al maletero y de inmediato nos adentramos en la parte trasera del auto. Nuestro chofer, llamado Mateo, se comportó de manera educada y prudente con nosotras, condujo con seguridad, pero al mismo tiempo fue rápido en llegar al aeropuerto. Él nos ayudó a bajar nuestras cosas y después de pagarle la cuota marcada, nos dirigimos directamente a nuestra aerolínea para buscar una casilla electrónica que pudiera imprimir nuestros boletos de avión.

-       ¡Qué emoción! No puedo esperar a tomarme una margarita en la playa- dijo Emily mientras sacaba nuestros boletos.

-       No irás a ponerte borracha el primer día ¿verdad?- alzo las cejas. -No quiero hacerla de niñera en mis vacaciones.

-       Por supuesto que no, hasta la pregunta ofende.

-       Sí, claro, como si no te conociera.

Emily decidió ignorarme completamente porque sabía que tenía razón, así que en lugar de armarme pleito prefirió concentrarse en lo que estaba haciendo.
Gracias a Dios, todo fue bastante ágil, no tuvimos ningún percance hasta ahora. Imprimimos los boletos con éxito, hicimos una fila sorprendentemente corta para registrar nuestras maletas y nos escanearon sin ningún problema.
Debo admitir que me sentía muy bien por tener a la suerte de nuestro lado hoy, es una clara señal de que este viaje será perfecto y eso me reconforta. Ahora, lo único que quedaba era esperar veinte minutos para poder abordar.

-       ¿Me acompañas por un café helado?- dijo Emily.

-       Seguro, yo también quiero uno.

Hicimos una parada en una de las cafeterías que se encontraba en  la pequeña zona de restaurantes de comida rápida. Tanto caminar de un lado a otro nos ha subido el calor y sabíamos que la mejor forma de quitarlo era con un café bien frío.
El lugar estaba un poco lleno, supongo que todas estas personas estarán esperando su hora de abordar también. Miré alrededor para ver si encontraba algún lugar vacío en donde pudiéramos sentarnos, pero desgraciadamente todos estaban ocupados, sin mencionar que en la fila habían más de cinco personas. No podía dejar de ver el reloj, no quería que se nos hiciera tarde, pero confiaba en que la suerte estaba de nuestro lado y lograríamos llegar a tiempo.

Pasamos quince minutos en la fila y otros diez en esperar a que nuestras bebidas estuviesen listas. Ya era la hora para abordar, Emily y yo teníamos que darnos prisa en caminar hasta nuestra puerta.

-       Espera un momento- dijo de repente.

-       ¿Qué? ¿Qué pasa?

-       Necesito ir al baño.

-       ¿Ahora?

-       ¿Acaso quieres que me aguante las dieciséis horas?- dijo sarcásticamente. -Sabes que odio los baños de los aviones.

-       Emily vamos tarde.

-       No te preocupes, no tardaré nada- replica. -Tienes tu boleto y yo tengo el mío justo aquí- señala la carpeta amarilla en su mano. -Te veré en un momento.

Espero que regrese cuanto antes, su compañía es lo único que me hace sentir segura.

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