Capítulo 27

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Violet

Un fuerte zumbido hizo que abriera los ojos involuntariamente. Al principio me costó un poco de trabajo enfocar la vista, veía todo borroso y muy brillante, pero poco a poco, con ayuda de varios parpadeos apretados, fui reconociendo el lugar. Estaba en una habitación completamente blanca, recostada en una amplia cama del mismo color. Todo era muy extraño, empezando por el escritorio de madera con un gabinete colgado en la pared del mismo material y por las puntas de oxígeno que tengo en la nariz, sin mencionar que en mi brazo derecho tenía varios cables conectados.
Estaba confundida, cansada y algo aturdida, pero no pasó mucho tiempo cuando de pronto empecé a escuchar el eco de una voz.

-       ¿Violet, puedes escucharme?- entendí con claridad.

-       D... ¿Damian?

-       Sí- suspira aliviado. -Hola, linda.

Ni siquiera sabía dónde estaba, pero en un momento se colocó de mi lado izquierdo y comenzó a acariciarme la cabeza suavemente con su mano.

-       ¿Cómo estás?- pregunta en voz baja.

-       Me duele todo el cuerpo- gruño, tratando de moverme. -Sobre todo la cabeza.

-       Tranquila lindura, es normal.

-       ¿Por qué? ¿Qué fue lo qué pasó?

-       ¿No recuerdas nada?

-       Yo... No lo sé.

-       Oye, está bien, no te esfuerces- trata de calmarme. -Iré por el doctor.

De inmediato salió de la habitación en busca de aquel doctor. Yo, por otro lado, me sentía adolorida, pero más que nada abrumada por todo lo que está pasando. Estar en estas cuatro paredes de hospital me hace recordar momentos traumáticos de los cuales no puedo deshacerme. Mi mente sigue viajando a esa época en la que literalmente me hicieron pedazos, incluso tengo esa maldita cicatriz como un permanente recordatorio.
Quiero salir de aquí cuanto antes, no puedo estar un segundo más en este estado porque al final es mi cabeza la que me tortura sin piedad. No me importa si aún me siento un poco débil, me levantaré de esta cama y andaré a rastras de ser necesario.
Damian interrumpió mis pensamientos de escape dramático cuando finalmente entró a la habitación en compañía de un hombre moreno de estatura media, cabello a rapa y bata impecable color blanco sobre su vestimenta.

-       Pero miren quien ha despertado- dijo con el típico tonito chillón. -Buenos días.

-       ¿Días?

-       Oh sí, dormiste por varias horas.

-       Ya amaneció- añade Damian.

-       Y a decir verdad, nos preocupaste bastante- dijo en el doctor. -Te golpeaste la cabeza, sufriste una fuerte contusión.

-       ¿Qué? ¿Cómo?

-       Tal parece que tu pie se atoró en la arena o pisaste algo puntiagudo que te hizo tropezar y tu cabeza cayó sobre una roca- explica. -Pero por suerte tu novio te encontró a tiempo y te trajo a la enfermería del hotel.

-       ¿Entonces esto no es un hospital?

-       Por desgracia estamos un poco lejos de un verdadero hospital, así que el hotel tuvo que improvisar y construyó una enfermería bien equipada en caso de alguna emergencia.

-       La verdad no sabía a dónde llevarte, fui corriendo a la recepción y ahí me dijeron que había una enfermería donde podrían curarte.

Justo ahora tengo tantas dudas de cómo sucedieron las cosas y de porqué me encontraba fuera tan noche. En mi mente hay varios espacios en blanco y odio no poder recordar nada, me hace sentir frustrada.
Lo último que recuerdo es haber abrazado y besado a Damian, después de eso, no hay nada, sólo vacío. Ojalá me hubiera pasado eso hace años, cuando quería deshacerme de los malos recuerdos. Tal vez hubiera podido tener una vida normal, haber pretendido que nada pasó, en lugar de estar lamentándome con cada maldito día que pasa.
Ahora me doy cuenta de que mi cerebro es muy conveniente, sólo borra las cosas que necesito y lo que me hace daño decide quedárselo.

-       No recuerdo mucho de lo que pasó- confieso.

-       Es normal, pero con el tiempo te volverán tus recuerdos- replica el doctor.

-       ¿Y cuándo podré volver a mi habitación?

-       En este mismo instante, sólo tengo que hacerte unos chequeos y podrás irte- dijo con entusiasmo. -Pero debo pedirte una cosa.

-       Lo que sea.

-       Cualquier señal de mareo o cansancio tendrás que venir corriendo conmigo- replica. -El golpe fue fuerte y no quisiera que tuvieras complicaciones.

-       Está bien- asiento con la cabeza.

-       Tuviste suerte de que tu novio te encontrara a tiempo, de lo contrario, este incidente hubiera sido a algo más grave- Damian y yo nos miramos rápidamente. -Ahora vuelvo- dijo el doctor antes de salir.

Intenté removerme en la cama un poco para quedar más elevada, pero una oleada de dolor recorrió todo mi cuerpo, forzándome a hacer una mueca ante la desagradable sensación.

-       ¿Estás bien?- preguntó Damian al instante.

-       Sí, tranquilo.

Damian se sienta a mi lado, en la orilla izquierda de la cama.

-       Oye, sé que no recuerdas gran cosa de lo que pasó anoche, pero quizás si te digo un poco de lo que sucedió pueda ayudarte.

Honestamente me sentía enojada conmigo misma por olvidar algo tan importante y aunque sé que no es mi culpa, no podía evitar pensar en eso. Mi única opción rápida para intentar acordarme de lo sucedido es que Damian pruebe su método de explicarme las cosas, por lo tanto, no dudé ni un minuto en asentir y empezar a escuchar todo el desastre de anoche.
Damian comenzó por la plática que tuvimos en la habitación después de nuestro beso en la fiesta, seguido del episodio que tuve con una de mis habituales pesadillas. Por suerte, él se limitó a contarme lo que había pasado sin hacer ninguna pregunta incómoda porque seguramente ya estaba acostumbrado a mi silencio, de nada serviría querer averiguar algo, hasta ahora me mantenido muy cerrada en mi vida.
Mientras Damian seguía contando los sucesos, imágenes repentinas empezaron a aparecer en mi cabeza, memorias borrosas sin sentido, de mí completamente sobresaltada cuando desperté de mi pesadilla, del sentimiento tan asfixiante que sentí cuando vi a Damian a mi lado entre las sombras, de como salí corriendo por todo el hotel hasta encontrar la forma de bajar a la arena y después, lo último que recuerdo es el miedo abrazador que recorrió todo mi cuerpo al estar en un lugar tan oscuro. No podía ver nada, me sentía aturdida y desorientada, no sólo por el lugar sino porque todo aquello me recordaba a la noche de mi desgracia. Estaba sola, en un lugar oscuro, esperando a que alguien me atacara, y eso fue lo que me mantuvo desconcentrada de mi camino, ya que sin darme cuenta, pisé una algo muy afilado que se encajó en mi pie derecho.
Imaginé que no había sido algo grave, de lo contrario tendría el pie vendado, pero recuerdo que en ese momento se sintió como tener una navaja atravesando mi piel y en cuanto tuve esa horrible sensación levanté el pie al instante, pero mi otro pie había quedado atascado en la húmeda y espesa arena, lo que provocó que perdiera el equilibrio y cayera, golpeándome así la cabeza.
Ya todo estaba claro, había completado el rompecabezas con las piezas faltantes y ahora, lo único que quería era regresar a mi cómoda habitación.

-       ¿Pudiste recordar algo?- pregunta al terminar de relatar los acontecimientos.

-       No- mentí.

No quería someterme a un interrogatorio inevitable, la curiosidad de Damian tenía un límite y esto seguro que lo sobrepasa. Él necesitaba saber como fue que terminé en medio del mar inconsciente, pero no sabía como explicarle que todo había sido una treta de mi memoria al hacerme recordar la traumática noche de mi vida. Aquella noche que pasó hace tantos años y aun así me dejó marcada de por vida.

-       Bueno, no pasa nada, no te esfuerces- toma mi mano derecha y acaricia el dorso suavemente con su pulgar. -Ya regresarán tus recuerdos.

Antes de poder decir algo, el doctor abrió la puerta del consultorio y entró con una sonrisa satisfactoria.

«Que bien, es hora del chequeo médico.»

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